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Las frases 'top' del juez Marchena
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Javier Caraballo

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Las frases 'top' del juez Marchena

En una sociedad en la que el concepto de autoridad cada vez parece más degradado, la figura de un juez como Marchena emerge como un sustento de confianza frente al caos

Foto: El presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena (c). (EFE)
El presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena (c). (EFE)

El presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, ya tiene un club de fans en las redes sociales. Hasta se han empezado a vender camisetas con algunas de sus frases, y no sería de extrañar que pronto se hagan bufandas porque las frases, este 'top' de frases, ya han tomado vida propia. La popularidad del magistrado revela un fenómeno interesante: en una sociedad en la que el concepto de autoridad cada vez parece más degradado, la figura de un juez como Marchena emerge como un sustento de confianza frente al caos.

Frente a la provocación y al desafío constante del independentismo catalán, las intervenciones de este magistrado ejercen, día a día, y salvando las distancias, el efecto tranquilizador, reconfortante, en el Estado de derecho que en su día provocó el discurso de Felipe VI, en el otoño de la revuelta soberanista. No debe resultar extraño, por lo tanto, que, como en aquel momento, el entramado independentista haya comenzado a censurar a Marchena. Como, ahora, el Consell de l’Advocacia Catalana, que considera sus intervenciones como “una falta de ecuanimidad del tribunal”, aunque ve perfectamente normal que muchos de sus abogados, amparados por esos colegios profesionales, aprobaran resoluciones para participar y alentar la desobediencia civil. En fin, que esas protestas solo denotan que, en efecto, el juicio del 'procés', con 12 procesados y más de 500 testigos, no se está convirtiendo en el espectáculo que esperaban. Estas son las frases 'top’ de Marchena que lo resumen todo.

“Mire usted, vamos a ver…”

Es, quizá, la frase que más se identifica con el juez Marchena, la que más repite. Cuando Marchena comienza así, el destinatario ya sabe que se le viene encima una amable y contundente reprimenda, una sólida e irrebatible advertencia. Sostiene Alex Grijelmo, creador de la Fundación del Español Urgente, que ese latiguillo va más allá del significado de cada una de las palabras. La primera parte, “mire usted”, viene a ser, según Grijelmo, un “no me toque usted las narices”, y la segunda, el “vamos a ver”, que a continuación se va a lanzar un argumento robusto y resolutivo ante una situación que se estaba enredando. Mi colega Rafa Latorre dice que lo de Marchena es un caso de “ternura letal”. Puede ser, sí. “Mire usted, vamos a ver. Quiero que responda a la Abogacía del Estado. Aquí no podemos estar perdiendo el tiempo. Tiene consecuencias penales”.

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“Formule otra pregunta, por favor”

Frase corta rollos. Cuando un testigo entra en éxtasis, narrando de forma idílica lo sucedido, o cuando se dispone a dar un mitin aprovechando el interrogatorio, el juez Marchena se acerca al micrófono y, mirando al abogado, no al testigo, corta el relato con un jarro de agua fría: “Formule otra pregunta, por favor”. Por ejemplo, la exdiputada de la CUP Mireia Boya. Tenía que contar lo que ocurrió el 20 de septiembre, en las concentraciones contra los registros judiciales en la Consejería de Economía, si hubo o no hubo violencia, pero empieza a hablar, y a hablar… “Hay imágenes y vídeos incluso divertidos en los que, a la hora de comer, sacamos un equipo de música para que la gente se animara. Se ve a las cuatro diputadas de la CUP bailando la canción de Txarango…”. Es entonces cuando Marchena mira al abogado que la está interrogando y lo dice: “Formule otra pregunta, por favor”.

“Todos los añadidos sobran”

Suele suceder, a menudo, que los abogados de las defensas, sobre todo, pero también los fiscales, las abogadas del Estado y los de la acusación popular, intentan sortear la sutil advertencia anterior del juez Marchena con nuevas preguntas idénticas, que se corresponden con más respuestas de lo mismo. Entonces, el juez es posible que se dirija al testigo: “Le han pedido que conteste a esta pregunta, todos los añadidos sobran”. O, más allá: “Esto desborda el objeto del proceso y estamos perdiendo el tiempo”. A veces, los abogados se revuelven, entonces Marchena explota: “No, mire, señor letrado... No vamos a discutir usted y yo. Está usted perdiendo el tiempo y nos lo está haciendo perder a nosotros, Pregunte por hechos con trascendencia jurídica", como le dijo al abogado de Cuixart.

