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¿Por qué lo llaman indulto?
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Javier Caraballo

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¿Por qué lo llaman indulto?

Hace doscientos años, cuando en España se redactó la Constitución más moderna y avanzada de su tiempo, el indulto ya era una costumbre que chirriaba. Si

Hace doscientos años, cuando en España se redactó la Constitución más moderna y avanzada de su tiempo, el indulto ya era una costumbre que chirriaba. Si un país consagraba el imperio de la Ley, el Estado de Derecho y la separación de Poderes, ¿quién podía entender que, en esa lógica nueva, permaneciera un privilegio absolutista como el indulto, la caridad o el desprecio otorgado por el hombre que se veía ungido por la gracia divina?

Uno de los diputados de las Cortes de Cádiz, Vicente Tomás Traver, lo tachó de “barbarie gótica” y arremetió contra una costumbre que, en el fondo, seguía considerando a los hombres y a las mujeres súbditos de señores feudales, no ciudadanos de un estado moderno. Se pidió entonces, que por mantener la costumbre, el indulto se limitase a la tradición religiosa, al reo indultado del Viernes Santo, pero, como en el fondo la gracia es también una tentación del poder a la que nunca renunciará, el indulto siguió vigente.

Así hemos llegado a la actualidad, doscientos años que han cambiado la historia, pero no la esencia del indulto. Como entonces, un dedo superior, como el del César, es quien concede el indulto a su antojo; como los reyes absolutistas de entonces, en la España de la actualidad, es el Gobierno de la nación quien concede los indultos cuando quiere y a las personas que quiere. A su antojo y sin dar explicaciones. Es así, exactamente así, pero se ve mejor con los ejemplos.

¿Por qué en el último Consejo de Ministros de Zapatero, precisamente de Zapatero, se indultó a dos condenados por delitos sexuales, uno por abusos y otro por coacción para la prostitución?

Año 2006. Barcelona. En el transcurso de una investigación policial, el Grupo de Atracos de los Mossos d’ Esquadra centra sus sospechas, con bastantes dudas, en un rumano. El jefe del Grupo ordena a cuatro mossos que detengan al rumano en cuestión y allí que se van, vestidos de paisano, a esperarlo a la puerta del bloque de pisos donde vivía. Cuando lo ven salir, sin identificarse, le ponen una zancadilla, le tiran al suelo y comienzan a patearlo. Uno de ellos le pisa la cabeza para que no pueda gritar mientras los otros lo golpean. Se acercaron algunos vecinos, recriminaron a la policía, pero como en las películas, uno de los agentes sacó la placa y mostró su pistola: “Cállese, estamos haciendo nuestro trabajo”. En el coche, le abrieron la boca y le metieron el cañón de la pistola: “Si no confiesas, te tiramos por un barranco”. La Audiencia de Barcelona, primero, y el Tribunal Supremo, después, condenó a los mossos a prisión e inhabilitación por delitos de tortura, maltrato, lesiones y detención ilegal. Pero ni siquiera tuvieron que entrar en prisión. El año pasado, en febrero, el Gobierno los indultó. Les conmutaron las penas por otras que le permitían eludir la cárcel y seguir ejerciendo de funcionarios públicos.

¿Por qué los indultó el Gobierno? Puede pensarse en todo tipo de intereses políticos, corporativos o económicos; pueden abrirse todas las especulaciones porque, ciertamente, no existe ninguna clase de explicaciones mínimamente  convincentes. La cuestión es que los indultos proliferan con todos los Gobiernos y constituyen una especie de amnistía selectiva y encubierta que, en apariencia, nada tiene que ver ni con las ideologías ni con los principios. No existe una estadística comparativa sobre el perfil de los indultados de la misma forma que no existe un criterio previo: se indulta a quien quiere el Gobierno. Punto.

Zapatero indultó en sólo dos años (2006 y 2007) a más de mil personas y con Rajoy se ha mantenido esa media, de cerca de quinientas personas al año. ¿Por qué en el último Consejo de Ministros de Zapatero, precisamente de Zapatero, se indultó a dos condenados por delitos sexuales, uno por abusos y otro por coacción para la prostitución? ¿Y por qué el Gobierno de Rajoy, precisamente Rajoy, indultó al conductor 'kamikaze' que fue condenado a 13 años de prisión por la muerte de un joven de 25 años? El Supremo le ha ordenado que justifique convenientemente el indulto, pero ya verán cómo el indultado sigue en la calle porque, como ha sucedido hasta ahora, el Gobierno no está obligado a justificar ningún indulto. Es la ‘barbarie gótica’, que se ha colocado en el Estado de Derecho de las democracias.

Todos los corruptos hacen lo mismo. Reciben la condena, convocan una rueda de prensa falsamente compungidos, y anuncian que van a solicitar el perdón

Cuando el indulto de los mossos, doscientos jueces de toda España elaboraron un comunicado de protesta que, por supuesto, no tuvo más trascendencia que la publicación al día siguiente en los medios de comunicación. Y decían: “Al instrumentalizar el indulto para la consecución de fines ajenos a los que lo justifican, el Gobierno dinamita la división de poderes y usurpa el papel del Poder Judicial, trasladando a la Judicatura un mensaje inequívoco de desprecio al situarla en una posición subordinada en el orden constitucional".

Un año después, hace unos días, los jueces decanos de toda España se reunieron en Sevilla y acordaron proponer la supresión de la posibilidad que establece el Código Penal de suspender el cumplimiento de las penas por casos de corrupción en caso de que se solicite el indulto. Debe ser que los jueces ya se ven venir una cadena de indultos a los últimos condenados por corrupción. Todos hacen, además, lo mismo. Reciben la condena, convocan una rueda de prensa falsamente compungidos, y anuncian que van a solicitar el perdón. De lo que se trata es de demorar el ingreso en la cárcel mientras que la condena esté reciente en la mente del personal y esperar que pase un tiempo, a que se calmen las aguas.

Es lo que espera José María del Nido, condenado por el desfalco de Marbella, o lo que ha solicitado también Jaume Matas, condenado por el caso Palma Arena. Todos en cola a esperar la gracia del Gobierno, que es la desgracia de sus víctimas; la gracia del Gobierno, que es la burla del Poder Judicial; la gracia del Gobierno, que es la mayor anacronía de un Estado de Derecho. ¿Indulto? Pero, ¿por qué lo llaman indulto, cuando deberían llamarlo insulto?

Hace doscientos años, cuando en España se redactó la Constitución más moderna y avanzada de su tiempo, el indulto ya era una costumbre que chirriaba. Si un país consagraba el imperio de la Ley, el Estado de Derecho y la separación de Poderes, ¿quién podía entender que, en esa lógica nueva, permaneciera un privilegio absolutista como el indulto, la caridad o el desprecio otorgado por el hombre que se veía ungido por la gracia divina?

Indulto Mariano Rajoy José María del Nido