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¿Qué ocurre si la Justicia libera a un psicópata a sabiendas de que jamás se rehabilitará?
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Javier Caraballo

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¿Qué ocurre si la Justicia libera a un psicópata a sabiendas de que jamás se rehabilitará?

¿Tiene sentido pretender la reinserción social de un delincuente cuando sabemos científicamente que un psicópata jamás se rehabilita?

Foto: Restos del incendio en una vivienda de Dos Hermanas, en mayo de este año. (EFE)
Restos del incendio en una vivienda de Dos Hermanas, en mayo de este año. (EFE)

En la tele, y en las fotos de los periódicos, aparecían las ventanas chamuscadas, las paredes ennegrecidas, y un grupo de vecinos abajo, a los pies de aquel bloque de pisos, señalando el lugar de la tragedia, la tercera planta. En los informativos de la radio, algún familiar ha explicado llorando que en el piso vivían cuatro niños con su madre, que los estuvo viendo la tarde anterior y que ya nunca más lo volverá a hacer por el incendio tan grande que se declaró por la noche, cuando todos dormían. 20 de mayo de 2014.

Los teletipos de noticias añadían las primeras impresiones de la investigación: “Tragedia en Dos Hermanas. Un niño de seis años falleció este martes después de que se produjera un incendio en la vivienda familiar situada en el barrio de Los Montecillos de Dos Hermanas, donde residía con sus dos hermanos, una niña de 12 meses y un chico de 14 años, que resultaron heridos de gravedad a consecuencia de las quemaduras y la inhalación de humo, y su madre, de 36 años, que sufrió heridas leves en el rostro. Aunque la Policía Científica no ha concluido aún su informe sobre la causa del incendio, todos los indicios apuntan a que se produjo de manerafortuita y se pudo deber a un cortocircuito o a un accidente doméstico”.

Un día después, murió el bebé: “La niña de un año que resultó herida el martes en el incendio de su casa en el barrio de Los Montecillos, en Dos Hermanas, falleció este miércoles en el Hospital Virgen del Rocío. La pequeña murió a la una de la tarde en la UCI del Hospital Infantil, donde pasó las últimas 35 horas de su vida. El bebé fue rescatado por los Bomberos la madrugada del martes. Estaba en una cuna de una habitación a la que no había llegado el fuego, pero sí había entrado mucho humo”. Lo que vino después, reproduce el esquema de desgracias anteriores de esta misma naturaleza. Algunos vecinos culpaban a los Bomberos de haber tardado “veinte minutos” en llegar, el Ayuntamiento decretó luto oficial y en el entierro se desbordó la conmoción de toda la ciudad.

Era la secuencia esperada, habitual, en una desgracia desgarradora como esta hasta que, dos meses después, llegó un comunicado de la Policía Científica: el único hermano que había conseguido sobrevivir al incendio fue el que provocó el fuego. “El presunto pirómano fue detenido el miércoles por la Policía Nacional y puesto a disposición de la Fiscalía de Menores, que ordenó su ingreso en un centro cerrado y bajo tratamiento psiquiátrico”. La investigación determinó, además, que el niño se levantó de noche, pasada la una de la madrugada, roció con disolvente la habitación en la que dormían sus hermanos, le prendió fuego y cerró la puerta.

La Policía Científica, que descartó pronto la tesis del cortocircuito, no era capaz de encontrar una explicación razonable a lo sucedido hasta que halló los informes psiquiátricos del único hermano superviviente. “Manuel, de 15 años, con brotes psicóticos diagnosticados desde su niñez, pero que en el momento del incendio no estaba siguiendo el tratamiento”. En su declaración ante el juez, antes de ingresarlo en el centro de Menores, Manuel confesó que solía tener sueños de esta naturaleza y que los confundía con la realidad.

Nada más se ha sabido desde entonces; no existen más noticias a partir de principios de julio, cuando la Policía resolvió el suceso. Con la imputación de dos delitos de asesinato, tres de tentativas de asesinato (ya que en el piso también estaba su madre, un primo y un hermano de 14 años que resultó con el 60% del cuerpo quemado) y un delito de incendio, Manuel ingresó en un centro de menores a la espera de juicio. A diferencia de otros sucesos protagonizados por menores, el trágico incendio de Dos Hermanas apenas ha tenido repercusión mediática en España, quizá porque todos los protagonistas eran de la misma familia, víctimas y agresor, pero el recorrido del caso judicial será similar.

