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Juan José Cercadillo

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Pasivos, activos y activistas

Reyes del postureo y camorristas de lo verde votan a mano alzada que para arreglar este mundo lo mejor es atentar contra el patrimonio pictórico de nuestro museo de El Prado

Foto: Momento en el que los activistas se pegan a 'las majas' de Goya en El Museo del Prado. (EFE/Futuro Vegetal)
Momento en el que los activistas se pegan a 'las majas' de Goya en El Museo del Prado. (EFE/Futuro Vegetal)
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Salvar al planeta es pretencioso. Lo mires por donde lo mires el planteamiento es egocéntrico. Para mí es error de base la forma de contar al mundo que hay que cambiar costumbres. No quiero volver al big bang evitando demagogia, no tengo ni datos ni tiempo, pero cómo poder explicar a un millenial motivado —y de la ESO—, que la tierra da sus vueltas desde hace, dicen, 4.500 millones de años, y que del primer homo hábilis están cumpliendo sus fósiles, si llegan, 200.000 calendarios.

La tierra nos sobrevivirá, ese es el único consenso. Así que estaremos de acuerdo en que, como publicidad, no sería un buen comienzo el de tratar de salvar al planeta de nosotros sino a nosotros del tiempo. El hombre, como centro, sucumbe a la longevidad inaudita del universo. Nos pongamos como nos pongamos el tiempo nos pone en el sitio, si es que el tiempo es una línea y nos ubica en un punto y no un infinito multiverso en el que pasa de todo y todo siempre al mismo tiempo.

placeholder Las activistas de Futuro Vegetal pegadas a 'las majas' de Goya. (EFE/Futuro Vegetal)
Las activistas de Futuro Vegetal pegadas a 'las majas' de Goya. (EFE/Futuro Vegetal)

En un contexto de exceso, de poca necesidad, ciertas facciones de jóvenes con muy buena voluntad dedican tiempo y recursos a tratar de concienciar a los que se supone que mandan en el tema medioambiental. Soñadores y profetas aúnan energía y talento en la misión imposible de armonizar hombre y tierra. Civilización y colapso, y progreso y desierto de mierda, ganan por goleada a la quimera moderna de un planeta sin nosotros. Tanta bonanza industrial, tanto lujo, tantos medios, tanta longevidad de aquello que producimos sin freno ni qué dirán, dan las coces pertinentes a la masa forestal, al dióxido de oxígeno y a la pureza del mar. Un polímero estirado que vale para cualquier cosa invade nuestro planeta a costa de ser eterno. Carbono de los dinosaurios tan tratado con la química, tan usado en cada gesto de nuestro día a día, ahoga con su constancia, con su permanente vida, otras formas de crecer que nos precedieron o acompañan. Plástico para 1.000 años depositado en los mares acaban con cualquier intento de ineficaces tortugas de adaptarse al nuevo medio. Y las tortugas son listas, imaginen animales protozoos o equinodermos.

Estamos cambiando el planeta, y aún lejos de cargárnoslo. Con el planeta no podremos. Porque seguirá dando vueltas, nos pongamos como nos pongamos. Lo que queremos salvar no es la roca volandera que siempre nos dio cobijo. Lo que queremos preservar es a este pobre homínido que en su propia pretensión de colonizar bienestar anda destrozando el hábitat que le hizo prosperar. Eso es una realidad que se suma a nuestra plaga camino de 10.000 millones. Algo tenemos que hacer, alguien se tendrá que concienciar para evitar el esquilme, la aniquilación y la ruina de ese medio natural que permitió nuestra existencia y toda nuestra prosperidad. Es un mensaje importante que dan muchos concienciados que llamaremos pasivos.

