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ETA y la trituradora del PP
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Javier Caraballo

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ETA y la trituradora del PP

Nadie nos advirtió de que la superación del terrorismo de la banda sería tan difícil; no, nadie nos lo dijo. Tampoco que el mayor problema de su final sería cómo gestionar ese final

Foto: Borja Sémper, en su despedida. (EFE)
Borja Sémper, en su despedida. (EFE)

Nadie nos advirtió de que la superación del terrorismo etarra sería tan difícil; no, nadie nos lo dijo. No nos advirtieron de que aquella unión de entonces, aunque siempre fue delicada, se complicaría cuando los hubiésemos derrotado, que crecerían las dudas entre nosotros, entre los que llorábamos juntos a los asesinados. Nadie nos advirtió de que el mayor problema del final de ETA sería gestionar ese final; acaso porque buscábamos una señal clara, como un portazo o un silencio esclarecedor, pero nada de eso ha sucedido así.

Tantos años, 20, 30, 40, tragando saliva, superando el miedo, aplaudiendo ataúdes, desmantelando sus tramas asesinas, no daban para pensar en cuál sería la salida cuando todo aquello se hubiera acabado. A lo mejor, resulta que es normal, que un virus así, que tanto infecta a una sociedad, siempre deja secuelas de rencor, de sospecha, que hacen imposible la superación cuando las pistolas y las bombas lapas han dejado de sobresaltar las madrugadas de los españoles. Este miércoles, oía a Borja Sémper, cuando hablaba con Alsina en Onda Cero, en su despedida como dirigente del PP vasco, y pensaba en este absurdo de ahora, esta crispación entre nosotros por no saber encontrar o transitar por el final después de tanto terror.

Foto: Sémper, junto a su pareja, Bárbara Goenaga, en la sede del PP durante su comparecencia de este martes. (EFE)

Esta circunstancia, que es como un síndrome psicológico que impide abandonar la adversidad, se hace especialmente dura en el caso de la gente del Partido Popular, y Borja Sémper ha sido el último en tirar la toalla. “Si la política es muy exigente y desgasta explica Sémper—, en el caso del País Vasco es una trituradora. Todo el mundo lo puede entender: a la exigencia de la política se unen la amenaza terrorista durante décadas y el acoso por la calle. Evidentemente, llega un momento vital en el que uno necesita buscar otros caminos. Pero luego, es verdad que lo que ha supuesto la lucha contra ETA en el PP vasco es una huella indeleble. Cuando el escenario cambia, la sociedad cambia, evoluciona, y un partido político debe evolucionar también con la sociedad”.

Luego añadió que esa evolución, la necesidad de proyectar un futuro distinto, nunca debe perder las raíces de la memoria y el recuerdo de aquellos que dieron su vida, que se la arrebataron, mientras la banda asesina de ETA torturaba y aterrorizaba a la sociedad. ¿Qué hay de inconveniente o de ingrato en ese intento de pasar página, no de olvidar el pasado? Pues es imposible: “En ese equilibro necesario, es donde llegan los malos entendidos y vienen otros a malinterpretar o a manipular tu posición y, desgraciadamente, sales perdiendo”.

Antes que Borja Sémper, hubo otros en el PP vasco que experimentaron la misma frustración por intentar trascender y buscar un discurso que superase la imagen única de enfrentamiento a una banda terrorista que ya ha dejado de existir. Primero, Antonio Basagoiti y, luego, Arantxa Quiroga. Los tres se fueron achicharrados por las miradas dentro de su propio partido, por quienes comenzaron a verlos como pusilánimes que abandonaban la lucha, diletantes sin principios, traidores de un discurso de firmeza como el que hicieron en otra época María San Gil o Jaime Mayor Oreja.

placeholder Borja Sémper, en su despedida. (EFE)
Borja Sémper, en su despedida. (EFE)

A todos ellos los persiguió el mismo reproche que, hace unos meses, hizo la portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, a todos los dirigentes populares del País Vasco que piensan que el discurso político sin ETA tiene que ser distinto, por la evidencia elemental de que ETA ha sido derrotada. Pero no, la nueva voz de los populares en el Congreso cree lo contrario, que sus compañeros en el País Vasco se han equivocado cada vez que han intentado evolucionar, “porque se apartaron de esa consigna de que lo moral es lo eficaz, y se creyó que acercándose a posiciones más tibias, más de contemporización con el marco del nacionalismo, se podía obtener un mejor resultado”. ¿No tiene moral quien pretende evolucionar?

La última polémica interna que vivió Borja Sémper como dirigente del Partido Popular fue a consecuencia de esas declaraciones de Cayetana Álvarez de Toledo, en el otoño pasado, y, quizás ese día, como entendieron antes otros, llegó a la conclusión de que tenía que marcharse como dirigente del Partido Popular vasco.

El debate de investidura de Pedro Sánchez, en los primeros días de este año nuevo, ha representado el triunfo de las tesis más conservadoras del Partido Popular con respecto a su política en el País Vasco. Las provocaciones constantes de los independentistas vascos produjeron el efecto indeseable que quizá buscaban, que sea el propio Partido Popular el que ‘resucite’ a ETA como si hubiera vencido y nosotros fuésemos los derrotados. "ETA ya ha conseguido su propósito", dijo Pablo Casado en la tribuna del Congreso de los Diputados, y todos los suyos se levantaron con aplausos.

Esos discursos inflamados consiguen el efecto contrario al que se persigue, como ya se apuntó aquí: hablar de ETA en tiempo presente en vez de recordarle que forma parte de nuestro peor pasado porque una sociedad democrática ha acabado con ella. Acaso eso es lo único en lo que no se repara, porque los discursos contra ETA, que a todos nos remueven las entrañas, levantan aplausos y vítores, pero otorgan a los asesinos el protagonismo de seguir existiendo en el debate político. Se va Borja Sémper y en el Partido Popular los dirigentes creen haber encontrado un discurso motivador por hablar todos los días de “los socios de ETA” como si formaran parte del Gobierno de Pedro Sánchez. “ETA ya ha conseguido su propósito”. Qué error, qué insensatez y qué barbaridad. Maldita trituradora.

Nadie nos advirtió de que la superación del terrorismo etarra sería tan difícil; no, nadie nos lo dijo. No nos advirtieron de que aquella unión de entonces, aunque siempre fue delicada, se complicaría cuando los hubiésemos derrotado, que crecerían las dudas entre nosotros, entre los que llorábamos juntos a los asesinados. Nadie nos advirtió de que el mayor problema del final de ETA sería gestionar ese final; acaso porque buscábamos una señal clara, como un portazo o un silencio esclarecedor, pero nada de eso ha sucedido así.

Borja Sémper Pablo Casado
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