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Miredondemire
Por
Magia, milagro y toreo
Entre maestros y Master parece que gana uno. Trece días a pelotazos delante de doce mil personas le coronan en los medios como el gran evento del año. Injusticia demostrable a base de matemáticas
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Con Alcaraz hecho un toro empieza este domingo San Isidro. Nadal doblando las manos y Alejandro Talavante con cuatro puntos de partido. Con Morante en plena forma, y con Djokovic picado, ha empezado mayo a buen ritmo entre juegos y verdades. Entre tercios y 'tie breaks'. Tardes en las que se nos mezclan recogepelotas, monosabios, árbitros y presidentes, arenas y tierras batidas. A seis juegos por set y seis toros cada tarde se va media primavera. Entre maestros y Master parece que gana uno. Trece días a pelotazos delante de doce mil personas le coronan en los medios como el gran evento del año. Injusticia demostrable a base de matemáticas. Más del doble de festejos, y con el doble de aforo, vertebran la mejor feria de tauromaquia del mundo. No se pueden comparar, pero a compararlos vamos.
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Con Las Ventas disfrutamos el templo más suntuoso, la más firme tradición, la etiqueta más perfecta, la liturgia más auténtica, el público más entendido y el trofeo más ansiado: el de mantener la vida. No hay Wimbledon o Roland Garros al que mirar hacia arriba. Masters, mil, su propio nombre lo dice. San Isidro solo hay uno. Si eres diestro raqueta en mano levantas un buen trofeo. El diestro que corta orejas sale a hombros levantado. El derechazo es lo mismo con raqueta y con muleta. Pero cuando usas la izquierda con las bolas es revés. Con los huevos, natural, eso ya nos dice algo.
Es un gran torneo el Master. Camino de veinte años ha aglutinado patrocinios, público, prestigio y audiencias. Se ha construido su espacio con dimensión y criterio en otro barrio de santo con vocaciones toreras. En San Fermín lo incrustaron con diseño, pretensiones… y menos 300 millones de los impuestos de todos. Pero ahora eso ya a nadie importa. Eran tiempos en los que se podía tirar sin límites de caja. La magia debió venir luego cuadrando los presupuestos plagados de contradictorios. El resultado fue bueno. Un sitio muy atractivo y creo que cero imputados. Un colosal cubo hueco todo de hormigón armado para pasar un rato persiguiendo una pelota para darle un raquetazo. Una cubierta retráctil, una acústica increíble y una zona vip muy grande. Acertaron. Genios del marketing y el catering explotando el “roneing” y “el porque yo lo valging” concentran Ibex y famas en palquitos de a unos nueve. Filas donde hay que verse y no parar de mirar hasta que estés bien seguro de la inspección ocular. Donde, si no hay más remedio, acabas viendo un partido, que este año hay novedad. Un chaval, un nuevo ídolo, por si se derrumba Nadal.
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Dos atletas frente a frente tirándose una pelota que no pueden dejar pasar. Habilidad, resistencia y deseos de ganar les pueden tener tres horas corriendo de lado a lado. Pericia y motivación la de estos hombres frontones. Precisión y contumacia, y disciplina entre líneas, que hoy está muy bien pagada. Ropa, raquetas y material engordan las bolsas de premios. Al fin y al cabo pareciera, vista su facilidad, que todos podríamos ponernos por lo menos a empezar. Y hay que llevar ropa técnica, zapatillas estupendas y la raqueta de Alcaraz. Disponibles en el Decathlon. Cuando el deporte se hace industria es de lo más eficaz. Y el tenis y el Masters están siendo un gran ejemplo. Ha cuajado el espectáculo tanto como el acto social. Han atraído a las marcas que aportan un pastizal. Hasta el Ayuntamiento se aviene a arrimar un poco el hombro. Bueno un poco es un decir que ponen el espacio, el operativo policial y cinco o seis millones por año para promocionar la ciudad.
Con los toros la Comunidad cobra unos tres a pesar de estar demostrado que traen mucho más turismo. Un público de buen comer, buen dormir y buen comprar de aquí al cinco de junio. Y luego hasta el final de otoño. Pero en el sentir popular se registra al revés el dato: subvencionamos los toros y el que nos paga es el Master. Una segunda injusticia pero que no es la importante. La injusticia es comparar, pero con parar ya no lo arreglo.
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No hay industria en el toreo porque replicar a esos héroes es materialmente imposible. No hay tiendas de trajes de luces ni tampoco de capotes en los centros comerciales. Porque para hacer el toreo no quedas con un amigo. Te citas con un toro a muerte. No hay pachangas de toreo. No hay sucedáneos tipo pádel. No es cuestión de entrenamiento y nunca hay dos toros iguales. Adidas no vende monteras ni Nike capotes de paseo porque dos de cada mil millones serían capaces de usarlos. Al tenis te ganan un tanto, al toro pierdes la vida. En uno se te va la bola, en otro te juegas las vísceras.
En este mundo de ventas Las Ventas se quedan fuera. Es lo único que me explica que esté sufriendo el toreo y al alza cualquier deporte. Los chavales ven el brillo que el pulido de las marcas le hacen al talentoso y eso les marca un camino. No necesitan las luces que lleva una chaquetilla, les basta con un chándal chulo para ser su referencia. Hoy es fácil comprender si pierdes o ganas a algo. Es tan simple como un número. En los toros nadie cuenta, sólo se va a sentir. A compartir lo que siente un hombre y un toro en el ruedo. Este domingo arranca San Isidro y al margen de tanta industria hay un sitio donde ir y comprender donde estamos cuando pasas del mercado. Donde hay arte y energía sin retoques fotográficos. Una verdad como un templo nunca estuvo tan a mano.
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Va a haber glorias y sustos. Triunfos de la voluntad, grandes fracasos. Va a haber dolor y color. Van a haber oles y aplausos. Broncas, quejas y desprecios. Va a haber un espectáculo que concentra en su existencia vida y muerte ante los ojos. Algo que ya nos ocultan con premeditada simpleza. A ese reducto tan puro no dejen de acudir a verlo. Porque de la magia al milagro hay un toro de por medio. Que una cosa es una industria y otra cosa es el toreo.
Con Alcaraz hecho un toro empieza este domingo San Isidro. Nadal doblando las manos y Alejandro Talavante con cuatro puntos de partido. Con Morante en plena forma, y con Djokovic picado, ha empezado mayo a buen ritmo entre juegos y verdades. Entre tercios y 'tie breaks'. Tardes en las que se nos mezclan recogepelotas, monosabios, árbitros y presidentes, arenas y tierras batidas. A seis juegos por set y seis toros cada tarde se va media primavera. Entre maestros y Master parece que gana uno. Trece días a pelotazos delante de doce mil personas le coronan en los medios como el gran evento del año. Injusticia demostrable a base de matemáticas. Más del doble de festejos, y con el doble de aforo, vertebran la mejor feria de tauromaquia del mundo. No se pueden comparar, pero a compararlos vamos.