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Carta al concejal que enchufó a su hija
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Javier Caraballo

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Carta al concejal que enchufó a su hija

Un edil de Ronda o la alcaldesa de Gelves. Ambos, como muchos otros, tienen en común el nepotismo que acaba convirtiéndose en moneda de uso cuando un partido gobierna tanto tiempo

Foto: Sede del Ayuntamiento de Ronda (Málaga). (Wikimedia)
Sede del Ayuntamiento de Ronda (Málaga). (Wikimedia)

Querido concejal, he leído que has dimitido y eso es lo que me impulsa a escribirte: ¿a dónde vas, alma de cántaro? No seas exagerado, hombre, que aquí nadie dimite y menos si no está convencido, como es tu caso. Las dimisiones, créeme, están sobrevaloradas en política. Yo creo que solo deberían aceptarse si el dimisionario está convencido de lo que hace, si sirve de lección para los demás y de escarmiento personal, pero ese no es tu caso. Te vas sin el menor reconocimiento de haber hecho algo irregular, y en esos casos la dimisión es como una fuga.

Lo tuyo sería explicarlo todo bien: tu hija tenía una doble satisfacción a finales de julio, iban a contratarla como enfermera en el hospital de Ronda y, además, iba a contraer matrimonio. ¿Todo a la vez? ¿Trabajo, boda y viaje de novios? Bueno, no exactamente, y ese era el problema, que como la boda estaba prevista para el día 17 de julio, no podría haber entrado a trabajar cuatro días más tarde, el 21 de julio, porque ya estaría fuera del pueblo, de viaje de novios en Nueva York.

Foto: Las puertas giratorias echan humo en Andalucía: todos los exconsejeros colocados. (EFE)

Ahí es donde entras tú, la cuadratura del círculo: tu hija se casó cuando estaba previsto y en el acta oficial se cambió la fecha de la boda a cuatro días después, con lo que se pudo formalizar el contrato en el hospital de Ronda y, de forma inmediata, la boda y los quince días de permiso por matrimonio. Contrato de trabajo, bodorrio y viaje, el pack perfecto con el que soñaría cualquier joven español. Como el Servicio Andaluz de Salud y el Ayuntamiento de Ronda, donde se celebró la boda civil, están gobernados por el mismo partido, el PSOE, nadie pone problemas. Solo habría que imaginar, si acaso, los comentarios de las otras enfermeras el día de la contratación: “¿Y la nueva?, ¿La habéis visto? Es que estamos fatal de personal… La nueva está de vacaciones. ¿Cómo, pero si todavía no ha pisado el hospital?” Compréndelo, fuera de tu mundo también habrá algunas personas a las que les cueste trabajo entender que un contrato de trabajo de tres meses por las sustituciones de verano se inicie con quince días de permiso…

"Presento mi dimisión porque me parece increíble que se metan en mi vida privada de esta manera", has dicho. Y eso es lo que más gracia me ha hecho

Por eso, te digo, querido concejal, que no deberías haber dimitido si, en el fondo, como has dicho, no hay derecho a que se forme un escándalo por lo ocurrido, que tú ves normal. “Presento mi dimisión porque me parece increíble que se metan en mi vida privada de esta manera”, has dicho y eso, permítemelo, es lo que más gracia me ha hecho de todo: el concepto de vida privada que tenéis algunos políticos. Muchas veces se ha censurado en España la confusión que existe con las instituciones, que hay dirigentes políticos que las consideran de su propiedad, pero esto tuyo es, acaso, el ejemplo más chusco y más claro. Un ayuntamiento, una boda civil y un hospital público… tu vida privada.

