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Javier Caraballo

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Este Gobierno chorrea miel

Un día cualquiera para el Gobierno socialista más inesperado de la historia de España es un apretado compendio de todas las buenas intenciones que se puedan imaginar

Foto: Pedro Sánchez preside la foto oficial de su Gobierno. (EFE)
Pedro Sánchez preside la foto oficial de su Gobierno. (EFE)

La agenda del Gobierno de Pedro Sánchez chorrea miel de abejas. Qué cosa más admirable. Solo hay que detenerse en un día cualquiera y repasar las propuestas y las declaraciones. Qué prodigio, qué despliegue, qué elogio a la melaza y a la corrección política. Debe valorarse en su justa medida porque un día cualquiera para el Gobierno socialista más inesperado de la historia de España es un apretado compendio de todas las buenas intenciones que se puedan imaginar. Es una pancarta completa, desplegada por todos los despachos e instituciones, con el ansia incontenible de quien se sabe efímero y tiene que aprovechar el tiempo para poder aspirar a otro mandato más sereno y prolongado.

Con lo cual, no hay tiempo para la gestión ordinaria, solo para la extraordinaria: los restos de Franco, la asignatura de Religión, el lenguaje de género de la Constitución, la comisión de la Verdad, los Valores Cívicos en la Escuela, la elección de los jueces por votación popular, la guerra contra el diésel de los vehículos, esa lacra medioambiental… Todo eso, en un solo día, ayer miércoles, y con el presidente Sánchez de viaje en Bruselas, en su primera cumbre internacional, la de la OTAN, también de buen rollo, con buena cara ante las tensiones del ogro americano, "tranquilo, Donald, que en España somos empáticos con las demandas de la Administración americana".

Foto: Dolores Delgado, durante su comparecencia en la comisión de Justicia del Congreso, este 11 de julio. (EFE)

De repente, conviene reparar en ello, la olla a presión que era España hace un mes y medio ha desaparecido misteriosamente. Ya vivimos en otro país en el que no existen las tensiones asfixiantes de hace tan poco tiempo. Ni pensionistas desesperados, ni mujeres cabreadas, ni tuiteros oprimidos por la falta de libertad de expresión, ni inmigrantes ignorados, ni intelectuales preocupados por la baja calidad de la democracia, ni balsas de corrupción en las afueras de las ciudades, fluyendo, negras y pestilentes, por las alcantarillas de la Gran Vía. Conste que no hay ironía en esta afirmación, se trata solo de pararse a mirar un momento cómo ha cambiado la cosa.

Ha sido llegar Pedro Sánchez a La Moncloa y se han relajado todas las tensiones sociales y económicas que convertían España en un infierno cuando gobernaba la derecha. Y es preciso decirlo así, ‘cuando gobernaba la derecha’, porque esa es la clave de todo. Ya establecimos que el odio a la derecha es el principal pegamento que existe en España para conformar mayorías parlamentarias, y por eso salió adelante la moción de censura contra Mariano Rajoy sin necesidad de que nadie se comprometiera a nada, ni que planteara ningún programa de Gobierno.

Foto: Sánchez llega a su primera cumbre de la OTAN. (EFE)

La derecha en España, a diferencia de lo que ocurre en otros países de nuestro entorno, sencillamente cae mal; es una aversión ambiental y política que se ha reproducido en los últimos 40 años en diferentes caras y en distintas siglas, desde Fraga hasta Rajoy. Con lo cual, la principal misión del PSOE en democracia ha sido la de saber aglutinar a todos los cabreados con la derecha, ‘cabreados per se’, y eso es lo que ha vuelto a ocurrir para desconsuelo de Podemos, que nunca supo ponerse en ese papel fundamental de catalizador de odios.

Hasta el saludo lleno de cordialidad que Pedro Sánchez le dedicó a Donald Trump se hubiera convertido en un foco de polémica en España si, en vez del presidente socialista, lo llega a hacer Mariano Rajoy, con su barbilla encogida y la sonrisa a medias. ¿Alguien se imagina los 'memes' sobre Rajoy diciéndole a Trump que “somos empáticos con ellos”, y la cara de palo de Angela Merkel detrás? La sola idea de que el presidente de España dijera eso, precisamente el día en que el Gobierno de los Estados Unidos había dejado temblando a los aceituneros andaluces con los aranceles impuestos a la exportación de aceitunas negras, le hubiera valido una sonora pitada de agricultores y alcaldes nada más poner un pie en Bruselas.

Saludo breve entre Sánchez y Trump en Bruselas

Dicen que Iván Redondo, el ‘cerebro gris’ de La Moncloa, se ha estado reuniendo con todos los jefes de gabinete de Presidencia desde 1982. Querrá aprender de sus errores, de lo que les ocurrió al final, cuando todo empezó a torcerse, y en la calle comenzaron a estallar las protestas como brotes de fiebre y erupciones en la piel. Será que Iván Redondo tiene pesadillas y sueña con un hemiciclo adverso, gritando desde los escaños “Sánchez, váyase”, y no quiere que a él también le pase.

En un día cualquiera, tal como ayer miércoles, el mero repaso de la agenda del Gobierno, con la miel chorreando, puede estirarse mucho tiempo, pero ¿será suficiente? Con los restos de Franco y la modificación de la Ley de la Memoria Histórica se puede pasar un año; con la guerra del diésel se puede levantar una polémica medioambiental que se extienda hasta 2020; la supresión de la asignatura de Religión está ya muy trillada, pero se trata siempre de un valor seguro, muy cotizado como reivindicación de izquierdas; luego la corrección de género de la Constitución, que con suerte puede incluso generar una ofensiva mayor contra el machismo de las academias españolas…

Será muy interesante ir contando los días hasta el final de esta legislatura y comprobar cuánto tiempo consigue mantenerse el Gobierno de Pedro Sánchez, con agendas de trabajo como la de estos días, en este estado idílico de comunión con la sociedad, comunión de galletitas doradas de pegatina y de miel.

La agenda del Gobierno de Pedro Sánchez chorrea miel de abejas. Qué cosa más admirable. Solo hay que detenerse en un día cualquiera y repasar las propuestas y las declaraciones. Qué prodigio, qué despliegue, qué elogio a la melaza y a la corrección política. Debe valorarse en su justa medida porque un día cualquiera para el Gobierno socialista más inesperado de la historia de España es un apretado compendio de todas las buenas intenciones que se puedan imaginar. Es una pancarta completa, desplegada por todos los despachos e instituciones, con el ansia incontenible de quien se sabe efímero y tiene que aprovechar el tiempo para poder aspirar a otro mandato más sereno y prolongado.

Pedro Sánchez