Foto: Imagen tomada de la señal de video institucional del Tribunal Supremo, del presidente del tribunal, Manuel Marchena. (EFE)

"No, verá, usted contesta en castellano"

En las primeras sesiones del juicio, la Sala Segunda del Tribunal Supremo resolvió, entre otras cuestiones previas, que solo podrían hablar en catalán los acusados, para que no esgrimiesen vulneración de derechos fundamentales, pero no así los letrados ni los testigos, porque la Ley Orgánica del Poder Judicial dispone que el castellano es la lengua que se debe utilizar en los actos judiciales fuera de una comunidad autónoma. Se dictaminó así, de la misma forma que se autorizó, en cambio, que se utilice por parte de los acusados, y por supuesto de la inmensa mayoría de los testigos de la defensa, el lazo amarillo. Pero como esa era la orden, numerosos testigos han querido convertirla en un objeto de desobediencia.

“Para que yo lo entienda, ¿no tengo derecho a hablar en catalán?”, le preguntó Joan Tardà, haciéndose el longui, y solo recibió un monosílabo de Marchena: “No”. Uno tras otro, la misma polémica repetida. Hasta que llegó el abogado Lluís Matamala, independentista, que fue la gota que colmó el vaso: “Mire, me remito a sus conocimientos jurídicos y a todas las explicaciones que ha dado el tribunal. Usted va a contestar en castellano. Si no quiere, se levanta, asume las consecuencias legales y hemos terminado”.

Foto: El presidente del tribunal y ponente de la sentencia, Manuel Marchena (c). (EFE)

"No existe la figura del testigo opinante"

El tribunal ordenó la declaración de testigos de forma que los políticos que acudían como testigos fuesen a las primeras sesiones, para descartar a partir de entonces la deriva mitinera. Y lo advirtió: "Estamos interrogando a testigos y nuestro sistema no conoce la figura del testigo opinante o que formula juicios de valor". Gabriel Rufián, cuando testificó, con ese tono suyo chulesco, se vino arriba: “Se pueden decir un montón de cosas en torno al proceso político…”. Marchena lo cortó en seco: “Mire, señor Rufián, sé que se pueden decir un montón de cosas, muchísimas cosas, pero usted no ha venido aquí a decir muchísimas cosas. Recuerde que está usted como testigo en una sala de Justicia”. Esta misma secuencia se ha repetido luego, con severas advertencias del tipo de “vamos a ver, guarde silencio” o “escúcheme y no me interrumpa”.

“Letrado, no discuta conmigo”

Lo que más irrita a los abogados defensores de los procesados independentistas es la superioridad, la lógica superioridad, que ejerce Manuel Marchena como presidente del tribunal. De ahí manan la mayoría de las polémicas, unas con fina ironía, otras con agria contundencia, cuando los letrados intentan situarse en el mismo plano que el tribunal para rebatirlo. “Señor Homs, yo le digo que se lo sugiero para que usted me entienda, pero no es una sugerencia”. “Letrado, no discuta conmigo, usted que es un extraordinario procesalista y sabe que tengo razón”. “Señor Benet Salellas, usted sabe, porque es un acreditado penalista, que nuestro sistema no permite el peritaje jurídico. Lo que no podemos hacer, yo no puedo permitir, con pasividad, es que el juicio se convierta en una disertación de un constitucionalista. Esto es un insulto para los miembros del tribunal”.

Foto: El presidente del tribunal y ponente de la sentencia, Manuel Marchena (c). (EFE)

"Vamos a ver, señor Pina, si quiere, testifica usted en lugar del testigo. Esto no es serio, señor Pina, y usted normalmente se comporta como un letrado serio”. “Yo no necesito la confirmación de mis decisiones por usted, don Andreu, téngalo bien claro”. Además de los defensores, también las acusaciones han recibido zascas de Marchena. A Rosa María Seoane, jefa de lo Penal de los servicios jurídicos del Estado, también la cortó en seco durante el interrogatorio a uno de los agentes de la Guardia Civil. La abogada estaba preguntando sobre cuestiones ya abordadas, repitiendo algunos datos y frases, y entonces intervino Marchena. “Esto también se ha dicho ya” y la instó a que formulase otra pregunta, algo de lo que discrepaba Seoane. “Mire, a ver, no cabe el recurso frente a la declaración de impertinencia. Si es impertinente, usted no vuelve a formular la pregunta”.

El presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena, ya tiene un club de fans en las redes sociales. Hasta se han empezado a vender camisetas con algunas de sus frases, y no sería de extrañar que pronto se hagan bufandas porque las frases, este 'top' de frases, ya han tomado vida propia. La popularidad del magistrado revela un fenómeno interesante: en una sociedad en la que el concepto de autoridad cada vez parece más degradado, la figura de un juez como Marchena emerge como un sustento de confianza frente al caos.

Manuel Marchena