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Colau y Colón, racismos catalanes
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Javier Caraballo

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Colau y Colón, racismos catalanes

Si lo que se pretende es 'contextualizar' las estatuas, que empiecen por el Palau de la Generalitat y expliquen por qué está allí ese esclavo negro y qué ha significado para la burguesía catalana

Foto: Detalle de la estatua de Colón situada al final de las Ramblas de Barcelona. (EFE)
Detalle de la estatua de Colón situada al final de las Ramblas de Barcelona. (EFE)

Es un negro, un esclavo negro, y está en Cataluña. Se puede ver en una de las fachadas del palacio de la Generalitat de Cataluña, debajo de uno de los relieves de Sant Jordi, el que conocen como ‘el astronauta’ por el voluminoso casco que el escultor le puso al mártir cristiano, un soldado romano que fue torturado y decapitado por el emperador Diocleciano. Pues allí mismo, en una ménsula de esa fachada, está la cara muy destacada de un esclavo negro para representar la importancia que ha tenido en la historia de Barcelona el comercio esclavista desde la Edad Media. ¿Qué hace ahora la alcaldesa, Ada Colau, señalando a Cristóbal Colón para condenar el racismo si la historia de su ciudad no se entiende sin el esclavismo durante muchos siglos, antes y después de que se descubriera América?

Si lo que se pretende es 'contextualizar' las estatuas, que en sí mismo es un propósito temerario, únicamente atribuible a la osadía del ignorante, que empiecen por el Palau de la Generalitat y expliquen por qué está allí ese esclavo negro y qué ha significado para la burguesía catalana, pieza clave del nacionalismo y, en los últimos años, del independentismo catalán.

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Pero si, en vez de mirar al pasado, deciden que lo realmente importante es combatir el racismo de la actualidad, tampoco tienen que salir de Cataluña, porque allí es donde se investiga una denuncia contra los Mossos d’Esquadra por racismo. Y los Mossos, como sabemos, es la policía autonómica, la policía catalana, y depende del 'conseller' de Interior, Miquel Buch, un independentista a las órdenes de Quim Torra, que es el último racista catalán conocido. (Siempre hay que recodar aquello que escribió de los españoles: “Son carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana”).

Foto: Foto: Reuters. Opinión

Lo de Cristóbal Colón, el intento de retirar su estatua, es algo tan patético que hasta comentarlo produce vergüenza ajena. No solo por la imbecilidad de aplicar los códigos morales del siglo XXI a una persona del siglo XV, sino porque, ya puestos, cuando se habla de racismo y colonialismo como males de la historia de España, se les olvida mencionar los usos y costumbres de los pueblos de la América precolombina. Las barbaridades que cometieron los conquistadores para someter a los pueblos indígenas eran leves excesos al lado de las prácticas habituales de los jefes tribales, que todavía hoy se siguen descubriendo y conmoviendo. Con sacrificios humanos, honraban a los dioses y pedían por las cosechas. Le arrancaban el corazón a un niño, o a una embarazada, como ofrenda al sol, o regaban la tierra con la sangre de un joven, para conjurar la cosecha.

¿Cómo se va a aplicar a esa época un parámetro de racismo de la actualidad? El historiador mexicano Enrique Martínez Vargas, uno de los que más recientemente han mostrado descubrimientos arqueológicos que avalan esos ritos religiosos precolombinos, asentaba hace poco en una entrevista la tesis antigua de que la conquista de México por Hernán Cortés solo fue posible porque muchos pueblos indígenas se unieron a su causa para derrocar al terrorífico cacique Moctezuma. "A Cortés se le va adhiriendo gente, desde el área maya hasta Veracruz, se van sumando a esta conquista", sostiene. En todo caso, ya se señaló aquí hace unos días, cuando ya se veía venir que acabarían culpando a Cristóbal Colón de la protesta racista de Estados Unidos: las Leyes de Burgos de 1512, adelantándose cinco siglos a su tiempo, condenan la esclavitud y velan por los derechos de los indígenas.

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Hay manifestantes en Barcelona clamando por la retirada de la estatua de Colón (en Andalucía, la ‘retro podemita’ Teresa Rodríguez quiere hacer lo propio con la estatua en Huelva, pero apenas ha tenido eco) que no han reparado que en esa ciudad el mercado esclavista existía desde muchos decenios antes de que se descubriera América. Igual hasta desconocen que en 1455 se fundó la cofradía de esclavos y libertos de Sant Jaume. “El puerto de Barcelona se erigió como uno de los más importantes destinos del comercio de esclavos en el Mediterráneo. Se calcula que alrededor del 10% de los habitantes de la ciudad en las primeras décadas del siglo XV eran esclavos. La mayoría eran musulmanes, aunque también había una cantidad importante de origen eslavo. Los subsaharianos eran minoría, aunque adquirieron cierta relevancia”, se lee en un reportaje de 'La Vanguardia'.

¿Qué supondría, en la actualidad, 'contextualizar' esa realidad histórica? Desde luego, no sería culpar a Colón por haber descubierto América, sino relacionar la conexión que existe entre la burguesía catalana que se enriqueció con el comercio de esclavos con el nacimiento del nacionalismo y su degeneración posterior en el independentismo. El rastro del dinero de la trata de esclavos va en esa dirección, no en otra.

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En todo caso, como se decía antes, el profundo rechazo del racismo que debemos exigir hoy es el que se produce en nuestros días, el que padecen nuestros semejantes, el que sufren nuestros contemporáneos. No al racismo, en todas las expresiones en que pueda manifestarse. España, por mucho que se pretenda distorsionar la realidad, no es un país racista y sus cuerpos de seguridad no representan otra cosa que esa mentalidad de país abierto y tolerante.

También los Mossos d’Esquadra, sin ninguna duda, a pesar de la denuncia de un joven de 20 años, Wubi, de Sant Feliu Sasserra, en Barcelona, al que presuntamente unos agentes insultaron y humillaron, llamándolo “negraco de mierda” y “mono”. Ya veremos qué sentencian los tribunales; hoy, solo cabe preguntarnos qué estarían diciendo los independentistas de la Generalitat y los manifestantes de las calles si esa misma acusación se hubiera producido contra una pareja de guardias civiles o de policías nacionales. Que lo piensen ellos y que mediten, porque el racismo se produce allí donde se siembra el odio.

Es un negro, un esclavo negro, y está en Cataluña. Se puede ver en una de las fachadas del palacio de la Generalitat de Cataluña, debajo de uno de los relieves de Sant Jordi, el que conocen como ‘el astronauta’ por el voluminoso casco que el escultor le puso al mártir cristiano, un soldado romano que fue torturado y decapitado por el emperador Diocleciano. Pues allí mismo, en una ménsula de esa fachada, está la cara muy destacada de un esclavo negro para representar la importancia que ha tenido en la historia de Barcelona el comercio esclavista desde la Edad Media. ¿Qué hace ahora la alcaldesa, Ada Colau, señalando a Cristóbal Colón para condenar el racismo si la historia de su ciudad no se entiende sin el esclavismo durante muchos siglos, antes y después de que se descubriera América?

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