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Legislatura de dos años y cartas nuevas
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Javier Caraballo

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Legislatura de dos años y cartas nuevas

Cuando se serenen las aguas, sólo aparecerá el horizonte de un gobierno en minoría del PP, con capacidad limitada para dar estabilidad durante los dos próximos años; entonces, cartas nuevas

Foto: Combo de fotografías de archivo de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera. (Reuters)
Combo de fotografías de archivo de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera. (Reuters)

Cuando se resuelvan los trámites políticos y las poses postelectorales, acaso todos entiendan que la única salida que tiene la situación política en España es una legislatura corta y cartas nuevas dentro de dos años. Cuando lo analicen detenidamente, la mayoría de las fuerzas políticas repararán en que lo único que no les conviene es forzar un ‘pentapartito’ de izquierdas y, mucho menos, un bloqueo institucional del Partido Popular para provocar unas nuevas elecciones al cabo de unos meses.

Cuando se serenen las aguas, igual que cuando baja la inundación por una riada, sólo aparecerá el horizonte de un gobierno en minoría del Partido Popular, con capacidad limitada para darle estabilidad a España durante los dos próximos años; entonces, en 2017, nuevas elecciones, cartas nuevas.

[Resultados de las elecciones generales por municipios y comunidades]

Incluso a pesar de la debacle socialista, el PSOE, y su líder Pedro Sánchez, es el único árbitro posible para encajar el complejo tetris de estas elecciones generales. A ver, es cierto que el 20 de diciembre ha dejado al PSOE al nivel de Fraga Iribarne en los ochenta, cuando lo arrasó la oleada del cambio del Felipe González, pero ha salvado la condición de líder de la oposición y, a partir de ahí, la capacidad de poder inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro.

Una vez que el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, ha ratificado tras las elecciones, como había hecho durante la campaña electoral, que no participará en ninguna coalición de gobierno y que facilitará con su abstención la investidura del partido que ha ganado las elecciones, el PSOE sólo tiene cuatro opciones entre las que tendrá que decidir. La primera opción es ésa, abstenerse junto a Ciudadanos en la sesión de investidura y dejar gobernar a Mariano Rajoy en minoría. La segunda y la tercera opción para el PSOE son pactos de gobierno que ya están descartados de antemano, tanto una ‘gran coalición’ con el Partido Popular como una ‘macro coalición’ en la que pueden participar hasta ocho formaciones distintas, si se cuentan las ramas de Podemos en varias regiones. La cuarta salida es bloquear un gobierno en minoría del PP y provocar la disolución inmediata de esta legislatura.

Sostiene Pablo Iglesias, a la vista del crecimiento exponencial de su formación en cuanto ha comenzado a movilizarse y a agitar la campaña electoral, que a Podemos sólo le ha faltado en estas elecciones una semana más de campaña y un debate. El empate técnico que ha logrado con el PSOE, ambos con cinco millones de votos, ha confirmado aquello que se presume desde el primer momento, aquello que justifica la progresiva moderación de Podemos hacia posiciones socialdemócratas, combinadas con guiños antisistema; que la pugna que se está dando es por la hegemonía de la izquierda que en los últimos treinta años ha sido patrimonio del Partido Socialista.

Si la legislatura se bloquea y hay nuevas elecciones, Pablo Iglesias dispondrá, no de una semana, sino de tres o cuatro meses para confirmar el ‘sorpasso’ en la izquierda, el adelantamiento de Podemos al PSOE. Algún temor parecido puede plantearse en Ciudadanos, en su caso por el riesgo de que muchos de sus votantes, como ya ha ocurrido en estas elecciones, regresen al Partido Popular, del que habían salido para expresar su malestar con la pasada legislatura.

No es posible pensar, por la inercia política en la que está instalada España, en acuerdos parlamentarios que unan al PSOE y al PP en los principales asuntos

La estabilidad que necesita todo país tiene fecha de caducidad en España y la otorgan los presupuestos generales del Estado de 2016 que ya se aprobaron en octubre pasado. Esos presupuestos, que el Gobierno saliente elaboró con perfiles de recuperación económica y menos recortes sociales, sólo le servirían a un Gobierno en minoría del Partido Popular para garantizarse media legislatura; más allá, todo es caos.

Porque no es posible pensar, por la inercia política en la que está instalada España, en acuerdos parlamentarios que unan al PSOE y al Partido Popular en los principales asuntos de gobierno, y porque, junto a ese entendimiento imposible, lo que sí puede ocurrir es que la mayoría parlamentaria de izquierda intente imponerle al Gobierno desde el Congreso reformas legales (como la reforma laboral o la Ley de Educación, por ejemplo), que serían inasumibles para el Gobierno del PP.

Ocurriría, además, que todo lo que apruebe en el Congreso una ‘pinza de izquierda’, como diría Felipe González, quedaría anulado en el Senado, donde el PP sí tiene mayoría absoluta. En definitiva, caos; la red de seguridad de los presupuestos de 2016 sólo sirve para un año y para estirarla, mediante prórroga, hasta unas nuevas elecciones en 2017.

Las elecciones generales que se acaban de vivir en España han sido de aluvión; la presa del bipartidismo se colapsó, se rompió con estrépito y todo aquel caudal de indignación, de cabreo, de ganas de cambio, ha desembocado en las urnas del 20 de diciembre. En dos años, cartas nuevas; con las aguas serenadas, con tiempo para que los partidos se recompongan de la precipitación de este último año, para que se asienten y se planten otra vez ante las urnas con el deseo compartido de que cuando se abran las urnas de nuevo aparezca un país gobernable.

[Para más información y consultar otros datos, puede descargar gratuitamente la aplicación de El Confidencial, Elecciones 20-D, tanto para dispositivos Android como para teléfonos y 'tablets' de Apple]

Cuando se resuelvan los trámites políticos y las poses postelectorales, acaso todos entiendan que la única salida que tiene la situación política en España es una legislatura corta y cartas nuevas dentro de dos años. Cuando lo analicen detenidamente, la mayoría de las fuerzas políticas repararán en que lo único que no les conviene es forzar un ‘pentapartito’ de izquierdas y, mucho menos, un bloqueo institucional del Partido Popular para provocar unas nuevas elecciones al cabo de unos meses.

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