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El aburrimiento de los catalanes
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Javier Caraballo

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El aburrimiento de los catalanes

Parece que el personal se ha acostumbrado a oír hablar de la independencia de Cataluña como quien oye llover. Ocurre sobre todo en Cataluña

Foto: Un miembro del cuerpo de policía autonómica iza la bandera catalana. (EFE)
Un miembro del cuerpo de policía autonómica iza la bandera catalana. (EFE)

Cuando la historia se detenga en el camino y mire hacia atrás, de lo que se quedará maravillada es de la paciencia de los españoles, en general, y de muchos catalanes, en particular. Paciencia, por utilizar un amable eufemismo a esto que nos está ocurriendo con la independencia de Cataluña, años y años enredados en el mismo ovillo, con ciclos de acontecimientos políticos que se repiten milimétricamente, solo con algunas correcciones de tiempo y de espacio, tipos que entran en escena y otros que la abandonan.

La paciencia de soportar todo esto sin que el país entero amanezca un día retorcido, con un fuerte dolor de estómago, como una indigestión de hartazgo. En vez de eso, un grito unánime de ‘basta ya’, que sería la reacción lógica, lo que se produce es aburrimiento. De forma que parece que el personal se ha acostumbrado a oír hablar de la independencia de Cataluña como quien oye llover. Ocurre sobre todo en Cataluña.

Quizá por eso, por esa inercia cansina, hasta pasan desapercibidas algunas confesiones como las del independentista Alfons López Tena, exmilitante de Convergència y autor, nada menos, que del dichoso eslogan independentista del 'España nos roba'. Hace unos días, en la ronda de entrevistas que ha concedido, le decía a Carlos Alsina, en Onda Cero: “¿Que todo es un cuento? Bueno, es una forma simple de decirlo, pero en resumen diría que sí, que es un cuento”. ¿Perdona? ¿Que toda esta matraca con la independencia es un cuento? ¿Y lo dice así, como si fuera el guionista de una serie de intriga política que nos hace un 'spoiler' y nos cuenta el final de la trama? Impresionante.

Foto: Miles de personas se manifiestan en Cataluña a favor de la independencia. (EFE) Opinión
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Según el tipo, en realidad la independencia solo es una artimaña, un farol, una apuesta a todo o nada. “Todo esto, desde el primer día, de lo que ha ido es de amenazar para obtener concesiones del tipo del ‘concierto económico’, inversiones, infraestructura… Como no ha habido contestación por parte del Estado español, han ido aumentando el ruido para aumentar la presión. Y ya está: se trata solo de mover el espantajo de la independencia (…) que acabará en un extremado aburrimiento”.

Esa versión de los hechos, realmente sorprendente en boca de un independentista, a quien le otorga la razón es al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que una vez más demuestra la eficacia de esa estrategia suya tan irritante de dejar pasar el tiempo hasta que los problemas se pudran o desaparezcan. A la vista de la deriva que van tomando los acontecimientos, no queda otra que reconocer que la estrategia de Rajoy es la única que triunfa, el independentismo se desangra por una triple herida, por las disputas políticas internas, por el “extremado aburrimiento” y, finalmente, por la implacable maquinaria judicial de nuestro Estado de derecho, reforzada por la pertenencia de España a la Unión Europea. Y si en el pasado había alguna duda, ya no quedan más salidas. Cualquier otra opción es muy contraproducente; solo cabe esperar más tiempo hasta que la clase política catalana que se mantenga en el Parlamento tras las próximas elecciones se avenga a negociar, sin la exigencia previa del referéndum de independencia.

No queda otra que reconocer que la estrategia de Rajoy es la única que triunfa, el independentismo se desangra por una triple herida

Todo lo demás solo conduciría en este momento a agravar el problema: ni consultas pactadas (como se ha defendido aquí mismo, aunque con las ‘reglas de juego’ de la Transición, muy distintas a las que defienden los independentistas) ni una política represora por parte del Gobierno de la nación. Esto último es lo que defienden, precisamente, aquellos que están más cerca de Rajoy, en el sector más derechizado del Partido Popular, aquellos que siempre han despreciado al presidente del Gobierno pintándolo como un dirigente sin valentía, un pusilánime acomplejado.

Llegados a este punto de “extremo aburrimiento”, solo cabe seguir soportando esta cadencia y, acaso, aguardar el momento en el que se le pueda hacer ver a la clase política catalana y, en especial, a la sociedad catalana, que si grande es el hartazgo en Cataluña, mayor es el hastío en el resto de España, que, durante todo este tiempo, ha soportado el insulto constante del 'España nos roba' para llenar de contenido el ‘cuento de la independencia’.

Y como la historia no es nueva, como en la España contemporánea la ‘amenaza catalana’ es recurrente, es ahora, justo ahora, cuando vuelve a cobrar vigencia aquella confesión de Francesc Cambó en 1936, en la anterior oleada independentista de Cataluña, aunque en circunstancias mucho más trágicas. En aquella ocasión, según desveló Josep M. Fradera, catedrático de Historia del Departamento de Humanidades de la Universitat Pompeu Fabra, se produjo una escena que bien podría repetirse con los protagonistas actuales, porque recuerda lo mismo. Una tarde, en su estudio de Via Laietana en Barcelona, Cambó confesó al periodista Agustí Calvé ‘Gaziel’, “que la narración histórica del nacionalismo catalán, a la cual tanto había contribuido, le parece carente de realismo y excesiva de sentimentalidad”.

Cuando la historia se detenga y mire hacia atrás, se quedará asombrada de la paciencia de los españoles, tanto tiempo bailando con un esqueleto

La escena la resume el historiador catalán con un pasaje de Timothy Snyder en ‘The Reconstruction of Nations’: “Refutar un mito es como bailar con un esqueleto: es muy difícil desengancharse del decepcionante y tenue abrazo una vez la música ha empezado, cuando te das cuenta de que son tus pasos los que lo mantienen en movimiento”. Cuando la historia se detenga en el camino y mire hacia atrás, se quedará asombrada de la paciencia de los españoles, tanto tiempo bailando con un esqueleto. Hasta entonces, que muchos catalanes mediten en este estado de agitación, de tensión y enfrentamiento al que se somete a España entera, empezando por Cataluña, por qué cientos de miles de ciudadanos se dejan embaucar por unos cuentistas que solo persiguen más poder.

Cuando la historia se detenga en el camino y mire hacia atrás, de lo que se quedará maravillada es de la paciencia de los españoles, en general, y de muchos catalanes, en particular. Paciencia, por utilizar un amable eufemismo a esto que nos está ocurriendo con la independencia de Cataluña, años y años enredados en el mismo ovillo, con ciclos de acontecimientos políticos que se repiten milimétricamente, solo con algunas correcciones de tiempo y de espacio, tipos que entran en escena y otros que la abandonan.