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El día que Merkel llegó en tren a Hendaya
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Javier Caraballo

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El día que Merkel llegó en tren a Hendaya

Sólo falta ya que alguien compare las dos visitas; algún humorista de prensa que la dibuje en su viñeta con el bigotito, algún político desbocado que busque

Sólo falta ya que alguien compare las dos visitas; algún humorista de prensa que la dibuje en su viñeta con el bigotito, algún político desbocado que busque en el exabrupto la fama efímera de los titulares. Aquella primera visita, la de Hitler, fue el 23 de octubre de 1940, y ésta de hoy, la de Angela Merkel, se inscribirá en el calendario de la historia de España con los dígitos de este día, el jueves 6 de septiembre de 2012. Y está creciendo tanto en el ambiente la comparación de esta crisis económica con los efectos devastadores de una guerra, y se está asentando tanto en el ánimo general la vinculación del liderazgo de esta Alemania en la Unión Europea con el ansia invasora de la Alemania de las dos guerras mundiales; se extiende tanto la animadversión contra Alemania que ya sólo falta eso, que alguien compare la visista de hoy de Angela Merkel con aquella de Hitler a Hendaya. 

No está lejos, no, porque ya, de hecho, se puede leer en muchos comentarios, en muchas tertulias; que todo lo que ocurre en Europa -dicen- se puede equiparar con la tercera guerra mundial; que ahora sí, Alemania tiene a su alcance hacerse con el control absoluto de Europa, con la sumisión total de Europa. Ya no con la guerra, ya no con bombarderos ni tanques, sino con un sistema de colonización mucho más efectivo, la total dependencia económica y financiera. Como éste es un país en el que la teoría de la conspiración anida con tanta facilidad, ya sólo falta eso, que alguien aproveche la visita de hoy de Angela Merkel para pintarla con un bigote, en la estación de Hendaya. Y a su lado, Rajoy disfrazado de Franco, barrigón y sonriente. La tercera guerra mundial…

En Europa faltan líderes y sobran voceros nacionales y nacionalistas. Ésta de hoy no es la réplica de la visita ominosa de Hitler a Hendaya con el Caudillo español haciéndole los honores. Aquella tragedia, por fortuna, está muy lejos ya, pero el peligro de que Europa se caiga de la historia está más cerca que nunca

¿Llegaremos a eso, al disparate grotesco, al discurso fácil del agravio y el odio contra todo lo que tenga que ver con Alemania? Pues la cuestión es que, al ritmo que van los acontecimientos, esta deriva es la única opción que está creciendo entre nosotros, día a día, quizá sin que nadie se percate de las consecuencias que tendría para Europa. Aumenta esta espiral de enfrentamientos territoriales y de egoísmo ciudadano alentado por políticos populistas sin que, enfrente, se vislumbre un liderazgo, un discurso de unión, de esperanza, de solidaridad, de apoyo. Por eso en la cita de hoy, antes que hablar de la prima de riesgo o de las reformas económicas que estén por llegar, Merkel y Rajoy tendrían que sentir el vértigo del momento que vivimos y la posibilidad real de que Europa pierda definitivamente, por primera vez en dos mil años de historia, su lugar en el mundo si se mantiene la indecisión con la que está afrontando esta crisis económica.

Para conjurar ese peligro, lo primero que tendría que ocurrir es que todos los agentes que participan de Europa se decidan a dar un paso atrás en la tentación egoísta de mirar para adentro, de enrocarse, como si la autarquía fuera la respuesta a la globalización. El concepto de soberanía de los distintos estados europeos no puede seguir contemplándose con la solemnidad de hace trescientos años, como si nada hubiera pasado en el mundo. Por extensión, las pretensiones independentistas que se plantean en España tendrían que desplomarse solas, por el ridículo anacrónico que suponen, aunque eso sólo ocurrirá cuando se imponga la razón mayor de Europa ya que aquí jamás se dará un pacto de Estado que sirva para reorganizar el modelo autonómico. A partir de ahí, una vez que entendamos que los problemas de Europa sólo se solucionan con más Europa, se habrán de dar pasos decisivos para la unión real de todos los países. Unión política y unión fiscal efectiva, unos estados unidos europeos en los que todos estén obligados con las mismas reglas y todos estén amparados por la misma cobertura, sin primas de riesgo que separen cada vez más a los países. Esta unión a medias de la moneda común ya no da más de sí; esta unión política a medias hace años que está desbordada, por inútil, por insuficiente.

En Europa faltan líderes y sobran voceros nacionales y nacionalistas. Ésta de hoy no es la réplica de la visita ominosa de Hitler a Hendaya con el Caudillo español haciéndole los honores. Aquella tragedia, por fortuna, está muy lejos ya, pero el peligro de que Europa se caiga de la historia está más cerca que nunca. 

Sólo falta ya que alguien compare las dos visitas; algún humorista de prensa que la dibuje en su viñeta con el bigotito, algún político desbocado que busque en el exabrupto la fama efímera de los titulares. Aquella primera visita, la de Hitler, fue el 23 de octubre de 1940, y ésta de hoy, la de Angela Merkel, se inscribirá en el calendario de la historia de España con los dígitos de este día, el jueves 6 de septiembre de 2012. Y está creciendo tanto en el ambiente la comparación de esta crisis económica con los efectos devastadores de una guerra, y se está asentando tanto en el ánimo general la vinculación del liderazgo de esta Alemania en la Unión Europea con el ansia invasora de la Alemania de las dos guerras mundiales; se extiende tanto la animadversión contra Alemania que ya sólo falta eso, que alguien compare la visista de hoy de Angela Merkel con aquella de Hitler a Hendaya. 

Angela Merkel