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Rescoldos, comisiones y omisiones
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Juan José Cercadillo

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Rescoldos, comisiones y omisiones

Contra un Koldo abrasado, soplan algunos el rescoldo de la Gürtel buscándose otros incendios donde no se acumulen víctimas. Y que sirvan de relleno a redichos tertulianos y voceros. Los ERES no son lo que eran

Foto: Fotografía de archivo tomada en 2019. En la imagen, Koldo García junto al entonces ministro de Fomento, José Luis Ábalos. (EFE/Archivo Manuel Bruque)
Fotografía de archivo tomada en 2019. En la imagen, Koldo García junto al entonces ministro de Fomento, José Luis Ábalos. (EFE/Archivo Manuel Bruque)
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Vaya brasa de semana. Karma en estado puro. Un lazarillo de dos metros, un ciego pensando en lo suyo. Radiografía de Iberia, personajes milenarios y sálvense los que puedan. Del por qué me has hecho esto, al no vas a hacerme daño. La ficción es aburrida vista nuestra realidad. La fricción nos aglutina, sobre todo cuando se da entre jinetes cabalgando a lomos del mismo jaco y que, sin saber muy bien por qué, pasan al enfrentamiento enarbolando las lanzas en su formato de puyas.

Tratan de descabalgarse, desmarcarse, destronarse, destrozarse, delante de nuestros ojos tan acostumbrados a torneos como a contorneos políticos llevados hasta el absurdo. Esas justas medievales que eran pura algarabía hoy nos captan las audiencias, tanto o más por saber si son injustas que porque sigan pareciendo espectáculos del medievo. El señor, el escudero, el noble desde su castillo, el guerrero maltratado que le luchó en mil cruzadas sacrificado al momento, que mantener bien el reino es nuestra única espada.

Del tú más, al menos yo, todos –incluso los que eran nuestros– contado a todos los micrófonos para que queden bien claras las dos Españas de siempre, que empiezan a ser demasiadas. Los condes de otros terrenos quieren ver la mano dura que ha de defenderles a ellos. Y de blandear o blandir depende la legislatura que parece solo subsistir con las espadas en alto.

Foto: Topuria, después de ganar el cinturón de campeón del peso pluma de la UFC. (EFE/Juanjo Martín) Opinión
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El apoyo está muy claro, –y muy caro– es por el yo del final, el yo como fin. Es, sin género de duda, por el mí, por el me, por ese insistente y claro “conmigo pero sin ti” que, no teniendo perdón, persigue no tener pena. De no ser por ese tema otro gallo cantaría. O quizá este mismo entone, si siguen acorralándolo. Eso no hay nadie que hoy lo sepa.

Ábalos es un torrente, podría ser con mayúscula, de explicaciones absurdas. Un flagelo de sí mismo, amenazando a la vez, que muestra más fusta que fuste en su camino al calvario. El cinismo del verdugo sintiéndose víctima de todos. Demasiado rebuscado, actuado, incluso a los ojos de un jurado tan popular como el representado en un Risto buscando su propio triunfo. Son las cábalas de Ábalos. Se exonera en una frase, se culpa con una duda, se absuelve con un silencio, se sentencia en su oratoria. De aspirante a confuciano, todo piedad y bondad, a rey del confusionismo a toda velocidad: a cien entrevistas por hora, como no funcione el airbag…

Foto: El presentador de 'Todo es mentira', Risto Mejide. (Mediaset)

Narra sin pestañear, forzando su cara de pasmo, el vuelco que ha dado su vida por una imprudencia de Koldo, por un veredicto en Ferraz. Del feudo de infraestructuras, con una corte entregada basada en la manga ancha, al corte de manga en directo en la tele y a la cara que rematan con un dedo los que con el mismo puño sostenían una rosa. Y él no sale de su asombro, dicen sus ojos de plato en platós de todo sesgo.

