Es noticia
Aires de protesta
  1. España
  2. Madrid
Juan José Cercadillo

Miredondemire

Por

Aires de protesta

Si no queremos renunciar a un mundo rural y vivo, más nos vale repensar en edificios y despachos cómo podemos ayudar a mejorar nuestros campos

Foto: Manifestación en Madrid por la defensa del campo. (EFE/Luca Piergiovanni)
Manifestación en Madrid por la defensa del campo. (EFE/Luca Piergiovanni)

Aire de sierra y de vega recorrieron avenidas asfaltadas el domingo. Aire del campo y del monte dejaron por nuestras calles unánime voz de protesta. Aire puro de granja, de huerto, de encinar y de vendimia, respirado durante años del sol al sol de esos pagos, arrinconaron por un día las emisiones del tráfico. Aire de sitios extraños, y no tan lejanos como creemos, exhalados al unísono y, doy fe, a pulmón pleno. Jugándose todo su ímpetu a poder elevar su grito a los inaccesibles torreones de dos o tres ministerios. Aire de frío extremo y calores inhumanos haciendo chillar megáfonos, silbatos, pitos y cuerpos. Aire del último aliento, tras tantos años de esfuerzos, exhalado en la capital a riesgo de que todas las palabras que dejaron resonando también se las lleve el viento.

Foto: Protesta del mundo rural en Madrid. (Sergio Beleña)
TE PUEDE INTERESAR
Las dos Españas son campo y ciudad
Ángeles Caballero

Henchidos los pulmones, muy hinchados los… problemas. Vacíos los últimos bolsillos y con las heridas abiertas. Sin encontrar soluciones ni conservar esperanza. Sin medios de vida dignos. Atacados en mil frentes. Vencidos por los gigantes. Muertos por la logística, la local, la de despachos y hasta la de lejanos mares. Así se nos vino el campo a darnos su grito de muerte. Un grito más que desesperado y con postrera amenaza. Un penúltimo suspiro de “que sea lo que Dios quiera”. Un aviso a navegantes de lagos de parques públicos. Un “muero yo, está claro, pero ¡ay de vosotros si muero!”.

Foto: Manifestación por la defensa del campo español este domingo en Madrid. (EFE/Luca Piergiovanni)

Como quien ha ido mil veces al matadero, como quien siembra a riesgo de no recoger luego nada, trashumaron al centro buscando el pasto y la pasta, buscando altavoz y eco. En masa, que no en rebaño, tratando de rebañar las migajas que el Estado esparce por los áridos presupuestos y que al final recogen los pocos que no tienen manos de verdadero obrero. Con la desesperación impuesta por demasiados impuestos. Con las trabas, con los cárteles, con la distribución chupasangres. Con los cambios de costumbres en la cocina y en la mesa. Con el embudo que genera llevar la compra a las casas. Con los sueldos por los suelos y lo bueno por las nubes, pierde nuestro campo ibérico que lo apostó todo al gusto, a lo artesanal y a lo auténtico.

placeholder Manifestación del campo y el mundo rural por el incremento de los costes de la energía y de las materias primas en Madrid. (Sergio Beleña)
Manifestación del campo y el mundo rural por el incremento de los costes de la energía y de las materias primas en Madrid. (Sergio Beleña)

Y llegan la mayoría exhaustos y sin recursos. Sin apoyo y sin respuestas. Llegan al final de un camino que hace años se hizo cuesta. Con la inercia de lo antaño, con el apoyo de Europa, con un consumo potente parecían simples rampas este pico inaccesible de la competitividad creciente. Tierras baldías que daban al final del ejercicio más dinero que con grano. Riegos de épocas romanas a la vera de los ríos y el resto todo secano. Prados en decadencia, razas que no correspondían, dependencia de los piensos, esclavitud en las semillas, yugo de fertilizantes. Nula planificación general más allá de los barbechos. Asociaciones agrarias que si galgos o podencos. Vaivenes en función de modas. Cero estudios de mercados. Tabú con la exportación. Muerte generacional. Pegas al inmigrado. Tentaciones con el fraude, más rentable que el trabajo.