Se celebrará juicio en el que el menor será condenado, hasta la mayoría de edad cumplirá la pena en un centro de menores y, posteriormente, ingresará en el módulo de menores de una cárcel hasta quedar en libertad. ¿En cuántos años? Es imposible determinarlo ahora, pero, en otros sucesos, los menores homicidas o asesinos han quedado en libertad antes de los diez años de internamiento. Como en el asesinato frío, despiadado y cruel, en San Fernando, de la joven Clara García Casado, en mayo de 2000 a manos de sus compañeras de clase, Iria y Raquel, de 16 y 17 años. En 2006, ya estaban en libertad.

Pero no es esa la cuestión fundamental que se plantea en un caso como este, por polémica y controvertida que pueda ser la Ley del Menor. El asunto fundamental viene de la contradicción que existe entre el espíritu de la legislación española y el carácter de los asesinos con enfermedades mentales de esta naturaleza, psicópatas o psicóticos, pero con comportamiento agresivos. Dicho de otra forma: si la legislación española establece que el fin último de la cárcel es la rehabilitación de un delincuente, qué ocurre cuando se sabe que la integración social de algunos delincuentes con enfermedades mentales es imposible. Mucho más cuando se trata, como en el caso de Dos Hermanas, de menores y gozan de un régimen penal limitado, con lo que estarán en libertad cuando cumplan veintipocos años.

Hace unos años se celebró en Valencia un simposio sobre psicópatas y asesinos, y los ponentes sólo tenían una diferencia entre ellos: si la enfermedad mental de esta naturaleza se producía por un factor biológico o por un factor ambiental, social. Pero, con independencia de esa duda, en lo que estaban todos de acuerdo es que una persona así, capaz de matar, violar o asesinar a sangre fría, jamás se rehabilita. “No hay rehabilitación posible”, dijeron. Pueden estabilizarse mediante la medicación, es verdad, pero, al no estar internados en ningún centro, al estar en libertad, puede ocurrir como con el pirómano de Dos Hermanas; estaba diagnosticado desde niño, pero en ese momento no tomaba la medicación. Y volvieron las alucinaciones psicóticas.

Si no hay rehabilitación posible, ¿tiene sentido seguir aplicando la máxima constitucional de la reinserción del delincuente en la sociedad? Con más medios, con otras fórmulas penales… En España, el debate, la polémica, se produce siempre por los años de prisión cumplidos, que si más, que si menos, pero esta pregunta mayor siempre se soslaya, se evita. ¿No habría que adaptar la legislación a la realidad científica, en beneficio de todos, empezando por los enfermos mentales imposibles de rehabilitar?

El problema, en cualquier caso, no acontece sólo en España. Se recordará el caso Bulger, en Inglaterra, en 1993. Dos niños de 10 años secuestraron en un centro comercial a James Patrick Bulger, de tan sólo dos años. El pequeño James estaba con su madre, pero los dos niños lo secuestraron, lo torturaron y lo asesinaron. Los detalles del asesinato son, sencillamente, escalofriantes. A los asesinos los condenaron a penas de privación de libertad hasta que cumplieron la mayoría de edad. En 2001 quedaron en libertad y en 2010 uno de ellos fue detenido de nuevo como integrante de una red de pornografía infantil; el móvil sexual fue el que se barajó en el asesinato de James Patrick Bulger. Volvió a la cárcel, pero al poco, en 2013, se le otorgó una nueva identidad y quedó en libertad.

Dicen, con razón, algunos especialistas en delincuentes con enfermedades mentales de esta naturaleza que, aun reconociendo las lagunas existentes en la legislación, nadie puede poner en duda los crímenes cometidos por estos asesinos porque hayan reincidido después de cumplir prisión, sin insignificantes al lado de otras lacras sociales, como la violencia de género. Y es cierto, pero tampoco pondrá nadie en duda la alarma social que se genera cuando se sabe que un menor psicópata, o psicótico, que jamás tendrá curación, vuelve a la calle. Manuel, el niño de Dos Hermanas, sigue en un centro de menores a la espera de juicio. Del incendio ya sólo quedan las fotos, con las ventanas chamuscadas y las paredes ennegrecidas, y las lapidas frías de sus hermanos.

En la tele, y en las fotos de los periódicos, aparecían las ventanas chamuscadas, las paredes ennegrecidas, y un grupo de vecinos abajo, a los pies de aquel bloque de pisos, señalando el lugar de la tragedia, la tercera planta. En los informativos de la radio, algún familiar ha explicado llorando que en el piso vivían cuatro niños con su madre, que los estuvo viendo la tarde anterior y que ya nunca más lo volverá a hacer por el incendio tan grande que se declaró por la noche, cuando todos dormían. 20 de mayo de 2014.

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