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"Democracia es votar" y seis trolas más del independentismo
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Javier Caraballo

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"Democracia es votar" y seis trolas más del independentismo

A lo largo del último año, mientras se instruía esta causa, algunas de las personalidades más relevantes de España han desmontado esas consignas en El Confidencial

Foto: Manifestación unitaria del independentismo. (EFE)
Manifestación unitaria del independentismo. (EFE)

La declaración de todos los procesados por la revuelta catalana ante el Tribunal Supremo ha marcado, una a una, las siete grandes consignas en las que se sustenta el independentismo para, por un lado, intentar demostrar que no ha existido ningún delito y, por otro lado, hacer culpable a la democracia española de lo ocurrido en Cataluña. Se trata de mantras que, aunque pueda ser dudosa su validez ante un tribunal de Justicia, han demostrado una extraordinaria eficacia en la propaganda, nacional o internacional, porque todos ellos, elaborados con una apariencia de veracidad y dosis de victimismo, se acaban asumiendo como incuestionables, tras repetirlos constantemente. Es como la insistencia en que no se puede encarcelar a dos millones de personas en Cataluña, como sugirió la alcaldesa Ada Colau durante su declaración como testigo, sin reparar en que, al decirlo, lo único que se demuestra es que en España nadie va a la cárcel por sus ideas, amparadas por la Constitución, sino por la infracción de las leyes con el pretexto de defensa de esas ideas. Por eso hay dos millones de independentistas en libertad y sólo veinticinco procesados. A lo largo del último año, mientras se instruía esta causa, algunas de las personalidades más relevantes de España han desmontado esas consignas en El Confidencial. Siete principios contra siete trolas.

Primera trola: “Democracia es votar”

Javier Gomá. Jurista y filósofo.

“La democracia tiene un aspecto formal, que es votar, y un aspecto material, que es qué se vota. Si vas a votar a favor de que a todos los rubios se le corten las piernas, se cumple el aspecto formal, pero todo el mundo sabe que no se cumplirá el aspecto material. Invocando a la mayoría, nunca se pueden atropellar los derechos de la minoría. En la teoría general del constitucionalismo está esa doble distinción, una parte formal, en la que se enumeran los derechos individuales y colectivos, y una segunda parte material, en la que se detalla la distribución del poder, entre instituciones ejecutivas, legislativas y judiciales. Cuando se habla del derecho al referéndum del 1 de octubre como un derecho de la democracia, será un derecho formal, pero desde el punto de vista material era evidente que se trataba de un paso más tendente a la consumación de un delito colectivo. Dos millones de españoles, que sean neoliberales estrictos, pueden votar que no quieren pagar impuestos, pero aunque sea su ideología no puede prosperar en el marco constitucional”.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, tras finalizar un pleno en el Parlament. (EFE)

Segunda trola: “Otras Constituciones recogen el derecho de autodeterminación”

Manuel Aragón. Magistrado emérito del Tribunal Constitucional.

“Es imposible. Ni en nuestra Constitución ni en ninguna otra, porque en el momento en que se introduzca el derecho de autodeterminación, deja de ser una Constitución como tal. Sería un tratado internacional o como se quiera llamar, pero ya no podría considerarse una Constitución, porque se habría cargado lo fundamental, el concepto de la unidad de la soberanía, que es concreto, no es difuso, ni puede estar en riesgo permanente porque alguien quiera romperlo. Quiero decir que movimientos secesionistas en la historia hay muchos, normalmente violentos, pero, desde el punto de vista jurídico, incluir el derecho de autodeterminación en una Constitución es, simplemente, introducir en ella el principio de su propia destrucción. Por eso, lo ocurrido fue un levantamiento contra el orden constitucional, un golpe a la Constitución promovido desde las propias instituciones del Estado. En aquellos momentos muchos españoles, entre los que me encuentro, y muchos amigos míos, tuvimos la sensación de que en España esos días parece que teníamos una especie de Estado fallido. A partir del discurso del Rey, muchos españoles respiramos: "Menos mal, el Estado sigue estando ahí, la Constitución sigue ahí". Por eso los independentistas atacan a Felipe VI, porque saben que si tumban al Rey, tumban a España y la Constitución. Así de claro".

Tercera trola: “Sólo reclamamos diálogo”

Antonio Elorza. Historiador.

