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Los desleales a Pedro Sánchez
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Javier Caraballo

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Los desleales a Pedro Sánchez

La ambición desmedida de algunos de sus barones, que siempre ha existido, provoca en esta ocasión una convulsión interna mayor, una tormenta de navajazos en las salas de reuniones llenas de tensión

Foto: Pedro Sánchez, junto con Susana Díaz en un mitin. (Reuters)
Pedro Sánchez, junto con Susana Díaz en un mitin. (Reuters)

El peligroso absurdo del PSOE de estos días se resume en una evidencia sostenida y desquiciante: eligen un líder y, desde ese día, le hacen la vida imposible quienes lo pusieron; en los 17 meses transcurridos desde que Pedro Sánchez ocupó el sillón, lo único que recibe son zancadillas para que estampe la boca en el asfalto.

Es un clásico de la política la división clásica de Churchill entre adversarios y enemigos, que son los de dentro, pero lo que está ocurriendo en el Partido Socialista trasciende del aserto porque tiene más que ver con la degeneración de un partido que fue hegemónico. Quizá por eso, por esa degeneración progresiva, la ambición desmedida de algunos de sus barones, que siempre ha existido, provoca en esta ocasión una convulsión interna mayor, una tormenta de navajazos en las salas de reuniones cargadas de tensión. Esa es la gravedad de lo que está ocurriendo, que los zarandeos internos pueden acabar dándole la puntilla al PSOE porque nunca antes ha soportado una división como la actual en un momento de tanta debilidad.

¿Que con Pedro Sánchez el PSOE ha obtenido los peores resultados de su historia? Pues claro, pero ni siquiera los más críticos con el actual secretario general del PSOE se atreverían a decir que lo que está ocurriendo en el partido es responsabilidad exclusiva de Pedro Sánchez. También Susana Díaz, de victoria en victoria, va cosechando en cada elección los peores resultados del PSOE andaluz en toda su historia, camuflados solo por la debacle mayor, telúrica, de la derecha andaluza.

También Susana Díaz, de victoria en victoria, va cosechando en cada elección los peores resultados del PSOE andaluz en toda su historia

Que no, que no, que por desgracia para los socialistas, la avería es mayor que esa, no se trata solo de Pedro Sánchez, con lo que limitar el diagnóstico a sus defectos como líder es aplazar el verdadero problema, que va más allá. A ver, desde la caída estrepitosa del zapaterismo, el PSOE ha dejado de ser la principal marca de referencia de la izquierda. De la misma forma que el deterioro electoral del Partido Popular se corresponde con la crisis económica y con la corrupción, los socialistas también arrastran una larga estela de corrupción y persiste en la memoria el naufragio económico de Rodríguez Zapatero, que dejó el país al borde del abismo. Ese es el mal del PSOE, lo que no perdonan ni olvidan los electores de izquierda; esa es la enfermedad, la misma que ha horadado al bipartidismo.

Se culpa de todo a Pedro Sánchez y no se repara en que la responsabilidad mayor de lo que está ocurriendo en el PSOE se debe al tacticismo de alguno de sus barones, encabezados por Susana Díaz, que han colocado sus intereses particulares por encima de los intereses del partido. Han instalado al Partido Socialista en la provisionalidad, como a la espera del mesías. Eligieron a Pedro Sánchez como un paréntesis en la historia del PSOE, para que ocupara el sillón de Ferraz hasta que llegara el verdadero líder, la ‘tapada’ andaluza. Para ello, se utilizan todo tipo de tácticas de desgaste a Pedro Sánchez, que a veces rozan la humillación política, para subrayar que su liderazgo es coyuntural. Y desgastan a Pedro Sánchez, sí, pero el desgaste que se le provoca al Partido Socialista es mayor.

Se utilizan todo tipo de tácticas de desgaste a Pedro Sánchez, que a veces rozan la humillación política, para subrayar que su liderazgo es coyuntura

Lo ocurrido en los últimos días, las ‘líneas rojas’ de los barones de Susana Díaz, solo ha pretendido dibujar una marioneta, acorralar al secretario general del PSOE entre la espada y la pared, entre la negativa a Mariano Rajoy y la negativa a Pablo Iglesias. Las ‘líneas rojas’ no eran tales porque todo era artificial, impostado. Las mismas exigencias que se hacen ahora sobre Podemos, en relación con el referéndum catalán, no se han tenido en cuenta en la decena de instituciones que están gobernadas por los dos partidos o que cuentan con un Gobierno apoyado por los dos partidos.

Si de verdad hubiera deseos de formar un Gobierno de coalición de izquierda, existen mil fórmulas políticas, ya experimentadas, para soslayar las principales aristas. Y las ‘líneas rojas’ que se marcan en torno al PP, para que se impida un Gobierno en minoría, no existían cuando, por ejemplo, hace unos meses, la presidenta andaluza se encontraba en la misma situación en el Parlamento andaluz y afirmaba, en relación al PP: “Ellos saben que yo tengo la mano tendida desde el primer minuto. Ahora tendrán que decidir cuándo abandonan esa posición irresponsable y egoísta. Lo único que tienen que hacer es abstenerse y dejarme que forme Gobierno. Lo que no se puede hacer es bloquear las instituciones”. Mariano Rajoy podría suscribir ahora el mismo discurso de Susana Díaz, sin cambiarle una coma.

Se dirá que aún queda una tercera opción, que es la de abortar la legislatura y provocar nuevas elecciones en unos meses. Pero para que eso suceda, Susana Díaz tendría que haber decidido ya que ha llegado su momento de asaltar el poder y ocupar la secretaría general del PSOE. No parece que vaya a ser así, porque al PSOE solo le queda esperar que Podemos descienda en sus expectativas electorales, ahora en alza, y porque la imagen de España, y la de los propios socialistas como partido de gobierno, sufriría un grave deterioro en Europa.

Lo dicho, los barones de Susana Díaz están zarandeando al PSOE sin reparar en otra estrategia ni otro interés que el propio. Ni siquiera la traumática quiebra entre renovadores y guerristas, cuando la ruptura personal entre Felipe González y Alfonso Guerra, supuso una amenaza mayor para el PSOE, porque entonces, a diferencia de la actualidad, el Partido Socialista gozaba de una sólida base electoral e institucional. De momento, este es el mayor logro de los barones desleales. Han elegido a Pedro Sánchez como un paréntesis y en ese paréntesis puede quedarse atrapado todo el partido.

El peligroso absurdo del PSOE de estos días se resume en una evidencia sostenida y desquiciante: eligen un líder y, desde ese día, le hacen la vida imposible quienes lo pusieron; en los 17 meses transcurridos desde que Pedro Sánchez ocupó el sillón, lo único que recibe son zancadillas para que estampe la boca en el asfalto.

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