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Rubalcaba y Susana; primarias con trampa
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Javier Caraballo

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Rubalcaba y Susana; primarias con trampa

El poder ofrece a quien lo ostenta la posibilidad de desarrollar una enorme capacidad de abstracción. Susana Díaz, por ejemplo. Ella lo sabe bien. Su veloz

El poder ofrece a quien lo ostenta la posibilidad de desarrollar una enorme capacidad de abstracción. Susana Díaz, por ejemplo. Ella lo sabe bien. Su veloz implantación en la política nacional y, de forma particular, en el Partido Socialista, no se habría logrado sin que la presidenta andaluza no manejase con destreza las posibilidades de abstracción que le brinda el poder. Digamos que, sencillamente, Susana Díaz ya no tiene nada que ver con la mujer que era hace dos meses, antes de que la espantada de Griñán por el escándalo de los ERE la catapultara a la presidencia de la Junta de Andalucía. La nueva Susana Díaz, la actual, está tan despegada de su pasado que cuando este fin de semana pisaba los pasillos de la Conferencia Política se la observaba, se la trataba, como si fuera ella la única dirigente socialista que conserva en España el apoyo de los ciudadanos. Y cuando habla, cuando le preguntan por los problemas del PSOE, Susana Díaz encoge el gesto y pide avanzar en la democracia interna del partido.

Como cuando alguien le pregunta por los escándalos de corrupción, porque ella se revolverá extrañada, molesta: “Yo voy a combatir la corrupción con todas mis armas”. Nadie, en definitiva, diría al oírla que, en realidad, Susana Díaz nunca ha ganado unas elecciones, que las encuestas de opinión le otorgan un escaso margen de conocimiento entre la población, que llegó a la presidencia de la Junta de Andalucía tras un proceso interruptus de primarias y que muchos de los escándalos de corrupción se desarrollaron con ella como dirigente regional del PSOE. La abstracción del poder ha borrado todo eso.

Susana Díaz jamás va a cometer el error de intentar moverle la silla a Rubalcaba, para colocarse ella. Tiene poder y juventud suficientes para esperar serenamente a que llegue su momento

Por ello, como Susana Díaz lo sabe, y lo maneja bien, la pasada Conferencia Política se la planteó como un segundo acto en su irrupción en la política nacional, en el núcleo mismo del PSOE; un segundo acto en el que ha fijado su influencia real, la actual, que nada tiene que ver con el pasado y que le permite colocarse de referencia, de pivote de todos y de todo dentro del Partido Socialista. Su papel ahora no va a alejarse de ahí, que nadie espere más. La influencia es un paso decisivo en la carrera política de Susana Díaz, mucho más que la aceptación precipitada de cargos públicos u orgánicos.

Se equivocaban tanto los que presumían hace unos días de que Susana Díaz podría pretender algún asalto a la secretaria general del PSOE como quienes intentaron dentro del partido colocarla como florero de la Conferencia Política, sentada en la presidencia del cónclave socialista como una papisa decorativa. Y no, claro, porque Susana Díaz no suele caer en esas trampas para elefantes, que para eso se licenció con el doctorado cum laude en las tripas del Partido Socialista. Lo suyo era intervenir desde la tribuna, algo que nunca había hecho en este tipo de eventos socialistas a los que acudía en segunda o tercera fila. Y, a partir de entonces, dejarse halagar como nueva referencia del socialismo español. “Susana Díaz y el PSOE andaluz se han convertido en el referente del socialismo y van a marcar el rumbo, los plazos y el tiempo" en este partido, como dijo ayer Belloch.

La presidenta andaluza no pretendía otra cosa. Por eso, lo que queda claro entre quienes la conocen es que no existe en la actualidad ninguna hipótesis de trabajo que pueda estar más alejada de la mente de la presidenta andaluza que la de escalar un paso más en el PSOE. Con sus 39 años recién cumplidos y el Gobierno andaluz en sus manos, Susana Díaz jamás va a cometer el error de intentar moverle la silla al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, para colocarse ella. Tiene poder y juventud suficientes para esperar serenamente a que llegue su momento. Con esos mimbres, ¿quién iba a ser tan insensato de plantearse mayores metas en plena travesía del desierto del PSOE? Susana Díaz, desde luego, no. De hecho, ayer mismo, nada más regresar de la conferencia, lo primero que hicieron en el PSOE andaluz fue descartar esa posibilidad: “Ella se debe a los andaluces y esa es su orientación”.

Ahora toca influencia, y lo primero ya lo ha hecho. En el intenso debate sobre las elecciones primarias, Susana Díaz, aunque pueda aparentar otra cosa, va a respaldar en casi todo a la ejecutiva federal del PSOE y a su secretario general. En el debate de las primarias del PSOE se ha podido ver con mucha claridad. Susana, que ya demostró su destreza en la convocatoria de elecciones primarias que sólo lo son en apariencia, no ha tenido problema alguno para entenderse con Alfredo Pérez Rubalcaba y, entre los dos, han diseñado ya un proceso de primarias en el PSOE que puede convertirse en un campo de minas para los rivales del aparato.

