:format(png)/f.elconfidencial.com%2Fjournalist%2Ff44%2Faae%2F358%2Ff44aae35831f1c05491bc0305c2ad703.png)
Matacán
Por
El 28-F es medio catalán
Al igual que la Feria de Abril, este Día de Andalucía se celebra en Cataluña con toda intensidad
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F5ee%2F722%2F997%2F5ee722997d044cd027fdc6083e25b19e.jpg)
De todas las escenas independentistas, la más absurda de todas se produjo durante la última Feria de Abril de Cataluña, cuando la caseta de un partido independentista dispuso que todo fuera amarillo, las sillas, los manteles, los platos y hasta la comida; comida amarilla en solidaridad con los presos por la revuelta de octubre de 2017. La escena, que parecía sacada de una comedia de ‘Los Compadres’, es una de las mejores expresiones del delirio catalán, porque allí estaban replicando las costumbres andaluzas aquellos que han construido sus reivindicaciones independentistas a fuerza de despreciar esas mismas costumbres, eso que dijo un idiota de que “los andaluces trabajan tres meses y se pasan nueve en el bar, mientras que los payeses sudan día a día su sueldo”.
Era como ponerle manteles amarillos al insulto y a la mentira y sentarse luego a celebrarlo con una botella de manzanilla. Quiere decirse que la Feria de Abril de Cataluña, que ya va para 50 años, es una de las expresiones más evidentes de lo mejor que ha tenido el pueblo español a lo largo de su historia milenaria, el mestizaje, que ha sido el que ha conformado el ser español que conocemos; es decir, lo contrario del odio y el desprecio, tantas veces racista, que inspiran los movimientos nacionalistas radicales y totalitarios como el independentismo catalán.
Cuando el otro día uno de los procesados por la revuelta independentista, el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, dijo en el juicio que él era medio español (“yo soy hijo de una murciana; yo también soy medio español"), estaba participando de la misma empanada independentista de muchos catalanes sobre su verdadera identidad y el absurdo histórico de esta constante deslealtad promovida por los privilegiados de la burguesía catalana.
Eso, claro, además de confirmarse una vez más con su ejemplo la eterna visceralidad de los conversos: muchos nietos de aquellos que llamaban despectivamente charnegos cuando se fueron a Cataluña a trabajar como emigrantes son los que ahora arremeten con más fiereza contra lo español. Pero al decir Cuixart que era medio español, en razón de que su madre es murciana, lo que equivocaba era el concepto: No se puede ser medio español, de la misma forma que no se puede ser solo español.
Lo de las mitades en la identidad sirve, si acaso, para las encuestas, para cuando pregunten a los ciudadanos que cómo se sienten, más de su pueblo que de su país o al revés. Pero nada más, no se puede ser medio murciano y medio español; se es murciano entero y, por esa exclusiva razón, se es español pleno. Lo mismo que un andaluz, que un catalán, un gallego o un madrileño, con independencia de lo que sienta. En todo caso, uno se puede sentir medio andaluz y medio catalán, o medio murciano y medio catalán, como decía el independentista de Ómnium, pero en ese caso será más español que ningún otro ciudadano porque en sus genes y en su sentimiento ya está reconociendo la extraordinaria diversidad de España.
Por eso lo de antes, que no se puede ser medio español como no se puede ser solo español. Antes que español, cada uno es del terruño que lo vio nacer y, entre todos, formamos España; una mota de polvo si mantenemos la definición de Ortega y Gasset: “¿Qué es España? Un remolino de polvo en el camino de la historia después de que un gran pueblo haya pasado al galope”.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F719%2F1ed%2Ff47%2F7191edf47d1c048ae6b23d4df7643a71.jpg)
Hoy que los andaluces celebramos el 28 de Febrero, conviene recordar siempre que este día tiene su origen en el referéndum que tuvo lugar en Andalucía tal día como hoy de 1980 y que tuvo un impacto decisivo en la historia reciente de España: tras aquel referéndum andaluz, se modificó sustancialmente el diseño inicial del Estado autonómico. De la misma forma que la Constitución diferencia entre nacionalidades y regiones, la intención inicial era la de dotar de autonomía plena solo a las comunidades nacionalistas, sobre todo la vasca y la catalana, acogiéndose al falso concepto de ‘comunidades históricas’.
La extraordinaria movilización del pueblo andaluz dio lugar al ‘café para todos’ que, con independencia de las muchas críticas y correcciones que se le deben hacer, ha configurado una España moderna, sin agravios entre regiones y pueblos. La ansiada ‘autodeterminación’ que se pedía tras la muerte del dictador es esta España de las autonomías. Significativamente, los únicos que no aceptaron nunca esta igualdad fueron los nacionalistas catalanes, que aún mantienen como un agravio hacia Cataluña que a otras comunidades que consideraban ‘inferiores’ se les concediera un nivel autonómico similar, aunque solo fuera desde el punto de vista institucional.
En este tiempo de deriva soberanista, los hijos de andaluces, extremeños, murcianos o leoneses tienen una obligación moral con su propia historia
Al igual que la Feria de Abril, este Día de Andalucía se celebra en Cataluña con toda intensidad. La Federación de Entidades Culturales de Andalucía en Cataluña organiza y celebra tantos actos como los que se convocan en la propia Andalucía y lo único que no deben olvidar es el sentido último de la fiesta, lo que supone el 28 de Febrero y, sobre todo, lo que significa frente al nacionalismo excluyente, insultante y egoísta de los independentistas catalanes. Sostiene el presidente de esa federación, Daniel Salinero, que la vocación de todos ellos es “aglutinar el movimiento andaluz en Cataluña” porque “la palabra Andalucía nos une a todos”. Perfecto.
En este tiempo de deriva soberanista, los hijos de andaluces, extremeños, murcianos o leoneses tienen una obligación moral con su propia historia. Igual que sus padres o sus abuelos tuvieron que emigrar para buscarse un mendrugo de pan y construyeron la Cataluña que conocemos, en la actualidad son ellos los que tienen la obligación de construir también una Cataluña que abandone el odio. Así que cuando llegue un descendiente de emigrante murciano, como Cuixart, o andaluz, como Rufián, que les hagan saber que todos somos españoles porque todos somos mitades de algo. Para ellos, por la memoria de todos esos emigrantes, el 28-F cuando se celebra en Cataluña es medio catalán y medio andaluz. Y, por esa razón, español.
De todas las escenas independentistas, la más absurda de todas se produjo durante la última Feria de Abril de Cataluña, cuando la caseta de un partido independentista dispuso que todo fuera amarillo, las sillas, los manteles, los platos y hasta la comida; comida amarilla en solidaridad con los presos por la revuelta de octubre de 2017. La escena, que parecía sacada de una comedia de ‘Los Compadres’, es una de las mejores expresiones del delirio catalán, porque allí estaban replicando las costumbres andaluzas aquellos que han construido sus reivindicaciones independentistas a fuerza de despreciar esas mismas costumbres, eso que dijo un idiota de que “los andaluces trabajan tres meses y se pasan nueve en el bar, mientras que los payeses sudan día a día su sueldo”.