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Javier Caraballo

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España contra Cataluña

Como un movimiento independentista como el catalán se guía por las leyes físicas de un globo aerostático, los tripulantes saben bien que el gas no puede

Como un movimiento independentista como el catalán se guía por las leyes físicas de un globo aerostático, los tripulantes saben bien que el gas no puede faltar en ningún momento. Las bocanas de fuego, de aire caliente, son indispensables para que el globo se mantenga hinchado en el aire, paseando sus colorines por el azul. En la deriva independentista catalana, los fogonazos no faltan, cada semana surgen nuevos impulsos que calientan el aire y mantienen la idea a flote, con el único inconveniente de que, como humanos que somos, las ideas se van agotando y muchas veces es inevitable que la reiteración conduzca al patinazo, al ridículo. Las proclamas de Gandhi o Luther King, un poner, como referentes históricos de la lucha del pueblo catalán.

Otras veces, sin embargo, los impulsos son más certeros y provocan en la sociedad una verdadera convulsión, como la pasada cadena humana de septiembre que recorrió Cataluña entera y en la que participaron miles y miles de catalanes.

El próximo impulso al globo de la independencia se ha condensado en un ‘seminario histórico’ que se celebrará en diciembre. El título no deja lugar a dudas: “España contra Cataluña”. Desde luego, no se podría haber elegido un título mejor para el evento porque ninguno como este representa la realidad de ese movimiento independentista que, sencillamente, no se sustentaría sin agitar continuamente el odio y el agravio. Y no es una apreciación fútil, no; el título es una verdadera declaración de intenciones.

Los folletos que ha repartido el Centro de Historia Contemporánea de Cataluña informan que en el seminario “los diversos ponentes analizarán las condiciones de opresión nacional que ha sufrido el pueblo catalán a lo largo de estos siglos, las cuales han impedido el pleno desarrollo político, social, cultural y económico de Catalunya”. Se trata, como verán, de organizar un seminario por organizarlo (nueva bocana de aire caliente) porque las conclusiones ya se han antepuesto: existe una historia de opresión de España que ha impedido el desarrollo de Cataluña. Como seminario histórico no tiene desperdicio.

Como un movimiento independentista como el catalán se guía por las leyes físicas de un globo aerostático, los tripulantes saben bien que el gas no puede faltar en ningún momento

De todas formas, pese a ser todo tan previsible, incluso un debate de esta naturaleza tiene aspectos positivos. Aunque se trate de un debate que ya nace sesgado, la mera propuesta intelectual agita la información y, de forma inevitable, se oirán testimonios que no concuerdan con la tesis oficial. El seminario, por ejemplo, limita la opresión a dos fechas: "España contra Cataluña, una mirada histórica (1714-2014)". La primera es la muy celebrada fecha del inicio del independentismo, la Guerra de Sucesión, en la que los nacionalistas han fijado el inicio de su movimiento.

La segunda fecha, el año que viene, se supone que es la culminación de ese proceso con el referéndum de la independencia, que se incluye ya aunque no se haya celebrado la consulta y el año, como es evidente, ni siquiera haya llegado. Que también esto es significativo, que se incluya en el análisis de la historia lo que está por llegar. Pero bueno.

Sobre la primera fecha, uno de los historiadores contemporáneos más serios que hemos tenido, Antonio Domínguez Ortiz, dejó escrito hace más de una década en su libro España, tres milenios de historia que “tergiversan y mienten los nacionalistas cuando pintan a los adalides carlistas como independentistas. La transformación de carlistas derrotados y frustrados en independentistas fue un fenómeno posterior”.

Y recordaba el grito de los carlistas: “Cueste lo que cueste/ se ha de conseguir/ ver al rey Don Carlos/ en su corte de Madrid” (Marcha de Oriamendi). Y sobre la segunda fecha, en fin, está por llegar y ya veremos qué ocurre, por mucho que el fenómeno del independentismo en Cataluña sea una realidad expansiva de la que, en efecto, participa ya una gran parte del pueblo catalán.

Ya se verá qué ocurre, sí, porque, como movimiento que se guía por las leyes físicas de antes, puede llegar el día en el que, por las causas que sean, el globo comience a desinflarse. Al respecto, se ha publicado en La Vanguardia un artículo de un historiador catalán, Josep Maria Fradera, en el que se incluye la confesión que en su día le hizo Francesc Cambó a un periodista cuando le preguntó sobre la verdadera esencia del nacionalismo catalán y este le confesó que “la narración histórica del nacionalismo catalán, a la que tanto había contribuido, le parecía carente de realismo y excesiva de sentimentalidad”.

Luego, el historiador catalán concluye la anécdota de forma magistral: “Ciertamente, una cosa es percibir el problema y otra es dar con una salida practicable. En palabras de Timothy Snyder en The Reconstruction of Nations: “Refutar un mito es como bailar con un esqueleto: es muy difícil desengancharse del decepcionante y tenue abrazo una vez la música ha empezado, cuando te das cuenta de que son tus pasos los que lo mantienen en movimiento”. Bailar con un esqueleto. Genial. El seminario catalán promete, sí señor. 

Como un movimiento independentista como el catalán se guía por las leyes físicas de un globo aerostático, los tripulantes saben bien que el gas no puede faltar en ningún momento. Las bocanas de fuego, de aire caliente, son indispensables para que el globo se mantenga hinchado en el aire, paseando sus colorines por el azul. En la deriva independentista catalana, los fogonazos no faltan, cada semana surgen nuevos impulsos que calientan el aire y mantienen la idea a flote, con el único inconveniente de que, como humanos que somos, las ideas se van agotando y muchas veces es inevitable que la reiteración conduzca al patinazo, al ridículo. Las proclamas de Gandhi o Luther King, un poner, como referentes históricos de la lucha del pueblo catalán.