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¿Feijóo candidato? Malo será
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Javier Caraballo

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¿Feijóo candidato? Malo será

Es la fórmula secreta que tienen los gallegos para predecir el futuro. Es una receta mágica con la que escrutar los misterios de la existencia o los simples azares de la vida

Foto: Alberto Núñez Feijóo. (EFE)
Alberto Núñez Feijóo. (EFE)

La única incógnita que queda por resolver del proceso de sucesión en el Partido Popular es por qué Alberto Núñez Feijóo decidió echarse a un lado, apartarse de la carrera y sentarse en la grada para contemplar la carrera de vallas de sus rivales. ¿Por qué lo hizo si, quizás, era el único candidato que podría haber suscitado una verdadera unanimidad entre militantes y cuadros? ¿Por qué renunció después de tantos años acariciando la posibilidad? ¿Qué se esconde? Como no hay respuestas políticas para todo eso, habrá que recurrir a la sabiduría gallega de la que ha mamado Núñez Feijóo. ¿Ha renunciado o, simplemente, aguarda su momento? ¿Lo veremos como candidato a La Moncloa, elegido por aclamación?

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo (c), saluda tras su comparecencia en la que anunció su intención de quedarse en Galicia. (EFE)


La respuesta a todas esas preguntas es una sola: malo será… Es la fórmula secreta que tienen los gallegos para predecir el futuro. Es una receta mágica con la que se pueden escrutar los misterios de la existencia, la naturaleza o los simples azares de la vida. “Malo será” contestan los gallegos cuando se les pregunta qué nos puede deparar el mañana, cuando se intenta adivinar qué tiempo va a hacer el próximo fin de semana o qué nota van a sacar sus hijos en los exámenes de las oposiciones. “¿Nos irá bien en la vida?”. Malo será… “¿Lloverá el domingo?”. Malo será… “¿Aprobará mi hija su examen?”. Malo será…

Pese a la negatividad que pueda desprenderse de la literalidad de esa expresión, en realidad significa lo contrario, es una prueba del optimismo de esta tierra. ‘Malo será’ es una filosofía de vida, de serenidad y de ánimo ante lo que pueda venir, de esperanza y de paciencia, de confianza en que nada malo, de las muchas cosas malas que pueden pasar en la vida, acabará pasando.

Los argumentos en política siempre son de ida y vuelta, y la decisión de Feijóo de liderar al PP no implicaba abandonar la Xunta de Galicia


En la Real Academia de la Lengua se recoge como una expresión que se utiliza “para manifestar la dificultad o poca probabilidad de que suceda algo que no se desea”. A todo esto se le une el tópico gallego de contestar a una pregunta con otra, de no saber nunca si suben o bajan, y se comprende perfectamente que ante la duda de si Feijóo ha renunciado a presentarse algún día a presidente del Gobierno de España, lo mejor es responder “malo será”.

Para empezar, esa es la hipótesis mayoritaria en el seno del Partido Popular desde el día en que el presidente de Galicia anunció, con lágrimas en los ojos, que renunciaba a presentarse para sustituir a Mariano Rajoy como presidente del Partido Popular. Los argumentos en política siempre son de ida y vuelta, y la decisión de Feijóo de liderar a los populares no implicaba, necesariamente, que tuviese que abandonar la Xunta de Galicia. No iba a ser el primero: lo mismo sucedió con Susana Díaz, que se presentó a unas primarias para la secretaría general del PSOE y no tuvo que abandonar por ello la Junta de Andalucía. Incluso en el caso de que lo hubiese logrado, nunca expresó que, de forma inmediata, abandonaría el Gobierno andaluz.

Si un dirigente político lo pretende, puede acompasar esos tiempos. Más aún si se tiene en cuenta que la legislatura gallega y la de las Cortes Generales finalizan casi al mismo tiempo: en junio de 2020 tendrían que ser las elecciones generales y en septiembre de ese mismo año, las gallegas.

Existe, además, el deseo expreso del propio Alberto Núñez Feijóo, que nunca ha ocultado que le gustaría entrar en la batalla por el Gobierno de España como candidato del PP. Cuando en estos días le han preguntado, una y otra vez, por qué renunció a presentarse a las primarias del Partido Popular, ha manifestado abiertamente que “si todo esto en vez de suceder en 2018 hubiese ocurrido en 2020, probablemente me hubiese presentado para liderar el partido”. Es decir, que su deseo es uno y los plazos políticos son otros; la cuestión es acompasarlos.

Foto: Pablo Casado en un acto con militantes. (EFE)


Es cierto que el propio Feijóo añade también que el nuevo presidente, Pablo Casado, "tiene 37 años y por lo tanto hemos elegido un presidente para que dure". Pero quién puede asegurar hoy en la política española lo que sucederá mañana. Entre las complicaciones propias de su polémico máster, que llegará al Tribunal Supremo, y la necesidad de ofrecer resultados favorables para el PP en el tobogán de elecciones que se avecina (andaluzas, en otoño, y autonómicas y municipales en la primavera de 2019), lo único que se puede afirmar hoy de Pablo Casado es que ha derrotado con solvencia a Soraya Sáenz de Santamaría. Punto.

Quizá sea una estrategia: esperar el momento más propicio para presentar la candidatura, sin los escollos inmediatos que hay por el camino


Es frecuente que cuando se hace esta misma pregunta en el seno del Partido Popular la respuesta sea, con hombros encogidos, que nadie en el partido se ha acabado de explicar por qué Alberto Núñez Feijóo hizo lo que hizo, con lo que es posible que se trate de una estrategia a medio plazo. Esperar el momento más propicio para presentar la candidatura, sin los escollos inmediatos que hay por el camino y que pueden hacerla naufragar.

Hay, incluso, quien añade dentro del Partido Popular una duda más, que aumenta exponencialmente las especulaciones: “Durante la campaña de las primarias, de forma sorpresiva, Pablo Casado dijo que el hecho de ser presidente del PP no tenía que presuponer que él iba a ser el candidato en las elecciones generales. Fue una declaración muy extraña que, luego, al contemplar el comportamiento errático de Feijóo, hizo pensar en un posible ‘pacto secreto’ entre los dos”. En definitiva, lo dicho al principio: “¿Lloverá el domingo?”. Malo será…

La única incógnita que queda por resolver del proceso de sucesión en el Partido Popular es por qué Alberto Núñez Feijóo decidió echarse a un lado, apartarse de la carrera y sentarse en la grada para contemplar la carrera de vallas de sus rivales. ¿Por qué lo hizo si, quizás, era el único candidato que podría haber suscitado una verdadera unanimidad entre militantes y cuadros? ¿Por qué renunció después de tantos años acariciando la posibilidad? ¿Qué se esconde? Como no hay respuestas políticas para todo eso, habrá que recurrir a la sabiduría gallega de la que ha mamado Núñez Feijóo. ¿Ha renunciado o, simplemente, aguarda su momento? ¿Lo veremos como candidato a La Moncloa, elegido por aclamación?

Alberto Núñez Feijóo