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Canal Sur es un cachondeo
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Javier Caraballo

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Canal Sur es un cachondeo

¿Si los andaluces no ponen Canal Sur ni siquiera en el día de las elecciones andaluzas, cuándo lo hacen, entonces?

Foto: Trabajadores de Canal Sur protestan en un plató de la cadena. (Twitter de CCOO)
Trabajadores de Canal Sur protestan en un plató de la cadena. (Twitter de CCOO)

La burla es el último peldaño del descrédito. Hasta llegar a ese pozo se pasa antes por las críticas, el malestar, la indignación, la protesta y, cuando se han superado todas esas etapas sin que hayan surtido efecto alguno, cuando todo sigue igual, cuando el despropósito se perpetúa en el tiempo y se enquista, entonces aparece la sátira que en Andalucía se presenta siempre vestida de burla ácida, socarrona, donde ya no existe respeto ni consideración. A este extremo denigrante ha llegado la televisión pública de Andalucía, la RTVA, y no porque sean los políticos, con sus discursos y sus intervenciones parlamentarias, quienes hayan cruzado ese umbral, sino que son los propios profesionales del sector audiovisual y periodístico quienes lanzan hacia Canal Sur esos dardos envenados de guasa.

El último de todos ha sido Gonzalo García Pelayo, exitoso productor musical de la Transición (desde Triana hasta Pablo Milanés pasando por Labordeta) y director de cine, aunque saltó a la fama por haber ideado un método estadístico para asaltar legalmente los casinos, basándose en las imperfecciones de las ruletas. Hace unos días se difundió una carta de García Pelayo en la que le recriminaba al director de Canal Sur, Joaquín Durán, que la cadena haya rechazado la emisión de algunas de sus películas, después de haberlas aceptado previamente. Pero no era la irritación ni la protesta lo que se desprendía de esa carta de García Pelayo, sino la burla, el desprecio absoluto hacia la capacitación profesional de los directivos de Canal Sur, de los que directamente se reía; del propio Durán se despedía al final como "tu compañero de coro" del Carnaval de Cádiz. "Necesito que mi público natural vea esas obras. Tú debes ser un mero intermediario a nuestro servicio (por supuesto que hay otros creadores andaluces a los que también le debes ese mismo servicio). Prográmalas, aunque sea malamente, y págame lo que puedas", decía García Pelayo, con desdén.

placeholder El debate de los cuatro candidatos andaluces en Canal Sur. (EFE)
El debate de los cuatro candidatos andaluces en Canal Sur. (EFE)

Otro de los productores más reconocidos de Andalucía, Juan Lebrón, que ha llevado al cine, de la mano de directores como Carlos Saura o Gutiérrez Aragón, grandes producciones sobre el Flamenco, las Sevillanas o la Semana Santa, difundidas en un centenar de países, suele repetir como un chiste que con el dinero que se gastó Canal Sur en su serie estrella, 'Arrayán', un culebrón eterno, se podría haber rodado varias veces 'Lo que el viento se llevó'. Lo dice, también, de broma para subrayar su crítica fundamental, el despilfarro enorme de Canal Sur desde su creación: "En Canal Sur hemos gastado unos tres mil millones de euros. La TV3 se habrá gastado solo unos 300 millones de euros más. ¿Qué han conseguido ambas televisiones después de 30 años de vidas paralelas?".

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal. (Reuters)

"En Cataluña hay una extraordinaria industria audiovisual de todo tipo y el 80% de los personajes importantes de la televisión española son catalanes... Aquí en Andalucía no se ha desarrollado esa industria". Ciertamente, desde su inauguración hasta la actualidad, el negocio televisivo de Canal Sur ha consistido en alimentar a las productoras 'pata negra', en su inmensa mayoría dirigidas o participadas por exdirectivos de la casa. Para unos pocos, incluidos también algunos periodistas de la familia socialista, Canal Sur ha sido el mayor negocio de sus vidas, aquello que los ha convertido en millonarios. El último dato publicado al respecto se refiere al primer semestre de este año: seis de cada diez euros que Canal Sur gasta en producciones externas van a manos de los productores 'pata negra'.

