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Los narcos del sur siempre ganan
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Javier Caraballo

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Los narcos del sur siempre ganan

El hecho de que la mayoría de la sociedad campogibraltareña se afane en sus vidas cotidianas y que no se cansen de luchar, les convierte en héroes anónimos

Foto: La barriada de San Bernardo, en la Línea de la Concepción de Cádiz, donde se detuvo a un líder de una banda de narcotráfico. (EFE)
La barriada de San Bernardo, en la Línea de la Concepción de Cádiz, donde se detuvo a un líder de una banda de narcotráfico. (EFE)

Hagamos un sencillo ejercicio mental para entender, en un plisplás, la importancia del narcotráfico en el Campo de Gibraltar. Piense en la escena sangrienta de una serie de televisión que haya visto recientemente. Por ejemplo, un hombre está atado a una silla y, a su lado, alguien le grita mientras otro le golpea reiteradamente, con el labio ya partido y la ceja reventada. "Lo juro, lo juro, que no sé nada, que no sé nada…", balbucea. El tipo que está a su lado, que parece el jefe, hace una indicación con la cabeza y le acercan la mano derecha, como si se la expusieran. Coge un cortafrío y le secciona un dedo más. ¿Le resulta familiar?

Vale, otra más. En un quinto piso, un joven está asomado a la ventana. Se oye la música de fondo de una radio y el tipo, relajado, la acompaña moviendo al compás la pierna derecha. Tiene los dos brazos apoyados en el alféizar de la ventana para fijar la visión de sus potentes prismáticos. A su lado, una mesa con ocho teléfonos móviles. De pronto, un ruido seco, una patada derriba la puerta y, antes de que incluso pueda girarse, cuatro hombres lo rodean. Inútilmente intenta huir; lo agarran de los brazos, de la cintura, y lo arrojan por la ventana. Cuando se oye el 'cloc' en la acera, recogen los móviles de la mesa y se marchan.

El tipo que parece el jefe hace una indicación con la cabeza y le acercan la mano derecha, como si se la expusieran. Coge un cortafrío y le secciona un dedo

Una tercera escena y acabamos: por una solitaria carretera comarcal transita un camión frigorífico, apenas un punto blanco en la inmensidad de los campos de trigo y de girasol que atraviesa el asfalto. El conductor se sobresalta cuando observa, por el espejo retrovisor, que le siguen a gran velocidad dos potentes todoterrenos. Mira a su derecha, rebusca algo en la guantera, pero comienza a lloverle una ráfaga de disparos. De un volantazo, el camión frigorífico queda tendido en el arcén, con 52 fardos de hachís desparramados en el campo.

placeholder [Consulte aquí la memoria completa]
[Consulte aquí la memoria completa]

¿A que todas son escenas habituales de las series de mafias, de narcos y de polis? Pues todas ellas han sucedido en el Campo de Gibraltar y se relatan, entre otros muchos episodios de torturas, secuestros, palizas, robos y tiroteos, en la última memoria de la Fiscalía de Cádiz que, una vez más, solicitaba más recursos y medios para poder luchar contra el narcotráfico. “Debemos advertir de la necesidad urgente de completar las medidas policiales con una adecuada estructura judicial (Jueces, Fiscales y funcionarios de justicia). Las consecuencias de no actuar de inmediato pueden ser funestas”, se decía en la Memoria.

El efecto más destacado que ha tenido la ‘llamada de socorro’ de la Fiscalía ha sido la creación en este mes de agosto de una fiscalía especial, el primer fiscal antidroga de Andalucía: Ana Villagómez, una de las mayores expertas en la materia tras dos décadas como fiscal antidroga de Cádiz. ¿Es suficiente? Es un paso, pero el incremento necesario e imprescindible de los medios para la lucha contra el narcotráfico no garantiza el éxito, sobre todo cuando está tan enquistado como en el Campo de Gibraltar. Esta mujer, más que nadie, es consciente de que la complejidad mayor de la lucha contra el narcotráfico está en que luchar contra una banda supone luchar contra una parte de la sociedad.

El apoyo social a esas bandas de narcotraficantes es, además, algo exponencial, creciente. “Desde hace un par de años, las bandas que operan en la zona han superado el código ético implícito que mantenían con los agentes policiales a los que no solían enfrentarse, salvo en contadas ocasiones. En este año, han sido varios los casos en los que los traficantes han llevado a cabo agresiones contra las fuerzas del orden, incluso apoyados por vecinos que se han opuesto a las detenciones con palos, piedras, cócteles molotov caseros y otros objetos contundentes”, se decía también en la citada Memoria de la Fiscalía de Cádiz.

placeholder Ángeles Ayuso (d), acompañada de lEmilio Miró y Cádiz, Ana Villagómez (c), durante la presentación de un resumen de la memoria anual de la Fiscalía Antidroga gaditana en 2012. (EFE)
Ángeles Ayuso (d), acompañada de lEmilio Miró y Cádiz, Ana Villagómez (c), durante la presentación de un resumen de la memoria anual de la Fiscalía Antidroga gaditana en 2012. (EFE)

Eso no sucede con ninguna otra actividad delictiva; solo los narcotraficantes se imbrican de esa forma en la sociedad, como si caminaran por una tela de araña. Lo mismo aparecen en las redes sociales, con videos que ellos mismos suben, rodeados de lujo, champán, relojes y cochazos, que celebran los cumpleaños de sus hijos soplando las velas de una tarta que representa el desembarco de un alijo de hachís en la playa. La crueldad de las escenas anteriores no influye, no afecta, como si, realmente, pertenecieran solo a las series de ficción. Trasciende el lujo, el ascenso social fulgurante, la riqueza inmediata, pero ni el dolor ni la cárcel desvirtúan la idealización del narco.

La flamante fiscal antidroga de Andalucía, en las entrevistas que ha concedido tras el nombramiento, confiesa que ella tiene claro que una parte de la sociedad los considera “sus ídolos”; generaciones enteras que han crecido con la normalidad del narco en sus familias y su forma de vida como referente universal. “Son muy difíciles de recuperar y, en este caso, poner penas no soluciona los problemas de educación”, sostiene la fiscal Villagómez.

No hay economía ni educación en ningún país del mundo que puede contrarrestar la atracción fatal del narcotráfico; mucho más cuando se extiende en zonas deprimidas. Por eso mismo, el hecho de que, aún en esas circunstancias, la mayoría de la sociedad campogibraltareña se afane en sus vidas cotidianas, de salarios menguados y trabajos precarios; que tantos y tantos no se cansen de luchar y de enfrentarse a las mafias de la droga, los convierte en héroes anónimos. Porque siguen adelante a pesar de que, cuando se mira hacia atrás en el tiempo y se vuelve la mirada hacia el mañana, la única sensación que se obtiene es la de que los narcos del sur siempre ganan.

Hagamos un sencillo ejercicio mental para entender, en un plisplás, la importancia del narcotráfico en el Campo de Gibraltar. Piense en la escena sangrienta de una serie de televisión que haya visto recientemente. Por ejemplo, un hombre está atado a una silla y, a su lado, alguien le grita mientras otro le golpea reiteradamente, con el labio ya partido y la ceja reventada. "Lo juro, lo juro, que no sé nada, que no sé nada…", balbucea. El tipo que está a su lado, que parece el jefe, hace una indicación con la cabeza y le acercan la mano derecha, como si se la expusieran. Coge un cortafrío y le secciona un dedo más. ¿Le resulta familiar?

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