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El artefacto, la cúpula y la "plaza viva": cuando ellas crean arquitectura y los demás callan
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Miguel Díaz Martín

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El artefacto, la cúpula y la "plaza viva": cuando ellas crean arquitectura y los demás callan

Madrid tiene la suerte de contar con edificios de varias generaciones de ilustres arquitectas que siguen dejando huella en la capital. Nieto, Langarita o Tato son sus apellidos

Foto: Atrio del campus de IESE, diseñado por Sancho-Madridejos. (IESE)
Atrio del campus de IESE, diseñado por Sancho-Madridejos. (IESE)

La Serrería Belga de Madrid, en el Paseo del Prado, tiene un artefacto arquitectónico un tanto extraño. Quien lo ideó lo llamó ‘La Cosa’, como si al no describirlo explicase, precisamente, su función: ser “un ente”, un elemento infiltrado en la vieja estructura de hormigón que, a base de plataformas, dispositivos y escaleras, convierte este antiguo aserradero industrial en un laboratorio artístico y cultural, según el Colegio de Arquitectos de Madrid.

El artefacto, que queda a la vista desde el patio interior del complejo, lleva el sello de la firma Langarita-Navarro. Y he aquí la novedad: es María Langarita quien encabeza el nombre del estudio que creó junto a Víctor Navarro en el año 2005.

Langarita, Natalia Gutiérrez o Arantza Ozaeta -por citar solo algunas- están entre las herederas de dos grandes generaciones de arquitectas españolas que han alcanzado fama y reconocimiento internacional. Mujeres a las que podemos calificar sin complejos de maestras y cuyos apellidos debemos conocer tanto como los de Lamela, De La-Hoz, Campo Baeza, Rubio, Mansilla o Tuñón. Sobre todo, porque en este Madrid que me empeño en explicar tenemos la suerte de contar con muchas de sus obras.

placeholder 'La Cosa', de Langarita-Navarro, en el edificio de la Serrería Belga. (Casa de la Arquitectura)
'La Cosa', de Langarita-Navarro, en el edificio de la Serrería Belga. (Casa de la Arquitectura)

Fuensanta Nieto (Madrid, 1957) es una de ellas. Nuestra arquitecta más internacional ha firmado junto a Enrique Sobejano trabajos por toda Europa, además de Asia y EEUU. Suyos son el nuevo mercado, polideportivo y biblioteca pública de la Plaza de Barceló -así como el mercado provisional que sustituyó a los viejos puestos de abastos-, la Facultad de Humanidades de la Universidad CEU San Pablo, con su impresionante escalera-foro-mirador con vistas a la sierra de Madrid, o el centro deportivo de Montecarmelo.

Este último destaca por su extensión (45.000 m2) y por el enorme edificio del gimnasio, un poderoso rectángulo abierto a la orientación noroeste mediante una hendidura que, a distancia, nos recuerda a un búnker bélico, aunque este coloso tiene usos más lúdicos y menos amenazantes.

En la misma línea de expresión poderosa, otra maestra como Sol Madridejos (Madrid, 1958) diseñó con Juan Carlos Sancho (estudio Sancho-Madridejos) el nuevo campus de la escuela de negocios IESE junto a la Casa de Campo. Esta es otra obra formidable con un elemento sorprendente: la gran cúpula-atrio que conecta los dos edificios del centro y que es, por sus dimensiones y su altura, un canto a la ligereza y a la esbeltez, pese a su apariencia pétrea.

placeholder Centro deportivo de Montecarmelo, de Nieto Sobejano. (Nieto Sobejano Estudio)
Centro deportivo de Montecarmelo, de Nieto Sobejano. (Nieto Sobejano Estudio)

España, Francia, Italia, Egipto o China contemplan los trabajos de Sol Madridejos. Pero si el lector quiere sorprenderse de verdad, solo tiene que buscar imágenes de la Capilla Valleacerón y disfrutar de esta iglesia-origami que el exjugador del Real Madrid Manolo Sanchís encargó para su finca en Ciudad Real.

Cambiamos ahora de uso, pero no de referentes. De las manos de otra celebridad internacional como Carme Pinós (Barcelona, 1954) han nacido proyectos como el MP Pavilion de Australia, las Torres Cube de México o la Escola Massana de Barcelona.