“No me están haciendo esto” parecen decir sus ojos, “no me estáis haciendo esto” dicen sus cejas curvadas. “Tengo miles de respuestas” dice con gesto de mueca aún no identificada. Acierten por Dios con las preguntas y no acepten más silencios, más ambages, más bravatas. Entren al trapo y pregunten, aunque sea su estrategia la amenaza de respuesta para tejer una red que frene en algo su caída mientras baja a los infiernos demonizado y solo. Tienen que hacérselas rápido que, avalado queda, éste Ábalos abalanzado cae desde demasiado alto y con exceso de peso.

placeholder José Luis Ábalos. (Eduardo Parra/Europa Press)
José Luis Ábalos. (Eduardo Parra/Europa Press)

Emputado, no imputado, describe mejor sus sentimientos y su condición de aforado. Hecho mixto en un momento. En el sentido más literal y descriptivo del término, que el lenguaje entre las bandas están llenas de matices que a veces se nos escapan. Chispa y chiste de ese gremio que llamamos diputados. Le han hecho mixto los suyos arrinconándole a un lado. Cuando la jerigonza se hace parlamentaria, la jerga se torna juerga y el argot medio de vida. Entenderles no es lo nuestro, eso lo tienen muy claro y sacan ventaja de ello. Ni un congreso de traductores arregla este galimatías que tiene tan alejados a los que mandan de los que opinan con votos.

Contra un Koldo abrasado, soplan algunos medios el rescoldo de la Gürtel buscándose otros incendios, donde no se acumulen víctimas, y que sirvan de relleno a redichos, de repetir, tertulianos y voceros. Los ERES no son lo que eran. Nunca fueron titulares por mucho que el PP insistiera en lo de calienta que sales. Podría poner mil ejemplos. El listado de los casos se hace demasiado grande si analizas los sumarios, los judiciales y los de los telediarios.

Foto: José Luis Ábalos, con la camiseta del Zamora CF.

Todo parece decir que esta lacra de mentir, mercar, robar, enriquecerse, no parece tener fin. O, por decirlo más claro, más bien es el fin último de los listos y las listas que se cuelan en las ídem. De las puestas y los puestos que pelean por conseguir… un ídem de ídem convenientemente remunerado. Pero la corrupción tiene otra cara de la que hablamos muy poco. En la persecución justificada de esos listos de las listas también algunos buscan brujas. Y la caza de hechiceras está colapsando España.

Don Tancredo

La mejor solución para el funcionario asustadizo o para el político menos ambicioso es sin duda el Don Tancredo. La famosa posición de aquí estoy, pero no muevo ni un dedo. Porque quien no hace no yerra, ni nunca le acusarán de nada. Y su versión más perversa: si hago algo es para poder asegurarme de que aquí no se haga nada. La corrupción es una pega que hace aumentar las pegas para que inversiones y proyectos encallen en los informes, en comisiones o plenos. Apostar tu puesto perpetuo, o tu próxima legislatura, a la inercia, y a lo menos, es la otra cara de la misma moneda: la de no hacer bien tu trabajo. Pareciera que en general solo les quedara optar entre la comisión o la omisión. Trágico panorama, más real de lo que parece.

Deberíamos analizar si no estamos haciendo mal dando esto por inevitable. Quedan muchos que sí empujan y promueven, que cambian y mejoran cosas a pesar de los papeles y de tener todo en contra. Esas cosas de calado que calan menos en la prensa y que mejoran a la gente y sus condiciones de vida. Ojalá que todos lo tengamos más en cuenta para votar o botarles a golpe de papeleta, muchísimo más efectiva que esta absurda pataleta.

Vaya brasa de semana. Karma en estado puro. Un lazarillo de dos metros, un ciego pensando en lo suyo. Radiografía de Iberia, personajes milenarios y sálvense los que puedan. Del por qué me has hecho esto, al no vas a hacerme daño. La ficción es aburrida vista nuestra realidad. La fricción nos aglutina, sobre todo cuando se da entre jinetes cabalgando a lomos del mismo jaco y que, sin saber muy bien por qué, pasan al enfrentamiento enarbolando las lanzas en su formato de puyas.

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