“El diálogo, tal y como se plantea en Cataluña, es una consigna de agitación. Elegir entre referéndum o referéndum no es diálogo. Como con ETA, que el diálogo que se pedía era rendirse a ETA. Eso nunca lo puede aceptar el Estado, aunque otra cosa, como ha dicho Felipe González, es que mantengas caminos abiertos de interlocución que supongan la implicación de los nacionalistas en una reforma de la Constitución o en una nueva situación de Cataluña dentro del Estado constitucional. Eso sí es diálogo. Pero vamos, que, en la actualidad, nada de esto parece posible porque la única voluntad del nacionalismo catalán es romper el jarro, con el agravante de que las últimas elecciones les han dado fuerza para seguir desafiando al Estado. ¿Qué haces? ¿Aceptas un golpe de Estado? Siempre están con lo mismo; el tópico de la judicialización… Es como si alguien se salta un semáforo en rojo y, cuando se le multa, dice que el problema de la circulación no se resuelve con guardias. Es absurdo; una democracia no puede actuar de otra forma cuando alguien infringe la ley desde el principio”.

Cuarta trola: “Es la historia de España contra Cataluña”

Carmen Iglesias. Directora de la Real Academia de la Historia.

“No es más que una fantasía propia de los regímenes autoritarios, y los separatistas catalanes tienen una tendencia totalitaria muy clara. Son elementos comunes muy conocidos: un chivo expiatorio, que en este caso es España, el “España nos roba”, y una fantasía histórica. Decir que la Generalitat existe desde hace siglos es una fantasía, al igual que la manipulación de la Guerra de Sucesión como una guerra contra Cataluña, porque fue una guerra internacional. Lo que sí ocurrió es que la oligarquía catalana de entonces le juró fidelidad a Felipe V, que se lo dio todo, y permanecieron a su lado hasta que la escuadra anglo-holandesa se situó frente a Barcelona y se pasaron al infante Don Carlos, pensando que iba a ganar. La historia fue otra, en definitiva, y el separatismo beneficia siempre a las clases poderosas. Si hiciéramos un estudio de las familias que mandaban en Cataluña, no en el siglo XIV, pero sí desde el siglo XVIII hasta la actualidad, veríamos cómo se reproduce una oligarquía catalana que nunca pierde. Ahora, esas grandes familias abanderan el independentismo y les hacen creer a los demás que la independencia les va a traer el paraíso perdido. La inmersión lingüística, por ejemplo: lo que se crea es una mano de obra barata”.

Quinta trola: “No fue un golpe de Estado”

Alfonso Guerra. Exvicepresidente del Gobierno.

placeholder Alfonso Guerra. (Foto: Enrique Villarino)
Alfonso Guerra. (Foto: Enrique Villarino)

“Jurídicamente, es la misma cosa. Tejero dijo, 'la Constitución no vale' y los independentistas han dicho lo mismo. Jurídicamente, no hay ninguna diferencia. Lo que pasa es que hay gente que no quiere aceptarlo, porque les duele aceptar la realidad. Es lo mismo. Como mínimo, en Cataluña ha habido tres intentos de golpe de Estado: 1931, 1934 y 2017. ¿Y dicen algunos que exageramos cuando se condena lo sucedido? Hombre… deberíamos aprender, porque siempre es lo mismo y siempre basado en una gran mentira. Es que no puede ser… Hay que tener las cosas claras, y hay mucha gente que no las tiene: aquí lo que ha pasado es que un partido político, nacionalista catalán, que proclamó en las Cortes que jamás sería independentista, que eran autonomistas, llega un momento en el que dice, ahora no, ahora somos separatistas. En el debate del Congreso del 22 de julio de 1978 dijeron eso, que se podía confiar en ellos, que ya se habían autodeterminado con esta Constitución, que nunca serían independentistas ni separatistas. 'Confíen en nosotros, que creemos en esta España democrática'… Lo dijeron, sí, y les creímos. ¿Fuimos unos pardillos? Probablemente. Porque no era verdad”.

Sexta trola: “Antes que la ley está la democracia”

Fernando Savater. Filósofo.