En las tres décadas de vida de la Radio Televisión de Andalucía, como acaso ha ocurrido con las propias autonomías, el ente público ha desarrollado una carísima estructura hipertrofiada e ineficaz; el mantenimiento y la perpetuación de esa hipertrofia se ha convertido en un objetivo en sí mismo, sobre todo para quienes viven de ella. Las protestas de los trabajadores, en torno a los 1.500, y de los sindicatos que están presentes en la RTVA, siempre estarán dirigidas al deterioro presupuestario de la casa, jamás a la programación politizada y cutre que ha hundido las audiencias. Hasta en el exclusivo domingo de las últimas elecciones andaluzas, la televisión de Andalucía quedó la última, con un 8,7 de audiencia, por detrás de La Sexta, Telecinco, Antena 3 y La 1 de RTVE. ¿Si los andaluces no ponen Canal Sur ni siquiera en el día de las elecciones andaluzas, cuándo lo hacen, entonces? José Aguilar, veterano periodista andaluz que pasó fugazmente por la dirección de los informativos de Canal Sur, publicó hace un año un artículo de prensa en el que sentenciaba: "Esto no es opinión, sino constatación: se hace llamar 'la nuestra', pero la sigue el 10% de los andaluces. Canal Sur es políticamente sectaria, intelectualmente ínfima, socialmente conservadora y estéticamente nula. Su programación se orienta hacia los sectores sociales rurales, de mayor edad y menos nivel educativo. Los más fieles votantes del PSOE".

Tras las elecciones, el debate sobre el futuro de Canal Sur ha vuelto a suscitarse, sobre todo a raíz de la 'boutade' ignorante de los dirigentes de Vox

También en eso, en el descaro de la manipulación política, Canal Sur se ha convertido en un cachondeo, objeto de burla. El critico Ferrán Monegal, cuando comenzó el juicio de los ERE, se mofó públicamente de la televisión andaluza cuando comprobó que en los informativos de Canal Sur se omitía de forma grosera cualquier referencia al dinero defraudado, el periodista que informaba del juicio destacaba sobre todo datos irrelevantes, como los medios de comunicación que se habían acreditado, y luego cuando tuvo que referirse al objeto del juicio mencionó que se estaba cuestionando "un sistema que durante una década repartió 854 millones de euros". Y decía Monegal: "Si tú estás en Isla Antilla, en Huelva, tomándote un rebujito y oyes que han destinado 850 millones en ayudas, dices: hombre, qué buena gente". En cualquier caso, en esto coincidiremos que Canal Sur no tiene la exclusiva. No existe televisión ni radio pública en España que esté libre de manipulación política; la de Canal Sur siempre ha sido expresa, desvergonzada y zafia.

Tras las elecciones andaluzas del 2 de diciembre, el debate sobre el presente y el futuro de Canal Sur ha vuelto a suscitarse, sobre todo a raíz de la 'boutade' ignorante de los dirigentes de Vox sobre el cierre de la RTVA, desconociendo que el ente público está 'blindado' en el Estatuto de Autonomía y no se puede liquidar sin más. Pero sí se puede y se debe reconvertir, acabar con la manipulación política y el despilfarro constante, aunque es posible que esa sea la tarea más difícil a la que se enfrente un hipotético Gobierno de PP y de Ciudadanos entre otras cosas porque, de forma inmediata, en Canal Sur estallarán todas las protestas sindicales y 'periodísticas' que no han existido en los últimos treinta años. Desmantelar la estructura clientelar tejida por el PSOE durante su larga hegemonía en Andalucía es una tarea tan inmensa que podría considerarse, en sí misma, un programa de Gobierno que justificaría una legislatura. En el caso de Canal Sur, además, están obligados a comenzar por lo elemental, la dignidad, el prestigio, el respeto, que han tirado por los suelos.

La burla es el último peldaño del descrédito. Hasta llegar a ese pozo se pasa antes por las críticas, el malestar, la indignación, la protesta y, cuando se han superado todas esas etapas sin que hayan surtido efecto alguno, cuando todo sigue igual, cuando el despropósito se perpetúa en el tiempo y se enquista, entonces aparece la sátira que en Andalucía se presenta siempre vestida de burla ácida, socarrona, donde ya no existe respeto ni consideración. A este extremo denigrante ha llegado la televisión pública de Andalucía, la RTVA, y no porque sean los políticos, con sus discursos y sus intervenciones parlamentarias, quienes hayan cruzado ese umbral, sino que son los propios profesionales del sector audiovisual y periodístico quienes lanzan hacia Canal Sur esos dardos envenados de guasa.

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