El poder ofrece a quien lo ostenta la posibilidad de desarrollar una enorme capacidad de abstracción. Susana Díaz lo sabe bien. Porque lo aprendió de Alfonso Guerra, lo desarrolló con Manuel Chaves y lo explotó con Griñán

La jugada oculta se incluye en la ‘hoja de ruta’ diseñada, en la que lo fundamental era que las elecciones primarias no fueran nunca antes de las elecciones europeas de junio del año que viene. ¿Y eso por qué? Porque Rubalcaba no estaba dispuesto a abrir ningún proceso de elecciones primarias en el PSOE sin tener en su mano el resultado de la gran encuesta de las elecciones europeas, que pueden cambiar radicalmente el panorama actual.

Dicho de otra forma, si el PSOE logra un buen resultado en esas elecciones, si gana por un solo voto de diferencia al Partido Popular, incluso si logra un empate técnico, el secretario general de los socialistas se presentará a las elecciones primarias. "Y en ese caso –vaticinan en el PSOE andaluz–, que a nadie le quepa la menor duda de que Susana Díaz apoyará a Rubalcaba en las primarias, con el más del 20% de la agrupación andaluza". Por el momento, a Carmen Chacón, a quien apoyó en el último congreso del PSOE, Susana Díaz ya le ha hecho llegar, por activa y por pasiva, que los tiempos han cambiado y que los apoyos en política no son eternos.

En caso contrario, si el PSOE pierde las elecciones europeas, el panorama de actuación que se ha planteado Susana Díaz es distinto. Y en este caso, además, ha llegado incluso a confesarlo en alguno de los órganos internos del PSOE de Andalucía. "Lo que ha dejado claro Susana Díaz es que el PSOE no puede someterse de nuevo a un periodo de inestabilidad que debilite aún más el partido. Es decir, que si el PSOE pierde las europeas, lo que tiene previsto Susana Díaz es promover la celebración de un congreso federal en el que se elija a un nuevo secretario general. Y después, sólo después, se celebrarían (o no) las elecciones primarias", acaso porque el líder que salga del congreso federal no tendrá rival.

¿Cuántas posibilidades tiene, por tanto, Rubalcaba de perder las elecciones primarias? Ninguna, si se sigue la lógica anterior porque sólo se presentaría a las primarias en el caso de que el PSOE consiguiera la victoria en las elecciones europeas, lo que le proporcionaría un aval decisivo del que carecerán todos sus posibles adversarios. Todo el aparato del partido se situaría entonces, con Susana Díaz a la cabeza, a favor de consolidar el liderazgo de Rubalcaba, como abanderado de un nuevo ciclo de victorias socialistas. Y en el caso contrario, si el PSOE pierde las elecciones europeas, Rubalcaba anunciará que renuncia a las primarias y a la secretaría general del partido. Y también en ese caso, como queda dicho, el sucesor, elegido previamente líder del PSOE, haría inviable, innecesaria, reiterativa, la convocatoria de unas elecciones primarias.

El poder ofrece a quien lo ostenta la posibilidad de desarrollar una enorme capacidad de abstracción y, por ende, de reinventarse. Se trata de eso. Susana Díaz lo sabe bien. Porque lo aprendió de Alfonso Guerra, lo desarrolló con Manuel Chaves y lo explotó con Griñán. Susana es mujer de partido. Por eso ha sido tan fácil el entendimiento con Rubalcaba. Sólo hacía falta decirlo: “El PSOE ha vuelto”. 

El poder ofrece a quien lo ostenta la posibilidad de desarrollar una enorme capacidad de abstracción. Susana Díaz, por ejemplo. Ella lo sabe bien. Su veloz implantación en la política nacional y, de forma particular, en el Partido Socialista, no se habría logrado sin que la presidenta andaluza no manejase con destreza las posibilidades de abstracción que le brinda el poder. Digamos que, sencillamente, Susana Díaz ya no tiene nada que ver con la mujer que era hace dos meses, antes de que la espantada de Griñán por el escándalo de los ERE la catapultara a la presidencia de la Junta de Andalucía. La nueva Susana Díaz, la actual, está tan despegada de su pasado que cuando este fin de semana pisaba los pasillos de la Conferencia Política se la observaba, se la trataba, como si fuera ella la única dirigente socialista que conserva en España el apoyo de los ciudadanos. Y cuando habla, cuando le preguntan por los problemas del PSOE, Susana Díaz encoge el gesto y pide avanzar en la democracia interna del partido.

Susana Díaz Alfredo Pérez Rubalcaba Carme Chacón