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Oda al funcionario que no trabajaba
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Javier Caraballo

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Oda al funcionario que no trabajaba

¿Y la culpa era del tal Recio o de quien se lo ha consentido?

Foto: Carles Recio, en una imagen de televisión.
Carles Recio, en una imagen de televisión.

Carles Recio es un sueño, lo que todo el mundo aspira a ser en la vida: un sueldo fijo sin tener que doblarla. Carles no solo lo ha conseguido, ha estado 10 años cobrando sin trabajar, sino que, además, ahora acaba de dictaminar la Fiscalía de Valencia que lo suyo no se encuadra en ningún delito del Código Penal español, con lo cual solo hay que imaginar la cara de felicidad que se le habrá quedado al buen hombre, equiparable a la cara de panolis que se les queda al resto, a sus compañeros de trabajo y, sobre todo, al resto de currantes de España cuando lean la noticia.

Por supuesto, Carles Recio es funcionario, esto hay que remarcarlo; por eso ha sido posible su extraordinaria proeza, porque esas cosas, esos casos, solo son posibles en la función publica y en la empresa pública, o por lo menos es ahí donde más nos molestan, porque si un empresario se gasta su dinero en mantener en un despacho a un golfo o a un inútil de su familia, es lo mismo que si se lo gastara en el casino. Lo de Carles no es así, los 50.000 euros que ha estado recibiendo cada año han salido del bolsillo de todos nosotros, de nuestros impuestos, y lo único que tenía que hacer es ir a fichar por la mañana y, sin pisar las oficinas, se marchaba hasta que, al final de la jornada, volvía para fichar la salida. Así todos los días, salvo las vacaciones, porque de un trabajo así también se descansa, como es normal.

Solo hay que imaginar la cara de felicidad que se le habrá quedado al buen hombre cuando la Fiscalía ha dictaminado que lo suyo no es delito

La extravagante historia de Carles Recio se conoció cuando se publicó en prensa, que esa es otra de las constantes de estos casos: ningún responsable político se escandaliza hasta que se publica la noticia. A principios de enero del año pasado, el diario 'El Mundo' publicó esta información: “Un funcionario lleva más de 10 años cobrando como jefe sin ir a trabajar. En el Archivo General y Fotográfico de la Diputación de Valencia le conocen como 'el hombre que nunca estuvo allí”. De forma inmediata, se le abrió un expediente disciplinario y la cosa terminó en la Fiscalía, que es la que ha decidido ahora archivar el asunto porque no ve indicios de delito. Sostiene el fiscal valenciano que es verdad que Carles Recio carecía de despacho y que sus dos responsables directos “no tenían constancia” de que realizara trabajos en otro lugar; solo que iba a fichar a su entrada y salida del archivo, pero sin permanecer en el lugar de trabajo.

¿Y la culpa era del tal Recio o de quien se lo ha consentido? Pues por lo que dice el fiscal, la cuestión es que desde el principio el jefe de personal de la Diputación valenciana fue informado de que el puesto para el que fue designado no era necesario en el área y que, por ello, no tenía ni mesa ni despacho, con lo que llega a la conclusión de que no existen indicios de prevaricación ni malversación de caudales públicos, sino “irregularidades administrativas”. Ahora se entiende bien por qué reaccionó como reaccionó el afectado cuando publicaron su nombre y lo apodaron ‘el artista del absentismo’, porque su verdadera vocación es dibujar cómics (la heroína de sus historias se llama ‘Fallerela’, obvio). Tan pancho, Carles Recio leyó la noticia y dijo que él no tenía nada que ocultar, que solo había hecho lo que le mandaron. Lo nombraron ‘jefe de la Unidad de Actuación Bibliográfica’ del Archivo General de la Diputación de Valencia, que, por lo visto, apenas tiene libros. Con un par.

placeholder Ejemplares de los cómics de Carles Recio.
Ejemplares de los cómics de Carles Recio.

Con lo cual, es probable que el asunto al final se quede en nada, como tantos otros, por ejemplo aquel tan mencionado de la Junta de Andalucía del director del Centro Andaluz de Flamenco que también estuvo tres años cobrando 2.000 euros mensuales y ni siquiera conoció el despacho; los tribunales también lo han absuelto a él y a sus responsables políticos. Aunque el caso valenciano tiene más enjundia aún, porque resulta que si a Carles Recio lo nombraron para su ‘cargo fantasma’ fue porque en 2005 descubrieron que, siendo jefe de Publicaciones de la Diputación provincial, regentaba un prostíbulo masculino en su casa.

La Diputación, entonces presidida por Fernando Giner (PP), que también ha acabado con problemas judiciales de tramas y cosas, se lavó las manos y dijo que no entraba en su competencia inmiscuirse en “la esfera personal” de sus funcionarios. Eso fue lo que dijo, pero lo que hizo fue quitarlo de la vista y nombrarlo para un cargo por el que podría seguir cobrando sin tener que trabajar ni un solo día.

Lo nombraron ‘jefe de la Unidad de Actuación Bibliográfica’ del Archivo General de la Diputación, que, por lo visto, apenas tiene libros. Con un par

En plena oleada de protestas de los jubilados por la progresiva pérdida de poder adquisitivo desde que se inició la crisis, el ejemplo de Carles Recio es como un chute de gasolina. Los años en los que ha estado cobrando sin trabajar han sido, además, los años duros de la crisis, con lo que se redondea el agravio. Antes, cuando se decía que la función pública se sustenta con nuestros impuestos, faltó añadirle que también se nutre con nuestros recortes en sanidad, en servicios sociales o, incluso, con los recortes de los muchos servidores públicos, desde maestros a guardias civiles, que también tienen la condición de funcionarios y que nada tienen que ver con esa especie que alimenta la leyenda negra del funcionario vago.

Esto también conviene subrayarlo, en España existe un desprecio decimonónico al trabajo del funcionario público, la tópica imagen de la ventanilla del ‘vuelva usted mañana’ que nunca resuelven nada y que exasperan al más paciente de los ciudadanos. No es verdad que los funcionarios públicos sean así, pero no es menos cierto que, como todos los tópicos, la mala fama de los funcionarios se sustenta en algunos casos verdaderos y constatables.

Ocurre igual que con las diputaciones provinciales, ¿cómo no iba a ocurrir una historia así en una diputación provincial? ¿Y cuántas más habrá? Es lo normal, porque son las instituciones más adulteradas y viciadas de toda la extensa red de burocracia política española. El ejemplo de Carles Recio es muy bueno para, en el futuro, utilizarlo cuando los funcionarios se quejen de su mala fama: cuando alguien pregunte, ahí está una parte de la explicación de su desprestigio histórico.

Carles Recio es un sueño, lo que todo el mundo aspira a ser en la vida: un sueldo fijo sin tener que doblarla. Carles no solo lo ha conseguido, ha estado 10 años cobrando sin trabajar, sino que, además, ahora acaba de dictaminar la Fiscalía de Valencia que lo suyo no se encuadra en ningún delito del Código Penal español, con lo cual solo hay que imaginar la cara de felicidad que se le habrá quedado al buen hombre, equiparable a la cara de panolis que se les queda al resto, a sus compañeros de trabajo y, sobre todo, al resto de currantes de España cuando lean la noticia.

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