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Semblanza becqueriana de Viera
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Javier Caraballo

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Semblanza becqueriana de Viera

De lo único que le ha servido el Congreso a Viera ha sido para parapetarse en el aforamiento durante la investigación de los ERE, porque gracias a eso ha eludido siempre las comparecencias ante Alaya

Foto: El exconsejero andaluz de Empleo, José Antonio Viera. (EFE)
El exconsejero andaluz de Empleo, José Antonio Viera. (EFE)

¡Que yo sólo soy maestro, que yo sólo soy maestro!”, decía ante el juez y había que adivinarle el tono lastimero. “Que sólo soy maestro y no entiendo de leyes”, repetía una y otra vez cuando le preguntaban por el escándalo inmenso de los ERE, en el primer día del desfile de los ex altos cargos de la Junta de Andalucía que están aforados en el Tribunal Supremo. Era José Antonio Viera Chacón, y lo único que hemos pasado por alto estos días ha sido el magnífico simbolismo que supone que haya sido él, y no otro, quien haya iniciado las declaraciones ante el juez Alberto Jorge Barreiro. Porque ese hombre, el primer imputado que ha pasado por el Tribunal Supremo, es un veterano dirigente socialista andaluz, de esos que siempre flotan, de esos que guardan secretos, de esos que siempre han sabido esquivar las balas de los escándalos cuando silbaban en sus oídos.

José Antonio Viera, acaso un gran desconocido, representa bien el fondo, las tripas de todo aquello que conduce a la trama de los ERE como sistema de gestión de un Gobierno hegemónico. Ha estado desde el principio en el escándalo de los ERE y ahora dice que nada sabe porque sólo es maestro.

“Ideas sin palabras,

palabras sin sentido;

cadencias que no tienen

ni ritmo ni compás”.

“Que sólo soy maestro”, dice con insistencia pero ese es, curiosamente, el único trabajo que no aparece en su currículum. Antes de afiliarse al PSOE en 1981 fue entrenador de fútbol profesional, y a partir de ingresar en el Partido Socialista, inicia un recorrido de cargos públicos que le ha llevado desde un sillón de concejal en 1983 hasta el sillón de ahora en el Congreso.

Lo más próximo a la educación fue cuando, a finales de los 80, lo nombraron delegado de Educación en Sevilla. Y ya apuntaba entonces: un día, se fue a su casa, cualquiera sabe por qué, con uno de los coches oficiales de la Junta de Andalucía y lo dejó en la puerta, con las llaves puestas, y se lo robaron. Aquel fue el primer escándalo de Viera como hombre público. Ya entonces estaba en las ejecutivas del partido. Pero él no sabe nada, porque sólo es maestro.

“¿Te ríes?... Algún día

sabrás, niña, por qué.

Tú acaso lo sospechas,

y yo lo sé”.

Conforme fue ascendiendo, su nombre ha ido aparecido siempre asociado a los principales escándalos de corrupción que se han denunciado o investigado en Andalucía. En el ‘caso Mercasevilla’, epicentro de tramas futuras, quien estaba en el meollo era el ‘brazo derecho’ de Viera en la provincia de Sevilla, el tal Antonio Rivas. Fue aquel episodio, igual se acuerdan, el intento de extorsión a dos empresarios, que tuvieron la osadía de grabarlo, en el que los enviados de la Junta de Andalucía razonaban con sus interlocutores con la mayor naturalidad. Si querían la subvención, tenía que pagar el peaje preceptivo. “La Junta colabora con quien colabora”.

El que estaba en lo alto de la jerarquía de esas subvenciones era Viera, que ya era consejero andaluz, pero nunca se vio implicado en el caso. Su delegado en Sevilla, Antonio Rivas, sí fue imputado, condenado dos veces y, finalmente, exculpado por el Supremo. Ahora, han vuelto a imputar a Rivas en el fraude de los cursos de formación. De Mercasevilla se llega a los ERE, y ahí Viera sí está en el mismo origen del llamado ‘fondo de reptiles’. Es con Viera como consejero cuando se idea un sistema de ayudas opaco que ha degenerado en esa trama. La firma de Viera está en el documento que propicia el reparto arbitrario de subvenciones, eludiendo todo control e inspección. Pero Viera no sabe nada, porque es maestro.

