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Pablo Iglesias y Quim Torra, el 'doctor no'
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Javier Caraballo

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Pablo Iglesias y Quim Torra, el 'doctor no'

En su reunión, Torra volvió a lo mismo y el líder de Podemos le hizo el juego complacido con esa lectura simplona de que toda república supone valores democráticos y la monarquía autoritarios

Foto: El presidente catalán, Quim Torra (d), y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, momentos antes de la reunión que mantuvieron este lunes en el Palau. (EFE)
El presidente catalán, Quim Torra (d), y el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, momentos antes de la reunión que mantuvieron este lunes en el Palau. (EFE)

Quim Torra está loco por encontrarle un doble a Mariano Rajoy. Lo necesita con urgencia porque los independentistas catalanes ya se han dado cuenta de que después de ocho años trabajando y puliendo el personaje, después de haberlo convertido en un icono fundamental de la estrategia soberanista, ahora no pueden dejar que se les esfume esa referencia. Con lo que cuesta en política acuñar algunos conceptos, no pueden permitir que todo se vaya por la borda. Así que Quim Torra, el presidente de esta Generalitat extraña, ese hombre con pinta de profesor chiflado, ha girado al cabeza, ha contemplado el panorama, y ha concluido que la única persona que puede sustituir aquello que representaba Mariano Rajoy, que era la encarnación del mal para el independentismo, solo puede ser el rey Felipe VI.

Por eso su sobreactuación con motivo de los Juegos del Mediterráneo, que es la ocasión que ha encontrado para señalar al monarca español como el responsable de la ‘opresión del pueblo catalán’ y de los sucesos del 1 de octubre, las cargas policiales durante el ‘referéndum trampa’ que los independentistas, sin rubor alguno, sin que se les caiga la cara de vergüenza, han llegado a calificar como la mayor agresión a civiles desde la Segunda Guerra Mundial. En fin, que lo importante es lo que se esconde: ¿por qué ataca Quim Torra de esa forma a Felipe VI? Porque se le ha caído el icono de Mariano Rajoy y tiene que sustituirlo de forma urgente y, como Pedro Sánchez no encaja en ese papel de opresor, ha tirado por elevación y ha puesto la diana en el rey.

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Saben además los independentistas que no se trata solo de seguir alimentando el discurso del agravio, del victimismo, sino que una vez que Mariano Rajoy ha desaparecido del debate político en Cataluña corren el riesgo de que se inviertan los papeles y que, a partir de ahora, la opinión pública comience a ver en Quim Torra la negatividad que antes le achacaban al Gobierno del Partido Popular. Es decir, hasta ahora el 'relato' catalán –expresión acuñada por la cursilería- consistía en hacerles ver a los ciudadanos catalanes que cada propuesta de diálogo que se planteaba desde Cataluña se encontraba siempre con la negativa de Mariano Rajoy. ¿Cuántas veces se ha oído la misma acusación, primero por parte de Artur Mas y luego de Puigdemont? En cuanto Quim Torra llegó al Palau de San Jaume fue lo primero que hizo, le mandó una carta a Mariano Rajoy en la que le pedía “empezar el diálogo mañana mismo, sin condiciones y sin límite temporal”.

Estaba claro que se trataba de repetir otra vez la misma estrategia. Pero sucedió lo imprevisto, moción de censura, Pedro Sánchez de presidente del Gobierno y convocatoria del presidente de la Generalitat para que vaya a la Moncloa; para que vaya, además, como un presidente autonómico más y en el orden que le toca, ni antes ni después. Si Quim Torra persiste en su falsa invitación al diálogo, que consiste en que se acepte todo lo que plantean los independentistas, lo que ya no va a tener enfrente es a un persona como Rajoy, estigmatizado en la sociedad catalana, que haga creíble que el problema es del otro, del presidente del Gobierno español que no quiere negociar y le dice a todo que no. Con lo cual, quien ahora corre el peligro de aparecer ante los catalanes como el ‘doctor no’ es Quim Torra, que será visto como un político incapaz de dialogar y de encontrarle una salida al conflicto de Cataluña.

Si Torra persiste en su falsa invitación al diálogo, lo que ya no va a tener enfrente es a un persona como Rajoy, estigmatizado en la sociedad catalana

De ahí nace la urgencia de centrar todos los ataques en Felipe VI, en exigirle que pida perdón, con el acto simbólico de entrega de esos libros e informes sobre las cargas policiales del referéndum trampa que solo demuestran la capacidad de manipulación del independentismo. En su reunión con Pablo Iglesias, Quim Torra volvió a lo mismo y el líder de Podemos, en su insustancialidad, le hizo el juego complacido con esa lectura simplona de que toda república supone valores democráticos y toda monarquía representa valores autoritarios. “El futuro pasa por una España social y que apueste por los ‘valores republicanos’, no para revivir el pasado sino por un futuro de diálogo en el que los valores republicanos representan la modernidad”, dijo Pablo Iglesias.

Que diga esto un licenciado en Ciencias Políticas, que lo diga un líder político español y que lo diga en Cataluña debió remover en su tumba al general Domingo Batet, que fue el que reprimió la última rebelión de los independentistas catalanes cuando, traicionando a la República, declararon el Estado Catalán en octubre de 1934. Se le debería preguntar ahora a Pablo Iglesias cuáles fueron los ‘valores republicanos’ que se emplearon entonces para acabar con la deslealtad del presidente catalán de entonces, Lluís Companys.

Foto: Un cartel de Junts Per Catalunya con Jordi Sànchez y Carles Puigdemont en las pasadas elecciones. (Reuters)

Lo que hizo el general Batet, capital general de Cataluña, fue desatender la invitación de los subordinados, mantenerse fiel a la República y declarar, de forma inmediata, el estado de guerra. Colocó los cañones en la plaza de San Jaume y en diez horas se había rendido el Gobierno rebelde. Entonces sí hubo cañonazos, disparos y muertos. Y todos los rebeldes acabaron entre rejas. ¿Son esos los valores republicanos que reivindica Pablo Iglesias? En fin, como la historia es bien conocida, además de recordar una vez más al general Batet, que acabaría siendo fusilado por Franco dos años después, cuando de nuevo defendió la República española frente al alzamiento fascista, rescatarla de nuevo solo debe servirnos para subrayar lo que está ocurriendo: la maniobra del presidente de la Generalitat, Quim Torra, para recrear en Felipe VI el icono de agravio que ya no encuentra en Mariano Rajoy, y la triste banalización que hace Pablo Iglesias de lo más elemental que se aprende en primero de Ciencias Políticas.

Quim Torra está loco por encontrarle un doble a Mariano Rajoy. Lo necesita con urgencia porque los independentistas catalanes ya se han dado cuenta de que después de ocho años trabajando y puliendo el personaje, después de haberlo convertido en un icono fundamental de la estrategia soberanista, ahora no pueden dejar que se les esfume esa referencia. Con lo que cuesta en política acuñar algunos conceptos, no pueden permitir que todo se vaya por la borda. Así que Quim Torra, el presidente de esta Generalitat extraña, ese hombre con pinta de profesor chiflado, ha girado al cabeza, ha contemplado el panorama, y ha concluido que la única persona que puede sustituir aquello que representaba Mariano Rajoy, que era la encarnación del mal para el independentismo, solo puede ser el rey Felipe VI.

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