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Fantasmas y enchufados en Andalucía
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Javier Caraballo

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Fantasmas y enchufados en Andalucía

Se trata de hombres y mujeres que cuentan con un puesto de trabajo en un organismo público de la Junta, estable y bien remunerado, sin que jamás se les haya visto el pelo por el trabajo

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

En Andalucía hay fantasmas. Como en la política andaluza aparecen tantos episodios que desbordan la normalidad, fenómenos paranormales digamos, esta vez, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos, las crónicas políticas de la región se han llenado de fantasmas, fantasmas políticos, como una procesión desvergonzada de Halloween que ha desfilado ante las narices de los andaluces. Son fantasmas políticos porque se trata de hombres y mujeres que cuentan con un puesto de trabajo en un organismo público de la Junta de Andalucía, estable y bien remunerado, sin que jamás se les haya visto el pelo por el trabajo. Hasta ahora eran conocidas las ‘facturas fantasma’ y las ‘empresas fantasma’ que aparecían en alguno de los procesos judiciales en los que está inmersa la Administración socialista andaluza por la adjudicación irregular de ayudas y subvenciones; con los cargos públicos fantasma, el cementerio se amplía. El cementerio del dinero público, claro.

De todos los fantasmas que han aparecido estos días, el que más ha llamado la atención ha sido Luis Guerrero, un socialista malagueño, miembro de la ejecutiva provincial del PSOE como ‘secretario de Ideas y Formación’. En la oficina virtual de la Junta de Andalucía -qué ironía lo de algunos inventos de la supuesta transparencia, como esa ‘oficina virtual’-, Luis Guerrero ha figurado durante tres años como director del Centro Andaluz de Documentación del Flamenco. Pero nadie lo había visto jamás por allí.

Cuando los colegas del 'Diario de Sevilla' lo localizaron, el tipo respondió con todo el golpe de desahogo que uno es capaz de acumular. “¿Usted fue director del Centro Andaluz de Documentación del Flamenco?”, le preguntaron los periodistas. “¿Qué? ¿Qué es eso? ¿Eso dónde está?”, respondió Guerrero. “Pues está en Jerez. Ha sido usted director varios años, aparece en el organigrama. Lo fue, ya no lo es”, remacharon, estupefactos, los periodistas. Y así era, Luis Guerrero fue nombrado formalmente director de ese Centro de Flamenco desde 2012 hasta 2015 y durante esos tres años ha cobrado puntualmente 2.000 euros por ejercer un cargo que ni él mismo conocía. En su defensa, Guerrero argumentó que él sí era asesor de la Consejería de Cultura en Málaga y que durante todo ese tiempo ha realizado diversas actividades. Ahora, Guerrero sigue cobrando un sueldo público, pero como diputado provincial en Málaga.

Guerrero fue nombrado director de ese Centro de Flamenco desde 2012 hasta 2015 y ha cobrado 2.000 euros por ejercer un cargo que ni él mismo conocía

Tras este hombre, han surgido después, como la procesión de Halloween que se decía antes, casos similares por toda Andalucía. Un concejal de Sevilla que figuraba como subdirector de un hospital que tampoco pisaba; un exalcalde que, en cuanto dejó el sillón municipal, estuvo en nómina de la Fundación Pública Andaluza Fondo de Formación y Empleo, o un sobrino del expresidente Felipe González, que también cobró como directivo de una empresa pública que es, en sí misma, una enorme irregularidad: Invercaria.

¿Que cuántos ‘trabajadores fantasma’ tiene colocados el Gobierno de Susana Díaz? Es posible que nadie lo sepa, ni siquiera en el propio Partido Socialista, porque el magma de la Administración andaluza es inabarcable y, como se comprueba a cada paso, incontrolable. Un agujero negro. Ni se sabe ni, desde luego, existe ninguna intención de que se sepa, porque la oposición andaluza y, en especial, el Sindicato Andaluz de Funcionarios llevan años exigiendo sin éxito al Gobierno andaluz que entregue los listados reales de trabajadores que dependen de la Junta de Andalucía y su inmensa red de empresas, agencias y fundaciones públicas.

Hace algo más de un año, el Tribunal Supremo condenó al que fuera alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, a más de cinco años y medio de cárcel por la contratación irregular de dos asesores en empresas municipales, cuando él era teniente de alcalde. Lo que consideró probado el Supremo es que esos dos asesores “de acuerdo con Pedro Pacheco Herrera procedieron de la siguiente manera: valiéndose Pedro Pacheco de la condición, a la sazón, de teniente de alcalde y de representante de dos sociedades municipales, ordenó pagos en beneficio” de ambos “bajo la apariencia de unos contratos de asesoría jurídica con cargo de las dos sociedades municipales y para cuyo nombramiento no siguió procedimiento alguno, no efectuando los nombrados ninguna contraprestación”.

La Justicia no es un cachondeo, pero cuando lo parece, se deben tomar medidas con urgencia. Y en Andalucía no pueden seguir paseándose esos fantasmas

Desde aquella sentencia, que se consideró ‘ejemplarizante’, Pedro Pacheco se encuentra en prisión cumpliendo condena. También fueron condenados los dos asesores que, como esos ‘fantasmas’ que aparecen ahora en la Junta de Andalucía, trabajaban para el partido andalucista de Pacheco y cobraban del ayuntamiento sin que jamás hubieran pisado las oficinas municipales.

Pacheco, político populista, testicular y efectivo que gobernó con sucesivas mayorías absolutas el Ayuntamiento de Jerez durante dos décadas, se hizo famoso por una de esas frases suyas, gruesas como un puñetazo en la mesa. “La Justicia es un cachondeo”, dijo cuando recibió un revés en los tribunales por un conflicto urbanístico con Bertín Osborne. Ahora que Pacheco está en la cárcel por colocar a dos asesores, aparece esta colección de fantasmas y de enchufados de la Junta de Andalucía que, mes a mes, sigue cobrando sus sueldos. Y es tan grande el contraste que todo el mundo puede hacerse la misma pregunta: ¿cómo es posible? ¿a esos no les ocurre nada? Es verdad, como se detallaba antes, que Pacheco colocó a sus asesores sin siquiera atender el procedimiento legal, que no se trataba solo de que no acudieran a trabajar, pero esas diferencias pueden ser esenciales pero no suficientes.

Lo que se espera de las ‘sentencias ejemplarizantes’ es que marquen un camino a seguir, igual que se sienta jurisprudencia, no que se conviertan en una excepción. La Justicia no es un cachondeo, no lo es, pero cuando lo parece, como ahora, ya no hay salida, se deben tomar medidas con urgencia. Y por el buen nombre de la Justicia, en Andalucía no pueden seguir paseándose esos fantasmas. Ni en Andalucía ni en ninguna otra parte.

En Andalucía hay fantasmas. Como en la política andaluza aparecen tantos episodios que desbordan la normalidad, fenómenos paranormales digamos, esta vez, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos, las crónicas políticas de la región se han llenado de fantasmas, fantasmas políticos, como una procesión desvergonzada de Halloween que ha desfilado ante las narices de los andaluces. Son fantasmas políticos porque se trata de hombres y mujeres que cuentan con un puesto de trabajo en un organismo público de la Junta de Andalucía, estable y bien remunerado, sin que jamás se les haya visto el pelo por el trabajo. Hasta ahora eran conocidas las ‘facturas fantasma’ y las ‘empresas fantasma’ que aparecían en alguno de los procesos judiciales en los que está inmersa la Administración socialista andaluza por la adjudicación irregular de ayudas y subvenciones; con los cargos públicos fantasma, el cementerio se amplía. El cementerio del dinero público, claro.