En Madrid, la ganadora del Premio de Arquitectura Española nos ha dejado un hito en forma de vivienda pública colectiva. El complejo Vallecas 70 tiene su rúbrica en el imponente juego de volúmenes que configuran el edificio, pero aquí hay mucho más que estética. Si caminamos por su base, encontraremos grandes pórticos abiertos que convierten la mole en un espacio permeable hacia el espacio interior, conciliando lo público y lo privado.

Espacios humanizados

Que a nuestras arquitectas les sobra talento es fácil de comprobar si miramos las obras dirigidas por las proyectistas que han seguido el camino que abrieron Nieto, Madridejos y Pinós. Hablamos, por ejemplo, de Belinda Tato.

placeholder Plaza Ecópolis, escuela y espacio público en Rivas. (Ecosistema Urbano)
Plaza Ecópolis, escuela y espacio público en Rivas. (Ecosistema Urbano)

Desde el equipo Ecosistema Urbano, Tato (Madrid, 1971) ha diseñado el Ecobulevar de Vallecas, que ya recorrimos al ritmo de C.Tangana cuando exploramos los hitos de la arquitectura de la periferia. Tato también ha intervenido en la icónica Plaza Ecópolis del municipio de Rivas Vaciamadrid, donde ha logrado fusionar espacio público, una escuela infantil y una zona de juegos. El proyecto, una auténtica plaza viva en contraposición a las plazas duras y asfixiantes que estamos acostumbrados a ver, ha resucitado para los vecinos lo que era antiguo solar industrial, llenándolo de sentido.

Esa especial sensibilidad con lo urbano y lo medioambiental se convierte, en el caso de Marta Parra (Madrid, 1972) y Ángela Müller (Salzburgo, 1974) en pura sensibilidad humana. Juntas, han intervenido en hospitales como el de Getafe, unidades de parto y maternidades para cambiar mentalidades (Nuevo Belén, Madrid; Puerta del Sur, Móstoles), para convertirlos en espacios adaptados a las necesidades de las pacientes, donde haya naturalidad, calidez e intimidad.

Como decía al principio, el siguiente salto generacional lo están protagonizando mujeres como Arantza Ozaeta, cofundadora de Ozaeta-Fidalgo y que exhibe en Madrid proyectos como Beyond-the-family Kin, un residencial que cambia el concepto de vivienda y establece una triple planta para diferentes necesidades y grados de interdependencia. La casa, con un aire industrial inconfundible (especialmente por el techo en forma de dientes de sierra que adopta una de sus alas) se preocupa asimismo por buscar la máxima sostenibilidad y la mínima demanda energética, algo que ninguno podemos olvidar hoy en día.

placeholder Vallecas 70, vivienda pública diseñada por el estudio de Carme Pinós. (EMVS)
Vallecas 70, vivienda pública diseñada por el estudio de Carme Pinós. (EMVS)

Este artículo se queda muy corto para todas las mujeres que podría incluir en él: Carme Pigem, creadora, junto a Rafael Aranda y Ramon Vilalta, de RCR, con los que comparte del Premio Pritzker, el Nobel de la Arquitectura; Lucía Cano, cofundadora de Selgascano; Renata Sentkiewicz, nacida en Polonia, pero española de adopción y socia de Iñaki Ábalos…

La lista de arquitectas conocidas, pero, sobre todo, la de profesionales todavía anónimas que pelean porque España siga a la vanguardia del diseño y de la construcción innovadora es interminable. Me comprometo a seguir divulgando su talento y sus obras en las próximas entregas de Caminemos Madrid, centrándonos también en las nuevas diseñadoras que marcarán el ritmo de nuestra profesión en los próximos años.

La Serrería Belga de Madrid, en el Paseo del Prado, tiene un artefacto arquitectónico un tanto extraño. Quien lo ideó lo llamó ‘La Cosa’, como si al no describirlo explicase, precisamente, su función: ser “un ente”, un elemento infiltrado en la vieja estructura de hormigón que, a base de plataformas, dispositivos y escaleras, convierte este antiguo aserradero industrial en un laboratorio artístico y cultural, según el Colegio de Arquitectos de Madrid.

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