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Habrá vacuna y no habrá pacto
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Javier Caraballo

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Habrá vacuna y no habrá pacto

Está establecido en política que cuando se pretende dormir un asunto, olvidarlo sin que nadie lo perciba, lo conveniente es crear una comisión parlamentaria

Foto: El líder del PP, Pablo Casado, pasa junto al ministro de Sanidad, Salvador Illa, en el Congreso. (EFE)
El líder del PP, Pablo Casado, pasa junto al ministro de Sanidad, Salvador Illa, en el Congreso. (EFE)

Está establecido en política que cuando se pretende dormir un asunto, olvidarlo sin que nadie lo perciba, lo conveniente es crear una comisión parlamentaria. Con el lenguaje de ‘Una noche en la ópera’, se establecen las condiciones de negociación que conduzcan a la consecución de los logros deseados para la resolución definitiva del conflicto, y se inaugura formalmente la mesa negociadora que supondrá el entierro definitivo del problema. Con lo cual, lo que ya podemos anticipar es que, en esta crisis del coronavirus, se descubrirá la vacuna antes de que se alcance un pacto entre las fuerzas políticas.

No habrá pacto, no lo habrá, ni de la Moncloa, ni de la carrera de San Jerónimo ni de ninguna otra sede de la soberanía popular donde se comenzarán a reunir los grupos parlamentarios después de haber pactado los asuntos a tratar en los distintos grupos de trabajo que se acaben constituyendo. No habrá pacto, además, porque los dos principales actores de esta negociación ya han coincidido previamente en que no les interesa el acuerdo, sino la simulación del acuerdo. Ni a Pedro Sánchez, como líder del PSOE, ni a Pablo Casado, como presidente del Partido Popular, les interesa estratégicamente un acuerdo, o eso deben pensar, pero tampoco mostrar abiertamente sus diferencias ramplonas ante la opinión pública en los momentos más inciertos que está viviendo la humanidad. De ahí la mesa del simulacro.

Foto: Pedro Sánchez, durante la reunión por videoconferencia con Pablo Casado, este 20 de abril en la Moncloa. (EFE)

Por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y los estrategas de la Moncloa, la negativa a un gran pacto de Estado para superar la crisis económica es consustancial al inicio mismo de la epidemia en España. El presidente Sánchez nunca ha pretendido alcanzar un acuerdo con las demás fuerzas políticas, porque su obsesión en esta terrible crisis es táctica, antes que pragmática. Pedro Sánchez sigue convencido de que su buena estrella reluce especialmente en los peores momentos (“Puede sonar presuntuoso, pero me di cuenta de que me crezco en las situaciones difíciles”, cuenta en su libro biográfico ‘Manual de resistencia’), y lo que intenta ahora es una carambola a tres bandas, derrotar la pandemia, algo que sucederá antes o después, menguar a su socio de gobierno, Unidas Podemos, y arrinconar a la oposición del PP, la derecha.

Tan convencido está el presidente de que no necesita unos pactos de Estado para luchar contra el coronavirus y sus consecuencias económicas y sociales, esa ‘bomba de racimo’ que conlleva esta pandemia, como se ha definido aquí otras veces, que en su imaginario lo que ha interiorizado es que ese pacto ya existe en España. Esto último es extraordinario. Lo dijo así, literalmente, en su última comparecencia de los sábados para dirigirse a los españoles: “Hay un pacto y un acuerdo en España, pero tiene que haber un pacto y un acuerdo en Europa. Esa es la hoja de ruta de este Gobierno”. El presidente del Gobierno, por tanto, ya considera que existe un gran acuerdo en España y que lo único que se precisa ahora es que todo el mundo arrime el hombro para apoyar ese gran acuerdo.

Casado y Sánchez acercan posturas

Tampoco el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, piensa que un acuerdo con el Gobierno pueda beneficiarle y, por ese motivo, ha sido él quien ha propuesto este modelo de la comisión parlamentaria en el Congreso de los Diputados. No debería pasarse por alto esta circunstancia: el líder de la oposición, en vez de reclamar y exigir al Gobierno concreción en las medidas que se vayan a pactar, lo que reclama es la constitución de una comisión parlamentaria en la que estén presentes todos los grupos —este es el Congreso más fragmentado de la historia— y que se subdividirá en distintos grupos de trabajo. Y el presidente del Gobierno, que debería ser el más apremiado por acuerdos y pactos concretos, lo ha aceptado al instante. ¿Se necesita mayor prueba de las verdaderas intenciones de ambos?

Cuando abandonó la reunión telemática con el presidente del Gobierno, el presidente de los populares lo expresó con mucha claridad: “La unidad no es garantía de que una pandemia se resuelva mejor”, con lo cual para qué necesitamos la unidad, se le podría añadir. Es posible que el Partido Popular, y los estrategas de la calle Génova, piense que el peligro de este coronavirus para sus intereses electorales tiene que contemplar tanto la acción del Gobierno como la de su más directo rival, el acoso de Vox, que ha optado por una política extrema, acorde con su ideología: exigencias de dimisión de todo el Gobierno y querellas en los tribunales de Justicia. En esa tesitura, al PP, o eso deben pensar, le conviene este medio camino de la comisión parlamentaria, porque aparenta que quiere el acuerdo, pero es consciente de que no va a alcanzar ningún acuerdo con el Gobierno de Pedro Sánchez. Nadie le podrá reprochar mañana que ha pactado con Pedro Sánchez, pero tampoco que no lo ha intentado. Se solicita una comisión parlamentaria para alcanzar acuerdos al mismo tiempo que la belicosa portavoz popular anuncia una cuestión de confianza “contra el Gobierno social comunista”.

Casado reclama la creación de una comisión en el Congreso para debatir la reconstrucción

Si “el arte de la guerra se funda en el engaño”, en la política española acabamos de adentrarnos en un nuevo episodio de esa farsa que se prolongará durante meses. También en esto se siguen pautas establecidas en los manuales de la política, especialmente el libro del general Sun Tzu, inspirador de Maquiavelo y de Napoleón, volumen de cabecera de muchos de nuestros dirigentes políticos. En este caso, es conveniente prestar atención al capítulo que Sun Tsu dedica a las nueve clases de terreno que existen para una batalla, desde territorios ventajosos que se dominan con facilidad hasta los montañosos dominados por el enemigo. De todos ellos, la pandemia del coronavirus ha conducido los partidos políticos al “terreno de intersección”, que es territorio rodeado por fuerzas rivales con libre acceso para todas ellas. “Sé el primero en ocuparlo —aconseja Sun Tsu—. Si lo obtienes, te encuentras seguro, si lo pierdes, corres peligro”. En esas estamos: ese terreno de intersección se llama comisión parlamentaria.

Está establecido en política que cuando se pretende dormir un asunto, olvidarlo sin que nadie lo perciba, lo conveniente es crear una comisión parlamentaria. Con el lenguaje de ‘Una noche en la ópera’, se establecen las condiciones de negociación que conduzcan a la consecución de los logros deseados para la resolución definitiva del conflicto, y se inaugura formalmente la mesa negociadora que supondrá el entierro definitivo del problema. Con lo cual, lo que ya podemos anticipar es que, en esta crisis del coronavirus, se descubrirá la vacuna antes de que se alcance un pacto entre las fuerzas políticas.

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