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal, durante la manifestación del campo en Madrid. (EFE/Luca Piergiovanni)

Ha sido un camino de esfuerzo pero también de algunos fallos. Atajar despoblaciones, un mejor plan hidrográfico, innovación, menos trabas, liderazgo y estrategia. Desarrollo tecnológico, desintermediación, ayudas a la eficiencia, a la producción, a la excelencia en lugar de a hacer cumplir el recorte de las cuotas. Una apuesta de futuro para nuestro sector primario sin colores ni banderas, sin tanta frontera interna, sin tanto debate aireado. Una visión del mercado y cierta tutela al consumo, buscando sólo educarlo. No sé si más proteccionismo, si más exportación apoyada, si más medios y menos céntimos hubieran obrado el milagro de que las últimas protestas no suenen a estertor del campo.

Hoy el problema es muy grave porque parece puntual y culpa de un ruso loco. Arreglarlo con dos parches que baje el ruido en el campo, ese que no ha evolucionado, a mí me suena a un epílogo. Hay que echar una mano, fuerte, firme y decidida como las que ellos calzan. Sacarles del barrizal ya creo que nos conviene. Ayudar a coger fuerzas y que sigan trabajando. Destinando los recursos a los que más o mejor produzcan y trabajando de esa mano que hoy nos pareció tan áspera como siempre fue de austera. Trabajar en un buen método para ellos y con ellos. Un trabajo a medio plazo con paciencia y con más medios.

placeholder Cazadores en la manifestación de Madrid. (Sergio Beleña)
Cazadores en la manifestación de Madrid. (Sergio Beleña)

Se nos ha llenado la boca con la España vaciada pero prohibimos la caza. Se multiplican funcionarios para controlarlo todo. Una vaca es un residuo con trato de radioactivo. Se ataca la competitividad con procedimientos absurdos. Se le machaca al transporte, se dispara la energía, se aumentan los papeleos, se ataca la tauromaquia. Todo es un ecosistema, no cualquier cuento de hadas. La leche que hay en un cartón no se llena con un grifo. Nada de lo que se come nos lo ha criado Jeff Bezos.

Si no queremos renunciar a un mundo rural y vivo, más nos vale repensar en edificios y despachos cómo podemos ayudar a mejorar nuestros campos. Pero desde la A a la Zeta de todo el sector primario. Y a todos los que se fueron después de pisar asfalto implicarles y preguntarles en qué se puede ayudar para hacer más sostenible de una forma natural un modo de vida tan duro y que nos debe perdurar más allá de subvenciones. Sé que están por la labor, porque a la gente del campo lo único que no le asusta es acometer trabajos. Y no creo que a ninguno de los que vinieron le guste dar de comer a parásitos. Ni a los que les estuvimos acompañando nos gustaría acabar teniendo que comer insectos. Y que encima fueran importados.

Aire de sierra y de vega recorrieron avenidas asfaltadas el domingo. Aire del campo y del monte dejaron por nuestras calles unánime voz de protesta. Aire puro de granja, de huerto, de encinar y de vendimia, respirado durante años del sol al sol de esos pagos, arrinconaron por un día las emisiones del tráfico. Aire de sitios extraños, y no tan lejanos como creemos, exhalados al unísono y, doy fe, a pulmón pleno. Jugándose todo su ímpetu a poder elevar su grito a los inaccesibles torreones de dos o tres ministerios. Aire de frío extremo y calores inhumanos haciendo chillar megáfonos, silbatos, pitos y cuerpos. Aire del último aliento, tras tantos años de esfuerzos, exhalado en la capital a riesgo de que todas las palabras que dejaron resonando también se las lleve el viento.

Sector primario Ecosistema
El redactor recomienda