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La mala fama de Susana Díaz
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Javier Caraballo

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La mala fama de Susana Díaz

En el PSOE andaluz, la caída abrupta de Mario Jiménez ha causado conmoción porque hasta ahora se les hacía inseparables

Foto: La presidenta del grupo parlamentario socialista en Andalucía, Susana Díaz. (EFE)
La presidenta del grupo parlamentario socialista en Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

Arrastra Susana Díaz una mala fama en el seno del partido que, como los votos matrimoniales o las vacunas del tétanos, necesita renovarse cada cierto tiempo. Tras su desgraciada competición con Pedro Sánchez, parece que algunos lo habían olvidado, porque se le quedó cara de víctima, con lo que ella misma ha tenido que refrescarles la memoria y recordarles quién manda aquí.

De un zarpazo, se ha cargado a su número dos, Mario Jiménez, y para envolver su sacrificio lo ha adornado con unas cuantas cabezas más. La explicación oficial hablaba de cambios para intensificar la oposición al Gobierno andaluz del ‘trifachito’ y la filtración oficial añadía que se trataba de una remodelación pactada con la ejecutiva federal de Pedro Sánchez, una muestra de acercamiento. La realidad puede ser muy distinta: la caída de su número dos se produce porque fue Mario Jiménez quien le propuso un acercamiento real a Pedro Sánchez. “Y como en una de las escenas memorables de 'El Padrino', Susana Díaz interpretó que el traidor es quien te propone un pacto”. Finito.

Foto: Mario Jiménez, durante una intervención en el Parlamento andaluz el pasado 8 de septiembre. (EFE)

En el PSOE andaluz, la caída abrupta de Mario Jiménez ha causado conmoción porque hasta ahora se les hacían inseparables, él y Susana Díaz, unidos por la amarga experiencia de la batalla contra Pedro Sánchez en la que él aceptó el encargo subalterno de ser el portavoz de la gestora que laminó el sanchismo. Mario Jiménez era el que ponía la cara, todas los días, en las radios, en los periódicos, para justificar el asalto a la ejecutiva federal del PSOE para echar a Pedro Sánchez.

Luego siguió ejerciendo el mismo papel tras las derrotas, los sinsabores, hasta que en puertas del verano, con los calores de Sevilla, una tarde aparece degollado en su despacho. “Ha sido una traición”, “una auténtica deslealtad”, “Mario está destrozado”, vienen repitiendo las crónicas desde que se conoció la noticia. Pero Susana Díaz se ha mantenido impasible: a principios de semana convocó a su ejecutiva federal y los cambios se aprobaron por unanimidad y sin que nadie le rechistara. Acaso alguno habló de “la lealtad” de Mario Jiménez al partido, que es como el honor de la última palabra de un ajusticiado.

“Ha sido una traición”, “una auténtica deslealtad”, “Mario está destrozado”, vienen repitiendo las crónicas desde que se conoció la noticia

Lo único que se ha encargado de filtrar Mario Jiménez son dos detalles que ratifican la versión del ajuste de cuentas de Susana Díaz, no para contentar a Pedro Sánchez sino para alejar de su entorno a quien, a su juicio, podía acabar traicionándola. El primer detalle es que ha rechazado ser designado senador, la ‘salida digna’ que le había ofrecido la líder socialista andaluza; ha preferido quedarse como diputado raso del Parlamento andaluz para incordiar con su presencia de sacrificado. El segundo detalle, más explícito, ha sido filtrar que él “sabe muy bien” qué ha ocurrido; que su caída no se debe a “unos cambios realizados en comunicación fluida con la dirección federal”, como dicen los voceros de Susana Díaz, porque “la ejecutiva de Pedro Sánchez ya le ha hecho llegar que no tienen nada que ver con su salida”.

En pleno ascenso de Susana Díaz hacia la presidencia de la Junta de Andalucía, se publicó un libro ('Delfines y tiburones. La lucha por el poder en el PSOE') en el que se narraban las batallas internas que han otorgado a la expresidenta su mala fama entre los socialistas andaluces. (Mala fama o buena fama, según se mire, por lo que tiene de dirigente decidida, intuitiva e implacable, valores fundamentales para sobrevivir en política). “A veces, para que nazca un nuevo líder, debe morir otro, matar al padre para continuar el legado. En el PSOE las luchas por el control de la organización han sido cruentas. Los posibles sucesores han pugnado entre ellos para convertirse en el delfín, el favorito, pero provocando en ocasiones un gran desgaste interno al partido”, se decía en el libro.

Eran tres delfines en el acuario del PSOE andaluz, Rafael Velasco, Mario Jiménez y Susana Díaz, y ya solo queda uno

A lo largo de su trayectoria política, a Susana Díaz le han atribuido en el PSOE andaluz sucesivas traiciones, una por cada predecesor que la ha ascendido a un cargo superior al que tenía. A medida que consolidaba una posición, conspiraba contra el que la había aupado y ocupaba su puesto. Los últimos de su lista eran Manuel Chaves y José Antonio Griñán. “Pepe, Susana nos ha matado. Es como si nos hubiera clavado un puñal”, cuenta el libro que dijo Chaves.

Lo de Mario Jiménez es diferente, porque él también fue delfín en su día, aspirante a lo máximo en el socialismo andaluz. La historia, que sería larga de contar, se resume en una sola imagen: eran tres delfines en el acuario del PSOE andaluz, Rafael Velasco, Mario Jiménez y Susana Díaz, y ya solo queda uno.

Arrastra Susana Díaz una mala fama en el seno del partido que, como los votos matrimoniales o las vacunas del tétanos, necesita renovarse cada cierto tiempo. Tras su desgraciada competición con Pedro Sánchez, parece que algunos lo habían olvidado, porque se le quedó cara de víctima, con lo que ella misma ha tenido que refrescarles la memoria y recordarles quién manda aquí.

Susana Díaz Mario Jiménez