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La derecha se lame las heridas
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Javier Caraballo

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La derecha se lame las heridas

La derecha se lame las heridas desde el día de las elecciones y ni saliva tiene ya para tanto desgarro como le han dejado las urnas

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE)

“Hemos demostrado estar sobradamente cualificados para salvar a un país y hundir a nuestro partido”, dice un alto cargo del Gobierno de Rajoy en unas de las reuniones de estos días, en las que se siguen rumiando, venga masticar y masticar,los resultados de las elecciones pasadas. Sostiene que no hay ya reunión interna en el Partido Popular en la que alguien, en algún momento, deje caer sobre la mesa esa misma conclusión, como si deslizarael informe detallado de un suicidio, con las pruebas verificadas de por qué un partido consigue evitar que un país caiga por el precipicio y que, cuando lo consigue, lo que encuentra alrededor son miradas de desprecio. Sobradamente cualificados para las dos cosas, es verdad. La derecha se lame las heridas desde el día de las elecciones y ni saliva tiene ya para tanto desgarro como le han dejado las urnas.

Siempre que se analiza esta paradoja electoral, u otras similares, sobre las ‘desgracias’ del PP en las elecciones, se tiende a concluir que todo se debe a que en buena parte del territorio español existe una resistencia natural, sociológica, a apoyar a la derecha; por ejemplo, cuando se compara cómo se disculpan en otros partidos los excesos, vicios y errores que en la derecha se vuelven condenas ante las urnas. No es en balde, ahí está el dato irrefutable de que el PSOE ha sido el partido que más años ha gobernado en España, incluso si se suman los periodos de gobierno del Partido Popular y de la UCD. Aunque acabaran perdiendo unas elecciones, siempre hubo un momento en el que fundamentalmente Felipe González, primero, y José Luis Rodríguez Zapatero, después, alcanzaron un grado de conexión con el electorado que es imposible encontrar en la derecha. (Aceptemos que el fenómeno de Adolfo Suárez debe analizarse en otro contexto.)

Rajoy es el presidente menos presidente de la democracia que además ha demostrado total incapacidad para conectar con los ciudadanos

¿Existe ese malditismo de la derecha en España? La trampa de ese análisis de arriba está en lo que oculta. Es decir, que aunque pueda ser cierto que en buena parte de España existe una evidente resistencia sociológica a votar “a la derecha”, y por eso siguen funcionando los mensajes más primarios en las campañas electorales, lo que no se dice es que esa misma España le concedió al Partido Popular la mayor concentración de poder de la que ha gozado nadie en democracia, la que acaparó Mariano Rajoy en 2011. Y que con anterioridad, en el año 2000, José María Aznar demostró que la lógica de la democracia es implacable y sencilla: un partido gana por mayoría simple, con un líder al frente de escasa empatía, y cuando demuestra que es un buen gobernante, obtiene en las urnas un resultado que lo compensa, una mayoría absoluta. Era aquella “lluvia fina” de la que hablaba Aznar que acabó calando en el electorado, de la misma forma que luego se empapó con el aguacero que suele traer consigo la soberbia. En definitiva, que la resistencia sociológica que pueda existir, mayor o menor, no impide que un partido de derecha obtenga las mayorías absolutas más contundentes. Todo ello, claro, por no hablar de la persistencia de gobiernos del PP, durante más de veinte años, en muchas autonomías y grandes capitales.

Por eso, por esas contradicciones en el comportamiento electoral, es por lo que cuando –como ahora–el PP entra en barrena, y en el horizonte electoral no se divisan más que sobresaltos, lo mejor es mirar para adentro, en vez de culpar al firmamento. Es lo más interesante de la sentencia de antes: “Hemos demostrado estar sobradamente cualificados para salvar a un país y hundir a nuestro partido”. El Partido Popular es víctima de sus propios errores, que han sido muchos. A un lado, la trama corrupta, creada y sostenida durante tantos años, que ha acabado estallando, como bombas de racimo, en aquellas comunidades en las que el PP había acumulado más poder, Madrid, Valencia y Castilla y León. Al otro lado, el imposible físico demostrado por el líder de ese partido, Mariano Rajoy, para establecer una comunicación con los electores. ¿Qué ha pesado más en las elecciones? Pues es probable, y esto es lo más crudo de la realidad del Partido Popular, que el descrédito de Mariano Rajoy se haya convertido en una carga tan pesada como la terrible sombra de la corrupción.

Puede parecer inexplicable, pero es así. Rajoy es, como ya se sostuvo una vez aquí, un presidente atípico; un líder con cara de querer dejar de serlo; un presidente que parece el ministro de la Presidencia; la nada con sifón como presidente; el presidente menos presidente de la democracia española. Rajoy es, sin calificativos, sólo con la estadística oficial, el único presidente que jamás ha superado en valoración el tres por ciento. Un presidente sobradamente preparado para las dos cosas, para salvar a un país y para hundir a su partido. Ese será el legado de Rajoy si en las elecciones generales no consigue salvar el Gobierno por los pelos, como ya presumen.

Por si fuera poco; por si fuera poca esa incapacidad para conectar con los ciudadanos, Rajoy se ha rodeado de ministros como Cristóbal Montoro que, desde el primer momento, trata a los ciudadanos como si fueran la oposición. Es aquella frase, a mi juicio reveladora de todo, cuando se le preguntó por la empatía, la piel, que debe tener un dirigente político. Y dijo Montoro: “Esto de la piel, el cariño, la empatía, y tal… lo dejo para otros… Entenderá usted que yo llevo muchos años haciendo política y la verdad, es que, cuando empiezan a decir, ‘ministro, le ha faltado cariño’… ¡Venga, ya, hombre! Yo no… Que yo no estoy aquí para ser simpático; mi compromiso es salir de la crisis y creo firmemente que lo estamos consiguiendo”. ¿Cómo se logra salvar a un país y hundir a un partido? Si esa es la duda del Partido Popular, ahora que se lame las heridas, que se conteste con el ‘ideario’ del ministro. “¿Queparecen imposibles las dos cosas? Pues lo estamos consiguiendo…”

“Hemos demostrado estar sobradamente cualificados para salvar a un país y hundir a nuestro partido”, dice un alto cargo del Gobierno de Rajoy en unas de las reuniones de estos días, en las que se siguen rumiando, venga masticar y masticar,los resultados de las elecciones pasadas. Sostiene que no hay ya reunión interna en el Partido Popular en la que alguien, en algún momento, deje caer sobre la mesa esa misma conclusión, como si deslizarael informe detallado de un suicidio, con las pruebas verificadas de por qué un partido consigue evitar que un país caiga por el precipicio y que, cuando lo consigue, lo que encuentra alrededor son miradas de desprecio. Sobradamente cualificados para las dos cosas, es verdad. La derecha se lame las heridas desde el día de las elecciones y ni saliva tiene ya para tanto desgarro como le han dejado las urnas.

Mariano Rajoy