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Echenique, la cigarra y la hormiga
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Javier Caraballo

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Echenique, la cigarra y la hormiga

Pablo Echenique le ha encontrado una moraleja novedosa a la fábula de la cigarra y la hormiga: a su juicio, es una enseñanza perniciosa para la sociedad porque esconde un mensaje xenófobo

Foto: El portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique. (EFE)
El portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique. (EFE)

El portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, le ha encontrado una moraleja novedosa, revolucionaria, a la fábula de la cigarra y la hormiga: a su juicio, es una enseñanza perniciosa para la sociedad porque esconde un mensaje xenófobo. Lo dijo en el último debate del Congreso de los Diputados, en el que se aprobó una nueva prórroga del estado de alarma que nos mantiene confinados desde mediados de marzo, por la pandemia del coronavirus.

Ahora que se comienzan a calcular los graves destrozos que provocará esta paralización obligada de la economía en toda Europa, ahora que se exigen planes de ayuda y de solidaridad compartida entre todos los países europeos que se mantienen en la Unión Europea, el portavoz de Podemos nos alerta de que no podemos caer en la trampa de la fábula de la cigarra y la hormiga porque eso es xenofobia.

Esto es lo que dijo Echenique: “La UE se enfrenta a una decisión histórica, seguir apostando por fábulas xenófobas como la de la cigarra y la hormiga de vivir por encima de nuestras posibilidades, que son recetas fracasadas como la austeridad, o una salida solidaria que haga una Europa más fuerte. No pretenda que las pretendidas hormigas vuelvan a despreciar los mecanismos de solidaridad”. Ahora que este arresto domiciliario en el que estamos nos ofrece muchas horas para la reflexión, para la meditación, la interpretación de Pablo Echenique de la famosa fábula ofrece una buena oportunidad para darle vueltas a su planteamiento.

Si se busca en cualquier guía infantil, lo que se dice de la fábula de la cigarra y la hormiga se ajusta, más o menos, a lo que nos han enseñado de pequeños, cuando nos contaban el cuento de la cigarra que, durante el verano, se reía de la hormiga cuando la veía trabajar sin descanso, y que, al llegar el invierno, pidió ayuda a la hormiga, que estaba a salvo de los fríos en su hormiguero, con la despensa llena. La hormiga le recordó sus burlas y la cigarra se arrepintió de su pereza. “La moraleja de la fábula ‘La cigarra y la hormiga —señalan hoy las guías infantiles— nos dice que debemos dividir nuestro tiempo para todo, dedicar un tiempo a divertirnos, otro a trabajar, y que no nos debemos confiar siempre en que todo nos va a ir bien, ya que hay épocas buenas y malas”.

Siguiendo, a partir de esa interpretación universal, la interpretación de Pablo Echenique, la primera duda que se suscita es dónde está la xenofobia, que es el rechazo al extranjero. Y más allá aún, atendiendo a la literalidad de la fábula, cualquiera podría pensar, acaso de forma inconsciente, que, entre una cigarra y una hormiga, la más débil, la que más se asemeja a la clase trabajadora, es la hormiga, mientras que la cigarra representaría la riqueza, la frivolidad, el despilfarro. Si tuviésemos que elegir, entre esos dos prototipos, al rico opulento y al humilde trabajador, es muy posible que todos señalásemos a la cigarra como la representación de la riqueza y a la hormiga como símbolo de las clases más humildes. Pero no es así, aquí, según la visión política de Echenique, la xenófoba es la hormiga, la rica opulenta. Curioso. De todas las versiones actualizadas de los cuentos infantiles, de acuerdo al pensamiento políticamente correcto, esta interpretación de la xenofobia escondida en la fábula de la cigarra y la hormiga es la más llamativa. O la más disparatada, según.

En teoría, según el portavoz de Podemos, somos nosotros la cigarra de la fábula mientras los países del norte son las hormigas ahorradoras

De todas formas, si profundizamos un poco más en el pensamiento subliminal de Pablo Echenique, cuando utiliza esa fábula y extrae esas conclusiones, observaremos que él mismo les está concediendo a los países del norte de Europa la capacidad de ahorro y de trabajo que algunos de ellos les niegan a los del sur, cuando nos llaman despectivamente PIGS, el acrónimo peyorativo con el que los ingleses se referían a Portugal, Italia, Grecia y España. En teoría, según el portavoz podemita, somos nosotros la cigarra de la fábula mientras que los países del norte son las hormigas ahorradoras que, si ahora nos niegan su colaboración, es por su xenofobia hacia nosotros, en el caso de que como europeos seamos extranjeros en Europa. Pero tampoco es así, porque no es ese el debate que se está planteando en Europa en estos momentos, cuando se barajan las opciones de ayuda comunitaria —obligada ayuda comunitaria, por otra parte— para salir de la crisis.

Las urgencias de España son más similares, por ejemplo, a las de Francia que a las de Portugal, que es un país, con Gobierno socialista, que ha sabido contener el gasto público tras el durísimo varapalo al que se vio sometido tras la crisis financiera de 2007. Ahora, los portugueses afrontan la crisis económica y social del coronavirus con un ligero superávit fiscal, mientras que España acaba de recibir la amonestación de los organismos europeos por haber finalizado el año 2019 con un desfase presupuestario del 2,8% (solo por detrás de Rumanía y de Francia), cuando el presidente Pedro Sánchez se había comprometido a que el gasto público no iba a pasar del 0,9%.

Y lo que es más grave aún, esos abultados desajustes en el gasto público se producen después de un periodo continuado de crecimiento de la economía española muy por encima de la media europea, casi el doble, con lo cual resulta todavía más inexplicable. ¿Quién es la cigarra y quién es la hormiga? Al final, como sigamos dándole vueltas a la fábula reinterpretada de Pablo Echenique, igual llegamos a la conclusión de que el problema de España es que trabajamos como hormigas, que tributamos como hormigas, pero el dinero público lo gestiona una cigarra. Y ahora, vamos a buscarle una moraleja a la fábula renovada de la hormiga que puso a la cigarra a gestionar su despensa.

El portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, le ha encontrado una moraleja novedosa, revolucionaria, a la fábula de la cigarra y la hormiga: a su juicio, es una enseñanza perniciosa para la sociedad porque esconde un mensaje xenófobo. Lo dijo en el último debate del Congreso de los Diputados, en el que se aprobó una nueva prórroga del estado de alarma que nos mantiene confinados desde mediados de marzo, por la pandemia del coronavirus.

Pablo Echenique
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