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El honor de Cospedal
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Javier Caraballo

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El honor de Cospedal

A los políticos, a estos políticos que conocemos, los castraron de honor al nacer en una sede o cuando los parieron entre las sillas de madera de un mitin de campaña

Foto: La ex secretaria general del PP María Dolores de Cospedal. (Raúl Arias)
La ex secretaria general del PP María Dolores de Cospedal. (Raúl Arias)

El honor de María Dolores de Cospedal no existe porque los políticos no tienen honor. A los políticos, a estos políticos que conocemos, los castraron de honor al nacer en una sede o cuando los parieron entre las sillas de madera de un mitin de campaña; les mutilaron esa parte del alma, o de la sesera, y desde entonces toda invocación al honor es una vaina sin sentido. En todo caso, como en el poema de Calderón de la Barca, podríamos establecer que el honor de los políticos “es un fantasma aparente, que no está en que yo lo tenga sino en que el otro lo piense”. Y como resulta que en España la mentira es la mayor constante de la política, el honor de los políticos se refleja en aquello que vemos, en lo que proyectan. Es decir, que no existe.

La oportunidad de recordarlo nos la ha ofrecido estos días María Dolores de Cospedal cuando, al tiempo que se iban conociendo las grabaciones de Villarejo en su despacho de secretaria general del Partido Popular, se ha rescatado la noticia de su querella contra Luis Bárcenas por intromisión en su honor. “María Dolores de Cospedal no busca dinero, solo defender su honor”, han dicho siempre la interesada y su abogado con tanto éxito que, de hecho, hasta el Tribunal Supremo le dio la razón.

La existencia aislada de ese proceso que reclama un reconocimiento público de honor para quien tanto nos ocultaba parece fruto de un delirio

Después de lo que ahora sabemos, de las reuniones con Villarejo en las que se hablaba de los intentos de destruir “el 'pen drive', el puto 'pen drive” con la información de la Gürtel, la existencia aislada de ese proceso que reclama un reconocimiento público de honor para quien tanto nos ocultaba parece fruto de un delirio. Pero ha sido así y, de hecho, la ofendida Cospedal hasta tenía razón penal porque el Tribunal Supremo ha condenado a Bárcenas a indemnizarla con más de 50.000 euros.

El honor de María Dolores de Cospedal no existe porque la mentira en política es un catálogo de colores, la mentira grotesca, la mentira interesada, la mentira puñalada o la mentira disuasoria. Nos mienten a todas horas como aquel presidente de Hungría al que también le pillaron en una grabación con sus compañeros de partido, cuando ya no podía ocultar, ni mentir más, sobre la realidad de la crisis económica. Y les dijo: “El país vive por encima de sus posibilidades y no hemos hecho nada durante años. No se puede mencionar ninguna medida gubernamental de la que enorgullecerse, aparte de haber salido de la mierda para lograr el Gobierno. Hemos mentido por la mañana, por la tarde y por la noche. Y no quiero seguir así”.

La grabación se filtró a la prensa, el presidente acabó dimitiendo, la calle rebelándose y el Fondo Monetario Internacional interviniendo con un cuantioso rescate. A aquel tipo, por cierto, hay que ver cómo son las cosas, que se llamaba Ferenc Gyurcsany, le decían el ‘Zapatero de los Cárpatos’, porque eran los años de la confluencia planetaria y al entonces presidente español lo veían como referencia de la izquierda. ¿Se podría haber pillado a Zapatero en una de esas grabaciones, admitiendo ante los suyos que mentía mañana, tarde y noche? De hecho, ya lo ha reconocido públicamente Pedro Solbes, que era su ministro de aquellos años. “Zapatero no era Bambi, ni siquiera un reno, era Papá Noel en persona con el cheque bebé y otras medidas de gasto”, llegó a decir otro exministro socialista, Carlos Solchaga, en la presentación de un libro de Solbes sobre aquellos años. ¿Puede ser un político que miente tanto un hombre de honor? Evidentemente, en su faceta de cargo público, el honor de un político no existe.

Foto:  Opinión
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El honor de María Dolores de Cospedal no existe ni se restituye ahora porque haya abandonado el comité ejecutivo del Partido Popular, porque una mentira no se suple con una dimisión. Para recuperar el honor destruido por una mentira hace falta decir la verdad, y eso es lo que nunca va a hacer María Dolores de Cospedal, sincerarse sobre la corrupción que ha habido en su partido, ni sobre el ‘juego sucio’ de la política, que es otro denominador común, la destrucción del adversario dentro y fuera del partido en el que militan.

Para recuperar el honor destruido por una mentira hace falta decir la verdad, y eso es lo que nunca va a hacer Cospedal, sincerarse sobre la corrupción

Todos los partidos políticos que se han visto implicados en casos de corrupción durante estos 40 años han querido salvar la crisis señalando a unos chivos expiatorios y salvando el modelo podrido, que es como acabar con la fiebre sin eliminar el virus de una enfermedad. Son falsas las invocaciones constantes a la ‘tolerancia cero’ hacia la corrupción si no se es capaz de admitir, ni de reconocer, que el origen de todos los escándalos es un sistema viciado de financiación ilegal, de clientelismo de partido y de privilegios políticos. De modo que no es posible el honor de Cospedal, porque no existe, no se despacha en política. Y si algún político quiere defender lo contrario, tendrá que hacerlo como Rajoy, con una de esas frase suyas que parecían un trabalenguas, “somos sentimientos y tenemos seres humanos", y así todos lo entenderemos.

El honor de María Dolores de Cospedal no existe porque los políticos no tienen honor. A los políticos, a estos políticos que conocemos, los castraron de honor al nacer en una sede o cuando los parieron entre las sillas de madera de un mitin de campaña; les mutilaron esa parte del alma, o de la sesera, y desde entonces toda invocación al honor es una vaina sin sentido. En todo caso, como en el poema de Calderón de la Barca, podríamos establecer que el honor de los políticos “es un fantasma aparente, que no está en que yo lo tenga sino en que el otro lo piense”. Y como resulta que en España la mentira es la mayor constante de la política, el honor de los políticos se refleja en aquello que vemos, en lo que proyectan. Es decir, que no existe.

María Dolores de Cospedal