Fíjate, qué curioso, porque es exactamente lo mismo que ha dicho otra alcaldesa cuando se ha conocido que ha contratado a su propio hijo como cargo de confianza en el Ayuntamiento de Gelves, con un sueldo nada despreciable de 33.000 euros al año. “Lo que sería injusto es que no pudiese ocupar esta responsabilidad por ser hijo de la alcaldesa”, han dicho madre, hijo y partido, también el PSOE que gobierna en ese ayuntamiento sevillano. Todo lo ven normal, lógico: como el hijo, que lleva en el partido toda su vida, se quedó sin entrar de concejal en las elecciones, se le coloca como asesor de confianza. Lo mejor es el perfil del chaval, he leído que tiene 28 años y que lleva 15 años de militante en el Partido Socialista, primero en las Juventudes y ahora en el partido. Con tan solo trece años, ya ‘descubrió’ su vocación política.

Foto: La consejera de Educación de Andalucía, Adelaida de la Calle. (EFE) Opinión
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Fíjate, concejal que has dimitido, que lo extraordinario de todo esto no son los dos casos en sí mismos, sino lo que representan. La cultura del enchufe, el nepotismo que acaba convirtiéndose en moneda de uso cuando un partido gobierna tanto tiempo. La corrección que ofrece un sistema democrático para eso es la alternancia política, pero como en Andalucía existe un partido hegemónico, el PSOE ha caído en lo mismo que, sin duda alguna, incurrirán muchos otros partidos cuando se ven en la misma situación. ¿Recuerdas lo que te decía de la confusión del partido y la institución? Pues eso. Son historias de enchufismo andaluz que salen a la luz periódicamente y que solo sirven para refrescarle al personal cómo funcionan las cosas.

El PSOE ha caído en el enchufismo, como harían muchos otros partidos cuando se ven en la misma situación de gobernar tantos años sin alternancia

Por eso insisto en que no deberías haber presentado la dimisión si, al menos, no eres capaz de reconocer que no está bien lo que habéis hecho con tu hija. No tienes que ser tú el que dimita, cuando la propia líder de tu partido, la presidenta Susana Díaz, se ha ido de vacaciones después de amarrar que todos sus ex consejeros tuvieran un buen cargo en alguna de las múltiples empresas públicas que tiene la Junta de Andalucía. Mi preferido de todos los recolocados es el que fue consejero de Salud: lo hizo tan mal, que provocó una ‘marea sanitaria’ en Andalucía, con Spiriman a la cabeza, lo echaron y como compensación lo han mandado a la Agencia Andaluza de la Energía, que debe ser el sitio idóneo para un médico de profesión, con un sueldo de más de 60.000 euros.

Querido concejal, créeme, no has hecho más que cumplir la máxima que tan a rajatabla se lleva en esta España de picaresca y, mucho más, en un partido político como el tuyo, tan cómodamente asentado en su hegemonía política en Andalucía: “Donde fueres, haz que lo vieres”. En El Quijote, que es nuestra obra más universal como españoles, ya lo decía Sancho Panza, con lo que la tradición, ese pragmatismo multiusos, viene desde muy lejos. No dimitas, alma de cántaro; no sin reconocer que las cosas funcionan como funcionan en Andalucía y que tú, a fin de cuentas, no has hecho ni más ni menos que lo que otros tantos, cientos o miles. Se trata de “Vivir del presupuesto”, como dijo mi adorado Felix Bayón cuando el incalificable Gaspar Zarrías se jactaba de que la Junta de Andalucía era el mayor empleador de España. Si sumas la Junta de Andalucía, con toda su administración paralela, los ayuntamientos y las Diputaciones gobernadas por el Partido Socialista, no hay ninguna duda; es lo que hay. Así que para dimitir con la pose del orgullo herido, mejor quédate en el cargo que así ya te conocen los ciudadanos.

Querido concejal, he leído que has dimitido y eso es lo que me impulsa a escribirte: ¿a dónde vas, alma de cántaro? No seas exagerado, hombre, que aquí nadie dimite y menos si no está convencido, como es tu caso. Las dimisiones, créeme, están sobrevaloradas en política. Yo creo que solo deberían aceptarse si el dimisionario está convencido de lo que hace, si sirve de lección para los demás y de escarmiento personal, pero ese no es tu caso. Te vas sin el menor reconocimiento de haber hecho algo irregular, y en esos casos la dimisión es como una fuga.

Susana Díaz Gaspar Zarrías