Es noticia
La pandemia desnuda a España
  1. España
  2. Matacán
Javier Caraballo

Matacán

Por

La pandemia desnuda a España

Una vez más, que se aproveche lo sucedido para progresar o para estancarnos más, solo depende de la reacción de los ciudadanos

Foto: Vista de varios negocios en una de las calles de Usera. (EFE)
Vista de varios negocios en una de las calles de Usera. (EFE)

Llegó la pandemia y las cuatro patas de este banco comenzaron a temblar: la debilidad anquilosada de antiguas estructuras estatales, disputas y diferencias entre las autonomías, una clase política ensimismada e ineficiente y las carencias del sistema sanitario español. Llegó la pandemia, ese vendaval inmenso, y dejó desnuda a España porque quedaron al descubierto los defectos estructurales del Estado que se ha construido en estos cuarenta años de democracia. Hasta ahora, todos los desafíos que España había tenido que afrontar como país no habían exigido de un esfuerzo conjunto y coordinado como el que ha obligado la pandemia y, mucho menos, ninguna crisis, ninguna amenaza, había requerido que se decretara un estado de alarma en el que quedaran suspendidas las competencias repartidas por las diecisiete comunidades autónomas.

Ni el terrorismo de ETA ni la crisis financiera de 2007 habían supuesto para el Estado español un desafío como el de esta pandemia de coronavirus; por eso, ahora, cuando vemos que, frente a los aciertos, también existen fallos estructurales en el modelo político y territorial, lo pertinente es señalarlos y solucionarlos. Lo que hemos visto en esta pandemia es que este modelo, que tanto progreso nos ha facilitado, se vuelve ineficaz y politizado cuando se trata de abordar un problema nacional que nos afecta a todos. La cuestión ahora es si podemos tener esperanzas de que algo cambie o, por el contrario, los problemas se mantendrán más agravados, enfangados en la habitual espiral de confrontación del debate político.

"La prueba más evidente es el vaciado del Ministerio de Sanidad que se ha mantenido todos estos años como un florero en el Gabinete"

La transferencia total de las competencias de Sanidad a las comunidades autónomas había convertido desde hace años al Ministerio de Sanidad en un ente deshabitado, testimonial, sin una función concreta en el nuevo modelo. Cuando se recibieron las competencias, cada autonomía se enrocó en sus fronteras y se olvidó del resto. Lo reconoció así el último responsable del Insalud, Rubén Moreno, que se hizo cargo en el año 2000 del traspaso conjunto de competencias de Sanidad a las diez comunidades autónomas que aún no las tenían. Moreno ha dejado reflejado, con ocasión de algún aniversario del traspaso de competencias, que el problema fundamental es que las autonomías asumieron los sistemas de salud como un patrimonio propio "y no siendo muy conscientes de que eran parte de un Sistema Nacional de Salud". La prueba más evidente es el vaciado del Ministerio de Sanidad que se ha mantenido todos estos años como un florero en el Gabinete.

La comparación más elocuente es la que han hecho algunos epidemiólogos: los miles de funcionarios y medios tecnológicos avanzados con los que cuenta la Agencia Tributaria y la absoluta precariedad del Ministerio de Sanidad, que ni siquiera cuenta con una Agencia de Salud Pública. El Gobierno nombró en agosto a una secretaria de Estado de Sanidad, porque tampoco existía ese cargo; toda la responsabilidad y la coordinación ha recaído sobre el Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias en el que, como decía en estas páginas mi compañero Ángel Villarino, se pueden conocer el número de funcionarios con un rápido repaso de los cuatro o cinco nombres de las personas que trabajan allí. Y al frente del mismo, un profesional como Fernando Simón al que, en ocasiones, no le ha importado adecuar las recomendaciones sanitarias a las estrategias y al interés político.

"Cada episodio de bronca política será directamente proporcional al interés de la clase dirigente por tapar los defectos de la gestión y del sistema"

De forma paralela al vaciado de competencias del Estado para poder coordinar una emergencia sanitaria global, como la que estamos viviendo, lo segundo que ha dejado al descubierto la pandemia son las carencias del sistema sanitario por la desatención y desinversión en la mayoría de las comunidades autónomas: el colapso generalizado de la Atención Primaria es la prueba más evidente. De forma estrepitosa, lo que ha fallado en España ha sido una adecuada planificación académica para atender las necesidades futuras de Medicina y Enfermería (no hay médicos de familia, ni pediatras…) que, unido a la precariedad laboral, ha generado el caos de la actualidad. De hecho, si miramos el problema con alguna distancia, nos daremos cuenta de la falsedad global de esas consignas que le atribuyen a los gobiernos de derecha todos los males privatizadores de la sanidad pública y a los de izquierda, todas las bondades.

En comunidades como Andalucía, gobernada durante 36 años por el PSOE, el colapso de la Atención Primaria ya era previo a la pandemia con lo que ahora, simplemente, se ha desbordado completamente. Nadie podrá culpar de esa precariedad al nuevo presidente del PP, Juanma Moreno, que solo llevaba un año en el cargo cuando se desató el covid-19. Quiere decirse, en suma, que antes de que el debate político se enroque otra vez en lo mismo, azuzados por sindicatos y 'hooligans' varios, la pandemia debería servir para que cada cual hiciera un estudio serio, despolitizado, de sus carencias. Y luego, devolverle a la Sanidad pública los niveles de inversión que nos acerquen a la media europea, de la que estamos lejos. Una vez más, que se aproveche lo sucedido para progresar o para estancarnos más, solo depende de la reacción de los ciudadanos.

Cada episodio de bronca política será directamente proporcional al interés de la clase dirigente por tapar los defectos de la gestión y del sistema. Ruido estéril. Como en la fábula de Hans Christian Andersen, cuando el modelo se queda desnudo son los pícaros los que van diciendo que está perfectamente vestido y equipado.

Llegó la pandemia y las cuatro patas de este banco comenzaron a temblar: la debilidad anquilosada de antiguas estructuras estatales, disputas y diferencias entre las autonomías, una clase política ensimismada e ineficiente y las carencias del sistema sanitario español. Llegó la pandemia, ese vendaval inmenso, y dejó desnuda a España porque quedaron al descubierto los defectos estructurales del Estado que se ha construido en estos cuarenta años de democracia. Hasta ahora, todos los desafíos que España había tenido que afrontar como país no habían exigido de un esfuerzo conjunto y coordinado como el que ha obligado la pandemia y, mucho menos, ninguna crisis, ninguna amenaza, había requerido que se decretara un estado de alarma en el que quedaran suspendidas las competencias repartidas por las diecisiete comunidades autónomas.

Ministerio de Sanidad Fernando Simón Terrorismo