Es noticia
Primer año de 'ayusismo'... y queda otro para las elecciones
  1. España
  2. Madrid
David del Cura

Entresijos y gallinejas

Por

Primer año de 'ayusismo'... y queda otro para las elecciones

La presidenta está volcada en la preparación del PP de Madrid para las municipales y autonómicas. Solo falta un poco más de madrileñismo que bien podría pasar por cambiar el himno

Foto: Isabel Díaz Ayuso este Dos de mayo de 2022. (EFE/Chema Moya)
Isabel Díaz Ayuso este Dos de mayo de 2022. (EFE/Chema Moya)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Hoy día de celebración en Sol, un año del triunfo electoral del 4-M, de aquellos comicios de proclamación del 'ayusismo' como estilo, modelo y tendencia. Un día con las costuras de la agenda reventonas. Primer aniversario de la liquidación de Aguado e Iglesias, el siete al socialismo y del frenazo a la expansión de Vox. Un “presidencialismo” a la madrileña que ha demostrado que en lo que no se cree se liquida, aunque sea en tu propio partido. Con la nueva dirección de Génova se ha visto en los festejos del dos de mayo que hay encaje y determinación de remar hasta Moncloa y que, a sus inquilinos actuales, ni agua aunque vengan con trucos de protocolo. Ahora queda reforzar el municipalismo porque en un año tocan de nuevo elecciones y por el sur, y no solo, el socialismo aprieta por la vía local.

Foto: Reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP. (EFE)

El congreso del PP madrileño será el cierre a un mes triunfal y el principio de la carrera para hacerse con los despojos de Ciudadanos, rebañar el plato de Vox y mantener en movimiento a algunos de los que hace un año se acercaron a votar PP. El riesgo que hay que saber conjugar está en la clave nacional. Que Madrid es España forma parte de la salmodia política de Ayuso y ha dado resultado, pero asomarse al balcón de la política nacional de manera permanente puede acarrear sustos y vértigos. El primero, que en las sensibilidades ajenas y propias vean competición con Feijóo, donde hay coyunda de intereses. Escaparate nacional permanente, pero con la agenda madrileña nutrida como modelo y manual político que poner sobre el tapete. Hacer “más Madrid” que anda un tanto ayuno de simbolismo.

Foto: Isabel Díaz Ayuso, tras conocer su victoria en las elecciones del 4 de mayo. (EFE)

El himno

Pero para madrileñizar como Dios manda habría que cambiar (o potenciar, más difícil), el himno de la comunidad. El lunes volvimos a comprobar que sigue escondido. Sonó el de España y el propio volvió a quedar sepultado. En el primer corrillo pregunté y un socarrón diputado me contestó eso de “no tenemos otra cosa que hacer ahora que ponernos a buscar un himno”. Dice la Ley 2/1983, de 23 de diciembre, de Bandera, Escudo e Himno de la Comunidad de Madrid, en su exposición de motivos que: "Los pueblos necesitan como expresión de su marcha en común dotarse de unos símbolos a través de los cuales se identifican consigo mismos" y apunta que el himno "no podría ser ni meramente casticista, por pluralidad y riqueza de origen de nuestro pueblo, ni tradicional, entendiendo como tal aquellos que exaltan cualquier forma de exclusión o agresividad; debía ser, y es, un himno nuevo". En plena ebullición creativa, con todo por hacer y con la vocación de dotar de contenido la autonomía, el flamante Presidente, Leguina, le encargó a Agustín García Calvo la letra.

La búsqueda de la novedad adquirió así un grado sublime y el poeta, ensayista, filósofo, ácrata en general y provocador en múltiples manifestaciones dio el sí y, efectivamente, ni casticista ni tradicional… más bien lisérgico y burlón. En un artículo de El País reconocía que “el Madrid autónomo es un caso que no tiene parangón en ningún sitio, y lo que cierra ese truco de la desintegración del Estado que son las autonomías. Si me propusiesen hacer el himno de Castilla o de Europa, no aceptaría, pero la autonomía de Madrid es una fantasía política. Es el único himno que yo podría escribir, el único que me parece divertido”.

Se puso a ello y tuvo que resistir las injerencias de amigos y conocidos. Con Tierno Galván, junto al propio Calvo y Aranguren expulsados de sus cátedras en 1965 por apoyar unas tímidas revueltas universitarias, intercambió algunas cartas con apuntes y correcciones sobre un texto en el que ironizaba sobre lo que suponía la autonomía de Madrid, la “nada”, según los primeros borradores de himno. Esa “nada” se enmascaró, pero se mantenía en el espíritu de un texto que ha envejecido oculto y mal. Quizá el problema estaba en el “tachán-tachán” que pedía García Calvo. La música de Pablo Sorozábal, de aire melancólico y ayuna de épica, ayuda poco a su memorización y aprendizaje. El texto pedía rock progresivo o algunos sintetizadores analógicos de la movida para que el salto hubiera sido completo, con sus dos tirabuzones, pero se quedó en el aire y guardado. Ni siquiera cumple con lo que recoge el decreto de desarrollo de la ley:

1. El himno de Madrid podrá utilizarse en sus dos versiones, para coro mixto y banda, y abreviada, para banda sola.

2. En los actos oficiales de la Comunidad de Madrid se utilizará la versión abreviada para banda sola recogida en el Anexo 3 de la Ley 2/1983, de 23 de diciembre, de la bandera, escudo e himno de la Comunidad de Madrid.

3. A tal efecto se consideran actos oficiales de la Comunidad de Madrid los siguientes:

  • Todos aquellos organizados por la Comunidad de Madrid u Organismos Públicos dependientes de ella.
  • Todos aquellos organizados por Municipios del territorio de la Comunidad de Madrid a los que asista con carácter oficial cualquier miembro del Consejo de Gobierno o de la Asamblea de la Comunidad de Madrid.

Hoy día de celebración en Sol, un año del triunfo electoral del 4-M, de aquellos comicios de proclamación del 'ayusismo' como estilo, modelo y tendencia. Un día con las costuras de la agenda reventonas. Primer aniversario de la liquidación de Aguado e Iglesias, el siete al socialismo y del frenazo a la expansión de Vox. Un “presidencialismo” a la madrileña que ha demostrado que en lo que no se cree se liquida, aunque sea en tu propio partido. Con la nueva dirección de Génova se ha visto en los festejos del dos de mayo que hay encaje y determinación de remar hasta Moncloa y que, a sus inquilinos actuales, ni agua aunque vengan con trucos de protocolo. Ahora queda reforzar el municipalismo porque en un año tocan de nuevo elecciones y por el sur, y no solo, el socialismo aprieta por la vía local.

Madrid