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¿Declive o muerte? Un verano sin ocupaciones jornaleras
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Javier Caraballo

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¿Declive o muerte? Un verano sin ocupaciones jornaleras

Este mes de agosto se acaba sin la foto de una ocupación jornalera, sin las barbas de Juan Manuel Sánchez Gordillo. Este año, ésa es la noticia del obrerismo agrario andaluz

Foto: Cayetano de Alba, junto a Sánchez Gordillo y Diego Cañamero, en 2012. (Archivo EFE)
Cayetano de Alba, junto a Sánchez Gordillo y Diego Cañamero, en 2012. (Archivo EFE)

Eran como los incendios forestales. Como las provocaciones de Gibraltar. Como las fotografías de las playas de Benidorm, cuajada de sombrillas, como un puzle apretado de colorines. Los veranos de nuestra historia reciente han repetido siempre las mismas noticias, como serpientes del estanque en calma que es el mes de agosto. Entre esas noticias, la marcha de los jornaleros andaluces con las ocupaciones de fincas. Hasta este verano, hasta este mes de agosto, que no ha habido ocupación alguna. Y puede ser la primera vez que los periódicos del mes de agosto no han incluido en su portada una foto de Sánchez Gordillo al frente de una hilera de hombres y mujeres, caminando por el arcén de una carretera o entrando en una finca con banderitas del Che Guevara para reclamar “tierra y libertad”. Este ha sido un verano sin ocupaciones jornaleras y en esa ausencia va implícito el desgaste del movimiento jornalero, al compás del deterioro de su máximo líder, Juan Manuel Sánchez Gordillo, sumido en una profunda depresión y un delicado estado de salud, y de su principal activo político, Diego Cañamero, sin sitio en Podemos. ¿Se trata sólo de un punto de inflexión en la ‘lucha jornalera’ o un declive irreversible?

Desde la fundación del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), y sobre todo después de la muerte de su máximo ideólogo, el cura Diamantino García, hace ya mas de veinte años, el alcalde perpetuo de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, se convirtió en la referencia exclusiva del sindicato. Su presencia en los actos de protesta del sindicato eran la única garantía de que las acciones podían tener la trascendencia pública que se buscaba. El problema llega cuando Sánchez Gordillo, de 63 años, cae lastrado por diversos problemas de salud, entre ellos una severa depresión que se inició justo después del verano de 2012, el verano de los robos en los supermercados, en el que su figura pública tuvo más relevancia nacional e internacional. Emergió aquel verano como el símbolo de la rebelión social contra los recortes sociales y la crisis económica y, cuando su estrella se apagó con el verano, Sánchez Gordillo cayó en un estado de depresión que no ha superado. Pero, ¿podía permitirse el movimiento jornalero la ausencia de su máximo líder? En las pasadas elecciones municipales lo forzaron a que se presentase de nuevo a la Alcaldía de Marinaleda (“me aprietan, me aprietan”, le dijo entonces a El Confidencial), a pesar de que desde hace al menos dos años ya no ejerce como alcalde del pueblo. “Lo utilizan como un fetiche, como un estandarte, y a veces lo llevan de un sitio para otro, ajeno a su voluntad; es una pena”, admite un antiguo colaborador del sindicato jornalero.

“Lo utilizan como un como un estandarte y lo llevan de un sitio para otro, ajeno a su voluntad; es una pena”, admite un antiguo colaborador del sindicato

El otro líder del sindicato, Diego Cañamero, tampoco ha conseguido revitalizar el movimiento, a pesar de que en los últimos años se inició un proceso de transformación sindical, con la creación del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), para abarcar a más sectores laborales y sociales, además de los jornaleros. De forma paralela, Cañamero promovió a principios de año la ruptura con Izquierda Unida para abrazarse a la fuerza emergente de Podemos. Lo que ha ocurrido, sin embargo, es que tampoco esa jugada política le ha salido bien a Cañamero, ni por extensión los jornaleros del SOC, porque el cambio de estrategia impulsado por Pablo Iglesias los ha dejado en ‘fuera de juego’. Pablo Iglesias se refería al principio a Diego Cañamero como una “referencia moral” de la lucha obrera pero, a medida que Podemos fue creciendo en sus expectativas y centrando su discurso, se alejó de la radicalidad que defiende el sindicato andaluz. Tanto es así que Cañamero ha acabado denunciando las ‘listas plancha’ que impone Pablo Iglesias en Podemos y que arrasa a las minorías. Como es su caso.