“Aquí todavía se tiene la idea de que el gobernante está por encima de las leyes. Se piensa que el gobernante, una vez que ha sido elegido legalmente, pasa automáticamente a estar por encima de las leyes mientras que en otros países, sobre todo anglosajones y escandinavos, cuando un gobernante sale elegido es cuando está más vigilado para exigirle el cumplimiento de las leyes. Aquí, cuando tras las Cortes de Cádiz se intenta implantar un sistema democrático, centralizado e igualitario, enseguida surgen grupos reaccionarios, fundamentalmente movimientos religiosos; la Iglesia católica, de hecho, ha sido un elemento nefasto en la historia de España. La degeneración de todo eso es el carlismo, que se transforma en nacionalismo, que es el mal endémico de la democracia en España, en el XIX, en el XX y en el XXI. Las dos regiones más protegidas y beneficiadas por el Estado son el País Vasco y Cataluña y son las dos que tienen intenciones separatistas. No se dan cuenta de que su desarrollo ha sido a costa del resto de España, no es que se hayan lanzado a la aventura, por su cuenta y riesgo, y les haya salido bien”.

Séptima trola: “Es un movimiento pacífico y festivo”

Paco Frutos. Exsecretario general del PCE.

placeholder GRA172. BARCELONA, 29 10 2017.- El ex secretario general del PCE Paco Frutos, durante su intervención tras la manifestación convocada hoy por la entidad Societat Civil Catalana en el centro de la ciudad bajo el lema 'Todos somos Cataluña', en contra de la declaración de independencia del viernes en el Parlament, con la participación de los dirigentes de Ciudadanos, el PSC y el PPC. EFE Javier Etxezarreta
GRA172. BARCELONA, 29 10 2017.- El ex secretario general del PCE Paco Frutos, durante su intervención tras la manifestación convocada hoy por la entidad Societat Civil Catalana en el centro de la ciudad bajo el lema 'Todos somos Cataluña', en contra de la declaración de independencia del viernes en el Parlament, con la participación de los dirigentes de Ciudadanos, el PSC y el PPC. EFE Javier Etxezarreta

“Me hace gracia cuando dicen eso de que no hay violencia… Es verdad, no han sacado los tanques a la calle, como hizo Tejero, porque la Generalitat no los tenía, no sé si esperaba tenerlos, pero la violencia larvada existe, se percibe, y tiene una repercusión directa sobre la gente. La expresión más clara de esa violencia larvada es el miedo a hablar; también eso ocurría en el franquismo. La pregunta que más me repito, que no consigo contestarme, que me deja perplejo, es cómo hay tanta gente que se deja engañar en Cataluña… Se han dejado lavar el cerebro de tal forma que ya no son capaces de distinguir nada de la realidad. ¿Cómo es posible eso, y en Cataluña, con el proceso histórico que hemos vivido desde el franquismo? Si hay quien dice que RTVE y los medios públicos españoles están manipulados, TV3 y Catalunya Ràdio son agentes directos de Goebbels. La sociedad se ha roto, familias, amigos, compañeros de trabajo… Han creado un enfrentamiento que ya veremos si es reparable”.

La declaración de todos los procesados por la revuelta catalana ante el Tribunal Supremo ha marcado, una a una, las siete grandes consignas en las que se sustenta el independentismo para, por un lado, intentar demostrar que no ha existido ningún delito y, por otro lado, hacer culpable a la democracia española de lo ocurrido en Cataluña. Se trata de mantras que, aunque pueda ser dudosa su validez ante un tribunal de Justicia, han demostrado una extraordinaria eficacia en la propaganda, nacional o internacional, porque todos ellos, elaborados con una apariencia de veracidad y dosis de victimismo, se acaban asumiendo como incuestionables, tras repetirlos constantemente. Es como la insistencia en que no se puede encarcelar a dos millones de personas en Cataluña, como sugirió la alcaldesa Ada Colau durante su declaración como testigo, sin reparar en que, al decirlo, lo único que se demuestra es que en España nadie va a la cárcel por sus ideas, amparadas por la Constitución, sino por la infracción de las leyes con el pretexto de defensa de esas ideas. Por eso hay dos millones de independentistas en libertad y sólo veinticinco procesados. A lo largo del último año, mientras se instruía esta causa, algunas de las personalidades más relevantes de España han desmontado esas consignas en El Confidencial. Siete principios contra siete trolas.

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