Foto: Las dos activistas de JustStopOil que han lanzado el bote de tomate a 'Los girasoles' de Van Gogh. (Twitter)

Y creo algo ha calado porque sí que estamos en ello. Ahí aparecen los buenos, los que de verdad de la buena salvarán nuestro planeta. Los activos. Sin pancartas, sin contarlo. Por vocación o por pasta, el mejor de los sistemas, llegaremos al futuro que tiene que ser sin humos, sin residuos y sin plásticos. Hay gente inventando animales que les guste comer desechos artificiales y luego cagar abono. Otros con el hidrógeno entre manos, o nos revientan o crean la energía perpetua y limpia que llevamos milenios esperando. A ver qué hacemos con ella. Hay quien ha conseguido agua en medio del desierto a base de robársela al aire que le rodea. Usamos ya el sol y el viento con sorprendente eficiencia, si lo vieran nuestros abuelos... Perfeccionando el grafeno para poder almacenar no se necesitará quemar ni roca ni líquido de subsuelo que tenga carbono y lo suelte contra la atmósfera. Hay ya millones de inventos que evitan tanto residuo como el que hemos almacenado. Todas esas bolsas y envases, todos esos utensilios, que si no paramos pronto nos cubrirán el planeta, que está a punto de pasar de ser verde a vertedero. Hay genios trabajando en esto y a estos hay que cuidarlos.

Luego están los activistas. Reyes del postureo y camorristas de lo verde. Gente que cree entender el alcance del problema se junta en edificio okupa, nombra rey a un vegetal que no han visto en su puta vida, se hablan con e inclusiva, normalizan el cannabis y votan a mano alzada que para arreglar este mundo lo mejor es atentar contra el patrimonio pictórico de nuestro museo de El Prado. Lo que pasa en sus cabezas —no sé si al borde del coma etílico o de la borrachera de ego, que todo pudiera pasar—, para terminar decidiendo que lo bueno es machacar a alguna maja de Goya, yo no lo puedo explicar.

Foto: 'La maja desnuda'. Francisco de Goya. 1795-1800. Museo del Prado.

Imagino la asamblea en ese edificio okupado o en local subvencionado que abundan últimamente, de gente entregada al rasta, al animal de compañía, a flauta desafinada, al harapo por bandera, a destruir el sistema que no quieren para ellos, a demonizar un dinero que, dicen, no necesitan. Les veo haciendo el recuento en su megalomanía: votos a favor de limpiar el bosque, no sea que se nos queme todo en el próximo año: cero. Votos a favor de salir en la tele: 8. Unanimidad de objetivo entre miembros y miembras del chiringuito, que uno está castigado por sus padres por estrellar el Porsche y con la última escisión perdieron los otros seis miembres que tenían. La siguiente moción resulta algo más asamblearia y algo más debatida, y se pierden unas horas. Se apuran petas y botellas, en la elección de la sopa, en la selección del cuadro y el casting de los protagonistas del evento.

Al final los elegidos se sienten igual que en Matrix y con solo un par de tardes nos van a sacar a todos de la mierda de mundo en el que vivimos. Esa puerta al paraíso la van a abrir en El Prado. Se van a pegar a un cuadro, que lo de pegarse a cuerpo limpio con el cuerpo de policía ya les parece obsoleto —y que van muy bien armados—. Ole sus santos cojones de pensar como ellos piensan. Espero que el mal que hagan con esas iniciativas no sea mayor que el bien que le hacen al planeta. Solo se lo podrían cargar si forman parte de una lista de las que hay que votar. Ojalá que no suceda.

Salvar al planeta es pretencioso. Lo mires por donde lo mires el planteamiento es egocéntrico. Para mí es error de base la forma de contar al mundo que hay que cambiar costumbres. No quiero volver al big bang evitando demagogia, no tengo ni datos ni tiempo, pero cómo poder explicar a un millenial motivado —y de la ESO—, que la tierra da sus vueltas desde hace, dicen, 4.500 millones de años, y que del primer homo hábilis están cumpliendo sus fósiles, si llegan, 200.000 calendarios.

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