“Hoy como ayer, mañana como hoy,

¡y siempre igual!

Un cielo gris, un horizonte eterno

y andar... andar.”

Todavía habría que sumarle a todo ellosu presencia, más bien omnipresencia, en una de las ramas principales de la trama de los ERE, la de la sierra norte de Sevilla, mientras que Viera era el líder de los socialistas sevillanos. La cúpula que manejaba el ‘fondo de reptiles’ regaba de millones aquella comarca como si no hubiera un mañana. Empresas sin trabajadores recibían subvenciones de millones de euros.

La juez Alaya desciende en sus autos hasta la evidencia más grosera de aquel despilfarro cometido con fondos que tenían que servir para crear empleo: “Ninguna de estas ayudas se dedicó a la promoción del empleo, pues muchas de estas empresas no tenían trabajadores”. Entre los pocos que se contrataron, eso sí, estaba una hija de Viera. Pero él no sabía nada, porque sólo es maestro.

“Voz que, incesante, con el mismo tono,

canta el mismo cantar,

gota de agua monótona que cae

y cae, sin cesar”.

Aficionado a las cacerías, de Viera se cuentan mil aventuras en jornadas de caza mayor, de las que sólo se costean los ricos.

Tan clamorosos eran sus manejos en el PSOEque, cuando le disputó a José Caballos, otro histórico del socialismo andaluz, la secretaría general del PSOE de Sevilla, su adversario se defendió lanzandocontra él la mayor de las sospechas. “La coherencia frente al oportunismo, la lealtad frente a la traición, la dignidad frente al sometimiento, la voluntad frente al temor y la firmeza frente a la debilidad; yo tengo los bolsillos de cristal”, le espetó Caballos a Viera. El exconsejero andaluz se defendió (¿se defendió?) con una respuesta entre críptica y torpe: “Tengo el alma de cristal y no los bolsillos”, dijo Viera.

Después de todo aquello, Viera le dejó su cargo de secretario general del PSOE de Sevilla a Susana Díaz, su protegida entonces. Se fue al Congreso, y desde 2011 ocupa un escaño en las Cortes. En la prensa sevillana lo llegaron a calificarcomo el ‘diputado 0.0’ por su nula actividad parlamentaria. Cero preguntas, cero solicitudes de comparecencia, cero solicitudes de información, cero solicitudes de comisiones, de subcomisiones o de ponencias... De lo único que le ha servido el Congreso a Viera ha sido para parapetarse en el aforamiento durante todos estos años de investigación de los ERE, porque gracias a eso ha eludido siempre las comparecencias ante la juez Alaya, o incluso el encarcelamiento y las fianzas, como sí le ha ocurrido al otro exconsejero, Antonio Fernández, que firmó con él el documento aquel que dio origen al ‘fondo de reptiles’. Y todo porque Viera no sabía nada; sólo es maestro.

“¿Qué son los ERE?, dices mientras clavas

en tu pupila en la pupila del juez.

¿Qué son los ERE, Viera? ¿Y tú me lo preguntas?

Los ERE... eres tú”.

¡Que yo sólo soy maestro, que yo sólo soy maestro!”, decía ante el juez y había que adivinarle el tono lastimero. “Que sólo soy maestro y no entiendo de leyes”, repetía una y otra vez cuando le preguntaban por el escándalo inmenso de los ERE, en el primer día del desfile de los ex altos cargos de la Junta de Andalucía que están aforados en el Tribunal Supremo. Era José Antonio Viera Chacón, y lo único que hemos pasado por alto estos días ha sido el magnífico simbolismo que supone que haya sido él, y no otro, quien haya iniciado las declaraciones ante el juez Alberto Jorge Barreiro. Porque ese hombre, el primer imputado que ha pasado por el Tribunal Supremo, es un veterano dirigente socialista andaluz, de esos que siempre flotan, de esos que guardan secretos, de esos que siempre han sabido esquivar las balas de los escándalos cuando silbaban en sus oídos.