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Feijóo, elogio del bipartidismo
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Javier Caraballo

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Feijóo, elogio del bipartidismo

Solo hay que detenerse en uno de los mensajes más repetidos por Núñez Feijóo en mítines y entrevistas durante esta campaña electoral: "Con el bipartidismo nos iba mejor"

Foto: El presidente del PPdeG y candidato a la reelección, Alberto Núñez Feijóo. (EFE)
El presidente del PPdeG y candidato a la reelección, Alberto Núñez Feijóo. (EFE)

Galicia es la reserva espiritual de la derecha española. Se desmoronó con un estrépito de podredumbre la hegemonía del Partido Popular en la Comunidad Valenciana, que tantas veces fue tomada como símbolo de buen gobierno por la cúpula nacional de este partido, y ya solo queda la comunidad gallega como referencia, como modelo y hasta como esperanza de un nuevo esplendor. También está Castilla y León, es verdad, donde el Partido Popular mantiene una placentera hegemonía desde los tiempos pipiolos de Aznar, pero es aquí, en Galicia, donde los populares parecen respirar mejor su propia identidad, como si acudieran a un balneario.

Si en las elecciones del próximo domingo los sondeos aciertan y Alberto Núñez Feijóo consigue una nueva mayoría absoluta en el Parlamento gallego, habrá que analizar lo sucedido como una triple carambola que desmiente algunos de los axiomas que se han acuñado en los dos últimos años: que en España ya se han acabado las mayorías absolutas, que el bipartidismo está herido de muerte y, de propina, como por añadidura, que las encuestas electorales se equivocan.

De esas tres vertientes de la anunciada victoria del Partido Popular en Galicia, es el resurgir del bipartidismo el que puede tener un mayor impacto en el resto de la política nacional, tan convulsa e incierta desde diciembre pasado. De hecho, solo hay que detenerse en uno de los mensajes, directos o subliminales, más repetidos por Núñez Feijóo en mítines y entrevistas durante esta campaña electoral: "Con el bipartidismo nos iba mejor". Por ejemplo, hace unos días, en el programa ‘La brújula’ de Onda Cero: “Si resulta que la ‘nueva política’ consiste en el bloqueo de las instituciones; si la ‘nueva política’ consiste en que el Partido Socialista, que ha prestado importantes servicios a España, le tiene miedo a Podemos y en vez de reafirmarse en la socialdemocracia está mirando con el rabillo del ojo al populismo y al radicalismo, y no se atreve a facilitar la gobernabilidad del país porque le pueden dar un 'sorpasso'; si la ‘nueva política’ consiste en que nuestros amigos de Ciudadanos, en vez de pactar para avanzar juntos, para gobernar juntos, pactan en la misma sesión plenaria el Gobierno con el PP y la oposición con el PSOE... Si esa es la ‘nueva política’, yo me quedo con la política de los grandes partidos que hicieron la mejor España de nuestra historia. Porque a pesar de todas las dificultades y de todas nuestra deficiencias, la España mejor de la historia es la España actual”.

Es probable que ese mismo discurso sea el que nos conduzca a unas terceras elecciones por el interés de PP y PSOE, convencidos de que saldrán fortalecidos

En las elecciones gallegas, el mensaje de Feijóo solo tiene un destinatario, alertar y alarmar a su electorado para que no se disperse y concentre su voto, pero, una vez superado este domingo, es muy probable que ese mismo discurso sea el que nos conduzca a unas terceras elecciones por el interés del Partido Popular y del PSOE, convencidos ambos de que los dos saldrán fortalecidos. Se dirá que no es posible entender las elecciones gallegas como un triunfo del bipartidismo porque en esas mismas elecciones el PSOE, la segunda pata del bipartidismo, puede sucumbir ante las Mareas de Podemos. Y es cierto, pero no influye en lo anterior ni en la determinación de los socialistas de encarar unas terceras elecciones con el convencimiento de que, frente a Podemos, ya han tocado suelo en España y que solo les resta iniciar de nuevo la remontada electoral.

Lo importante para el PSOE, aun perdiendo en Galicia y en el País Vasco, será, primero que nada, superar el caos orgánico y, a continuación, propagar el mensaje que también traslada el Partido Popular a los suyos, para que opten por lo malo conocido antes que por las incertidumbres de estos nuevos tiempos de fragmentación, con el Congreso partido en cuatro. Mi impresión, en definitiva, es que Feijóo ha iniciado este ‘elogio del bipartidismo’ que, a medida que pasen las semanas, se irá extendiendo, con distintos matices, entre populares y socialistas.

Galicia es como volver a casa. Por eso les importa la victoria de Feijóo por mayoría absoluta, porque se irán a las fuentes como si hubieran ganado la Champions

Para los populares, Galicia es como volver a casa. Por eso les importa tanto la victoria de Feijóo por mayoría absoluta, porque se irán a las fuentes de las ciudades como si hubieran ganado la Champions. Galicia será para el Partido Popular como esa historia del hijo pródigo que se cuenta en A Bola, un pueblo de unos 1.500 habitantes de la provincia de Ourense: Teresa Barge era la hija de Pedro Barge, fallecido en 2001, alcalde del PP en ese ayuntamiento durante más de dos décadas. Un buen día, Teresa, que había militado en el Partido Popular, se afilió al BNG y fue alcaldesa con los nacionalistas del Bloque. En las pasadas elecciones municipales, los abandonó para volver con los suyos y otra vez los populares han recuperado en A Bola el apellido y la alcaldía.

Cuando José Manuel Baltar dio noticias del regreso de la hija pródiga, junto a otro alcalde que había sido socialista y que también se pasó al PP gallego, habló de su partido en Ourense como “el mayor movimiento orgánico” de todas las provincias gallegas. Lo dijo José Manuel Baltar, hijo de José Luis Baltar, ambos presidentes del Partido Popular y de la Diputación de Ourense. El primer martes de campaña, en un día lluvioso, Rajoy colgó en su cuenta de Twiter su caminata matutina acompañado de Baltar, para dejar constancia de que nada le influía en su confianza la imputación que pesa sobre él por un supuesto caso de prevaricación y cohecho por ofrecerle un trabajo a cambio de sexo a una mujer, aunque también esta aparece como investigada en la misma causa.

Por la noche, en el mitin, Baltar presentó ante Rajoy sus credenciales: “27.000 afiliados en la provincia, 509 concejales, 75 de los 92 alcaldes de Ourense y 14 de los 25 diputados provinciales”. En sus adentros, el presidente Rajoy pensaría en aquella definición que le dio a Bertín Osborne de sus paisanos: “Un gallego es una persona de la que te puedes fiar”.

Galicia es la reserva espiritual de la derecha española. Se desmoronó con un estrépito de podredumbre la hegemonía del Partido Popular en la Comunidad Valenciana, que tantas veces fue tomada como símbolo de buen gobierno por la cúpula nacional de este partido, y ya solo queda la comunidad gallega como referencia, como modelo y hasta como esperanza de un nuevo esplendor. También está Castilla y León, es verdad, donde el Partido Popular mantiene una placentera hegemonía desde los tiempos pipiolos de Aznar, pero es aquí, en Galicia, donde los populares parecen respirar mejor su propia identidad, como si acudieran a un balneario.

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