Dentro de Podemos, Cañamero ya sólo tiene el apoyo de Teresa Rodríguez, además de los propios. A principios del mes de julio, la líder de Podemos en Andalucía se congratulaba de la incorporación de los jornaleros a sus filas porque así se demostraba que “Podemos Andalucía es especialmente radical”. Y ante quienes criticaban a Cañamero desde otras fuerzas políticas, Teresa Rodríguez reaccionó enérgica: “Cuando se trabaja la tierra de verdad, cuando uno es un sindicalista que tiene callos en las manos, como es el caso de Diego Cañamero, se encuentra enfrente a otros que han vivido toda la vida de la política, que han vivido toda la vida de cargos públicos y que deberían lavarse la boca antes de hablar de mi compañero Diego". De todas formas, el apoyo expreso, apasionado, de Teresa Rodríguez no ha sido suficiente para que Cañamero, como líder del SAT, haya podido rentabilizar el abandono de Izquierda Unida donde, al menos, contaban con una cuota asegurada en las listas electorales.

Al delicado estado de salud de Sánchez Gordillo y al declive político de Diego Cañamero, tras su salida de Izquierda Unida habría que sumarle aún la acumulación de condenas y procesos judiciales por las acciones de protesta, hasta el punto de que ha llegado a asfixiar económicamente al sindicato y a sus dirigentes. “Dicen que la justicia es ciega, pues no. En todo caso es tuerta. Con un ojo no ven a los señores que roban, a los que se llevan el dinero de todos, que incluso se reúnen con ministros y siempre salen absueltos. Y con el otro ojo, con el bueno, siempre ven a los que luchan por la justicia social, y a esos les llueven multas y penas de cárcel. Particularmente, al SAT, el sindicato más represaliado de Europa, con un millón de euros en multas y 450 años de peticiones de cárcel, con 600 sindicalistas procesados”, decía Cañamero hace unos días, cuando convocó a los medios de comunicación en su casa de El Coronil, porque pensaba que la Guardia Civil iría a detenerlo ese día, el 14 de agosto.

Desde las ocho de la mañana, vecinos y fotógrafos esperaban en la puerta de la casa de Cañamero a que llegara la Guardia Civil a detenerlo, pero pasaron las horas y nadie apareció. Con las calores del mediodía, los vecinos se fueron dispersando y el domicilio de Cañamero quedó de nuevo el calma. Ni fotos ni videos que subir a las redes sociales. ¿Hay mejor estampa que esa para resumir el declive del movimiento jornalero? Agosto se acaba sin la foto de una ocupación jornalera, sin las barbas de Sánchez Gordillo. Este año, ésa es la noticia.

Eran como los incendios forestales. Como las provocaciones de Gibraltar. Como las fotografías de las playas de Benidorm, cuajada de sombrillas, como un puzle apretado de colorines. Los veranos de nuestra historia reciente han repetido siempre las mismas noticias, como serpientes del estanque en calma que es el mes de agosto. Entre esas noticias, la marcha de los jornaleros andaluces con las ocupaciones de fincas. Hasta este verano, hasta este mes de agosto, que no ha habido ocupación alguna. Y puede ser la primera vez que los periódicos del mes de agosto no han incluido en su portada una foto de Sánchez Gordillo al frente de una hilera de hombres y mujeres, caminando por el arcén de una carretera o entrando en una finca con banderitas del Che Guevara para reclamar “tierra y libertad”. Este ha sido un verano sin ocupaciones jornaleras y en esa ausencia va implícito el desgaste del movimiento jornalero, al compás del deterioro de su máximo líder, Juan Manuel Sánchez Gordillo, sumido en una profunda depresión y un delicado estado de salud, y de su principal activo político, Diego Cañamero, sin sitio en Podemos. ¿Se trata sólo de un punto de inflexión en la ‘lucha jornalera’ o un declive irreversible?

Juan Manuel Sánchez Gordillo Teresa Rodríguez