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El 8-M, el virus y la Navidad
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Javier Caraballo

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El 8-M, el virus y la Navidad

¿Por qué no se oye a nadie decir de la Navidad lo mismo que se decía del 8 de marzo? Y en verano, ¿también ocurrió igual?

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

Vayamos a una formulación directa e inmediata: si la propagación del virus en España se debió a la irresponsabilidad del Gobierno por haber autorizado las manifestaciones feministas del 8-M, ¿de quién es ahora la culpa, en esta tercera oleada de la pandemia? Ya analizaremos después si una cosa y la otra tienen alguna relación, porque de lo que se trata, fundamentalmente, no es de disertar sobre las causas de la propagación de la pandemia, sino de algo más canalla, más rastrero: se trata de desnudar la política en España y, más allá todavía, dejar en evidencia los odios que se han sembrado durante todo este tiempo maldito, ese afán miserable de buscar rentabilidad política en las desgracias.

Por eso, utilicemos ese icono de las manifestaciones del 8-M que se ha quedado grabado como demostración de la irresponsabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez en la gestión de la pandemia. Todo el que lo piense así, que recorra de nuevo el mismo camino. Hagamos ese ejercicio mental, porque el proceso inculpatorio es exactamente igual: la irresponsabilidad radica en que, a pesar de las evidencias médicas y científicas que existían de contagios masivos, no solo no se adoptaron medidas de aislamiento, sino que se autorizaron concentraciones. ¿Por qué no se oye a nadie decir de la Navidad lo mismo que se decía del 8 de marzo? Y en verano, ¿también ocurrió igual?

No existe ni un solo cargo público en España, de cualquier partido y en cualquier Administración, que no sostenga abiertamente que la tercera oleada de la pandemia, este repunte agresivo que estamos viviendo, se debe a la “relajación de las medidas” de restricción durante las Navidades. Pero nadie añade, como ocurrió con el 8 de marzo, que las Navidades han sido el “mayor infectódromo de España” (Isabel Díaz Ayuso) y que los gobiernos, todos, que han aprobado una mayor movilidad son culpables de “una gestión criminal” (Santiago Abascal). Ahí están, sin embargo, las consecuencias repetidas de la propagación de la enfermedad en lo poco que llevamos del nuevo año, miles de contagiados y centenares de personas fallecidas: más de 84.000 contagiados y casi 900 fallecidos en la última semana.

Conviene repetir lo que se decía al principio de la formulación, que de lo único que se trata es de detenernos un momento, mirar atrás, y contemplar la simpleza salvaje con que se plantea la política en España. Y como ciudadanos que somos, alejarnos de esa hoguera o, por lo menos, no contribuir a la tensión social con la reiteración de los mismos argumentos ruines, despreciables. La autorización de las manifestaciones del 8 de marzo de 2020, sobre todo la de Madrid, constituyó, sin duda, un ejercicio de irresponsabilidad por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, quizá llevado por la incredulidad ante la desconocida capacidad de propagación que todavía despertaba el nuevo virus, pero lo que ha quedado ya totalmente descartado, incluso a nivel científico, es que fuese el causante de los contagios en España.

“Aquella manifestación no fue la 'bomba vírica' que pensábamos, sino que la pandemia se cocinó en miles de oficinas y hogares durante días hasta que, al final, estalló en los hospitales”, como señalaba en El Confidencial el periodista Antonio Villarreal. Es probable, además, que todavía tengan que pasar varios años hasta que la comunidad científica nos desvele algunas de las características esenciales del covid-19, que en la actualidad son completamente desconocidas, para explicarnos desde la velocidad de contagio hasta el distinto comportamiento en las personas que contraen la enfermedad.

Foto: La ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias (i), y el ministro de Sanidad, Salvador Illa, este lunes en la Moncloa. (EFE)

Con lo cual, a estas alturas de la pandemia, con la experiencia adquirida y la incertidumbre acumulada, la única actitud que deberíamos mantener frente a la evolución del virus en cada momento es la prudencia, porque si algo ha quedado demostrado en toda Europa a lo largo de estos meses es que aquellos países, o comunidades, que aparecían como ejemplo de eficacia y de buen hacer, al poco tiempo, se sumían en una crisis severa de contagios desbocados. Prudencia y modestia: toda declaración categórica sobre la gestión de la pandemia por parte de un gobernante que se haya enfrentado a ella solo puede obedecer a la necedad o a la soberbia. Tampoco caigamos en eso.

Las querellas, posteriormente archivadas, que se dirigieron en la primavera pasada contra el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, además de contra otros altos cargos del Gobierno, incluían en la exposición de motivos que todos ellos eran responsables de “una flagrante dejación en sus funciones y obligaciones” y de haber puesto “en peligro la salud pública y la integridad física de todos los españoles y residentes en España” al “animar a la asistencia de la marcha feminista del 8-M, pese a que el coronavirus en España se encontraba desbocado”.

Foto: Ciudadanos paseando entre luces de Navidad. (EFE) Opinión

Con esa misma literalidad, podrían redactarse ahora decenas de querellas contra todos los gobiernos que, en Navidades, aprobaron las medidas que, como se admite ahora, han provocado esta nueva oleada. Y si somos sinceros, muchos de nosotros, de cada uno de nosotros, también podríamos autoinculparnos por haber compartido, respaldado y secundado la relajación de las restricciones, a sabiendas de lo que vendría después, esta tercera oleada.

Aunque, quizás, y también el tiempo se encargará de aclarárnoslo, todo este horror forma parte de una tragedia mayor, inevitable, contra la que no podíamos hacer mucho más de lo que hemos hecho como ciudadanos, adentrarnos como conejillos en este endiablado círculo vicioso de confinamientos y aperturas, saltando de la angustia de no contraer la enfermedad a la angustia de no poder salir y a la angustia de no poder pagar.

Vayamos a una formulación directa e inmediata: si la propagación del virus en España se debió a la irresponsabilidad del Gobierno por haber autorizado las manifestaciones feministas del 8-M, ¿de quién es ahora la culpa, en esta tercera oleada de la pandemia? Ya analizaremos después si una cosa y la otra tienen alguna relación, porque de lo que se trata, fundamentalmente, no es de disertar sobre las causas de la propagación de la pandemia, sino de algo más canalla, más rastrero: se trata de desnudar la política en España y, más allá todavía, dejar en evidencia los odios que se han sembrado durante todo este tiempo maldito, ese afán miserable de buscar rentabilidad política en las desgracias.

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