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La pax andaluza de Susana
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Javier Caraballo

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La pax andaluza de Susana

No es que la clase política no tenga derecho al descanso, que no es eso, sólo que resulta muy chocante la comparación de los discursos oficiales antes y después de agosto

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

El proceso de descompresión en la política andaluza ha sido tan evidente que este verano, en el mes de agosto, el gobierno andaluz se ha ido de vacaciones al completo. Casi no existen precedentes de eso, según los cálculos de memoria que han echado algunos en la prensa andaluza. Cerraron las persianas y, zas, Andalucía ha estado sin agenda política durante todo el mes de agosto. A ver, que no es que la clase política no tenga derecho al descanso, que no es eso, sólo que resulta muy chocante la comparación de los discursos oficiales antes y después de agosto; más exactamente, antes y después de la toma de posesión de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía, que fue como su primer parto.

En esos momentos previos a la constitución de un nuevo gobierno socialista en Andalucía, se escuchaba hablar a la presidenta andaluza en cualquier entrevista y entraba una angustia por el cuerpo difícil de sobrellevar. Por cómo se estaba perdiendo el tiempo para solucionar los graves problemas de los andaluces, por cómo se estaban despilfarrando días y días cruciales para resolver la crisis económica que con tanta dureza ha azotado a esta región, líder del paro en Europa. “La gente que me para por la calle no puede esperar. Nadie lo entiende. Tenemos que programar el nuevo curso, tenemos que atender la situación de los sanitarios, hay que planificar la temporada estival en Andalucía… Esto es surrealista y empieza a rozar el ridículo”, decía Susana Díaz, con la tripa prominente de su último mes de embarazo, y no era otra cosa que angustia la que le entraba por el cuerpo a cualquier andaluz que la escuchaba.

Es tan llamativa esta descompresión política, por la habilidad con la que el PSOE andaluz maneja los tiempos políticos en esta región

Desde que, felizmente, dio a luz a final de julio, muy poco después de haber tomado posesión, la tensión ambiental ha desaparecido por completo. Por no existir este año, no se oyen en el horizonte ni las habituales protestas de los padres, de los profesores, por el inicio del curso escolar, que siempre, como cada vez que se descorren las cortinas en la Educación, deja al aire reformas de colegios incumplidas, bajas de profesores sin cubrir y exigencias sindicales desoídas. ¿Es normal que truenen como relámpagos las protestas de Educación a principios de curso? Pues ni eso se oye en Andalucía.

Por eso es tan llamativa esta descompresión política, por lo grotesco de cómo maneja la clase política las supuestas urgencias de la sociedad y, más allá aún, por la habilidad con la que el PSOE andaluz maneja los tiempos políticos en esta región. Llegó Susana Díaz al poder y, como ya no había más enemigos que combatir, como las fronteras del imperio estaban controladas, la presidenta andaluza hizo como César Augusto, decretó la Pax Andaluza, que comenzó el mismo día que salía con la corona de laureles del palacio de San Telmo.

Susana Díaz, en eso, ha aprendido la lección de sus antecesores, sobre todo de Manuel Chaves, que podría haber gobernado en Andalucía hasta el fin de sus días si no se llega a cruzar en su camino Rodríguez Zapatero. Chaves se encontró al llegar a Andalucía con un partido convulso y una situación política inestable y la transformó en un largo periodo de hegemonía sin sobresaltos. Para conseguirlo, lo primero que hizo Chaves fue tranquilizar el partido con un sistema de equilibrios internos que nunca alteró. Por debajo de su manto, todos los barones provinciales del PSOE brillaban por igual y todos contaban con sillas en las mesas principales del poder andaluz. Su estrategia política sólo tenía una diana, la confrontación con el Partido Popular. Al resto de la oposición, la iba pastoreando siempre, con cesiones y guiños.

La segunda clave del dominio político de Chaves consistía en su determinación de no meterse nunca en problemas aunque ello supusiera que se eternizaran los problemas. Entiéndase la redundancia. Cualquier cosa, ya fueran problemas sociales, laborales o sanitarios, acababa siempre enredado en la tupida red tejida por el PSOE durante decenios, y que incluye además de las propia administración, a los sindicatos, organizaciones patronales, plataformas sociales, asociaciones vecinales…

Susana Díaz ha impulsado una estrategia política en la que la apariencia de gestión es sólo una consecuencia de su determinación de no meterse en problemas

Con esas dos claves, Susana Díaz, en los dos años que ya lleva de presidenta de la Junta de Andalucía, desde septiembre de 2013, ha logrado los mismos objetivos que Chaves, ha estabilizado el partido que dejó hecho unos zorros José Antonio Griñán y ha impulsado una estrategia política en la que la apariencia de gestión es sólo una consecuencia de su determinación de no meterse en problemas. El resultado, esta Pax Susana, es tan efectivo que ni los escándalos que en otras condiciones políticas se convertirían en tormenta, pasan de chaparrón pasajero.

Un ejemplo reciente, la pintoresca pirueta política de un señor que se llama Antonio Ramírez de Arellano que ahora es consejero de Economía y Conocimiento y que antes fue rector. Cuando Ramírez de Arellano fue rector, y antes vicerrector, la Universidad de Sevilla se embarcó en un polémico proyecto para construir una biblioteca en una zona de la capital andaluza en la que, por el planeamiento urbanístico, estaba prohibido edificar. En medio de pleitos judiciales, solicitó a la Junta de Andalucía una subvención de 16,4 millones de euros y, cuando ya había iniciado el proyecto, un juzgado mandó parar y prohibió el proyecto. Al final, desastre absoluto porque la Universidad se gastó casi diez millones de euros en el proyecto de la ‘no biblioteca’.

Lo más curioso de todo es que cuando Martínez de Arellano ha llegado al Gobierno andaluz, a la Consejería de Economía y Conocimiento con Susana Díaz de presidenta, una de las primeras medidas que ha adoptado ha sido la de solicitar a la Universidad la devolución de los dieciséis millones y medio de la subvención fallida. Como el expediente ya estaba en marcha, a Martínez de Arellano le ha dado tiempo de negar la devolución como rector y tener que exigirla como consejero. ¿Curioso, verdad? Pues, aunque la oposición ha exigido dimisiones, en el Gobierno andaluz le han contestado con desidia. “¿Dónde está el problema?”, han venido a decir. En unos días, la polémica se ha apagado. Pax.

El proceso de descompresión en la política andaluza ha sido tan evidente que este verano, en el mes de agosto, el gobierno andaluz se ha ido de vacaciones al completo. Casi no existen precedentes de eso, según los cálculos de memoria que han echado algunos en la prensa andaluza. Cerraron las persianas y, zas, Andalucía ha estado sin agenda política durante todo el mes de agosto. A ver, que no es que la clase política no tenga derecho al descanso, que no es eso, sólo que resulta muy chocante la comparación de los discursos oficiales antes y después de agosto; más exactamente, antes y después de la toma de posesión de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía, que fue como su primer parto.

Susana Díaz Manuel Chaves José Antonio Griñán