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Javier Caraballo

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Los papeles de Galapagar

Repasemos las incongruencias éticas y las contradicciones formales que nos conducen a ‘los papeles de Galapagar’, que es como denominaremos el escándalo a partir de este último apéndice

Foto: Irene Montero y Pablo Iglesias. (EFE)
Irene Montero y Pablo Iglesias. (EFE)

Los escándalos en política son como los asesinos, que siempre vuelven al lugar del crimen. Cuando parece que ya ha pasado todo, que el escándalo está liquidado políticamente, incluso amortizado electoralmente, vuelve de nuevo y se descubre todo aquello que se pretendía silenciar o que permanecía oculto. Es lo que le ha ocurrido ahora a los dos dirigentes de Podemos, Pablo Iglesias e Irene Montero, cuando se han conocido las declaraciones de bienes de los diputados del Congreso y hemos sabido la notable situación financiera y patrimonial de ambos, con el chalé de Galapagar como emblema; un patrimonio que está muy por encima del de otros miembros del Gobierno que llevan muchísimo más tiempo que ellos en política, como Carmen Calvo, la vicepresidenta primera, que ya fue ministra con Rodríguez Zapatero tras haber sido consejera en Andalucía. O Nadia Calviño, que es una alta funcionaria del Estado, del Cuerpo Superior de Economistas, y ha ocupado altos cargos en la Unión Europea. O el propio Pedro Sánchez, que es presidente del Gobierno desde 2018, pero lleva en política 20 años.

Foto: Foto de familia del Gobierno. (EFE)
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La pregunta es evidente, ¿cómo es posible que Iglesias y Montero hayan conseguido reunir ese patrimonio en cuatro o cinco años si han tenido menos ingresos? Obviamente, podría objetarse que, en todo caso, el problema no está en quien tiene capacidad de ahorro, sino que lo que resulta llamativo y reprobable es que haya políticos con sueldos muy altos que solo declaran unos miles de euros en su cuenta corriente… Es verdad, podríamos pensar que Iglesias y Montero son dos personas austeras, que miran por cada céntimo y que, tacita a tacita, han conseguido una situación económica envidiable. Podría pensarse que esa es la clave, pero no es así. No ha podido ser así, por eso resurge el escándalo del chalé, como el asesino que vuelve a la escena del crimen. De modo que repasemos las incongruencias éticas y las contradicciones formales que nos conducen a ‘los papeles de Galapagar’, que es como denominaremos el escándalo a partir de este último apéndice.

La adquisición del chalé de Galapagar la recordará todo el mundo porque será imposible olvidar, como un acontecimiento político insólito, que Pablo Iglesias, un día, sometió a votación en el seno de su organización la compra de un chalé de lujo al que se pensaba ir a vivir. No habrá en el mundo entero algo parecido, una frivolidad como esa, entre el caudillismo y la paranoia: someter a una enorme tensión a toda una organización para que todos ‘avalaran’ que su líder, el mismo que decía que un político de izquierdas tiene que vivir en los barrios en los que están sus electores, se iba a vivir a un chalé de 600.000 euros, a 40 kilómetros de Madrid.

Foto: Pablo Iglesias e Irene Montero, en el Congreso. (EFE)

“Vivir en Vallecas no es peligroso. A mí me parece más peligroso el rollo de aislar a alguien. Este rollo de los políticos que viven en Somosaguas, que viven en chalés, que no saben lo que es coger el transporte público o el precio de un café”, había dicho Pablo Iglesias (2015) y, claro, con el chalé de Galapagar rompía en pedazos el primero de sus mandamientos éticos. Total, que Pablo Iglesias e Irene Montero adquirieron en 2018 el chalé con una hipoteca de 540.000 euros con Caja de Ingenieros (Podemos también se negaba a comerciar con la banca privada, pero consideran que esa entidad cumple unos requisitos éticos que la salvan) y mensualidades de unos 1.800 euros. Se fueron a vivir allí y pronto nacieron sus tres hijos, que también suponen un gasto considerable, como cualquier padre o madre de familia sabe bien.

Ahora, volvemos a la pregunta: ¿cómo es posible que, entre los dos, hayan conseguido ahorrar en un par de años más de 200.000 euros con todos los gastos que tienen? A los que habría que sumar los tres perros de la pareja y el mantenimiento de un chalé así, tan grande, de 268 metros cuadrados en una parcela de 2.352 metros cuadrados. ¿Alguien se lo explica? Porque en cuestión de hipotecas, hijos y ahorros, casi todo el mundo tiene su particular doctorado con la experiencia vivida en su propia casa y los apuros mensuales afrontados, cuando la cuenta se queda en rojo al poco de haber cobrado. Pero es que hay más: si resulta inexplicable que hayan podido ahorrar tanto dinero, aún contando con los buenos sueldos del Congreso de los Diputados, la ecuación es del todo imposible si se tiene en cuenta que, hasta finales del año pasado, en Podemos imperaba un tope salarial, de modo que nadie podía cobrar por encima del triple del salario mínimo interprofesional. Si se excedía, el dinero tenía que entregarse a la organización.

Foto: El vicepresidente del Gobierno y líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, durante la sesión de control al Gobierno en el Congreso celebrada este miércoles. (EFE)

¿Han cumplido con esa obligación sus máximos dirigentes? La pregunta la ha lanzado al aire de las redes sociales uno de los fundadores de Podemos, Ramón Espinar, al que también se recordará porque cuando fue senador —ya no lo es, dimitió de todo en una de las crisis cíclicas de la organización— lo sorprendieron tomando Coca-Cola, después de haber pedido que en las cafeterías de las Cortes no las vendieran en solidaridad con unos trabajadores despedidos. O cuando lo criticaron por ganar dinero con la venta de un piso de protección oficial

En fin, que ese mismo tipo es el que ahora, desde dentro de la organización, les está recordando a sus compañeros militantes de Podemos que las cuentas de sus líderes no cuadran. Estos son los datos de Ramón Espinar: “Pablo Iglesias entró en política en 2014 con 45.000 euros en la cuenta e Irene Montero, con 6.000 euros en la suya. Cinco años después, tienen un patrimonio de 800.000 euros. Nadie piensa que haya nada raro, por supuesto. Pero explicar estos incrementos patrimoniales es fundamental para poder exigir transparencia a los demás”. Pues eso. Los papeles de Galapagar. Que no cuadran en ninguna lógica ni en ninguna matemática.

Los escándalos en política son como los asesinos, que siempre vuelven al lugar del crimen. Cuando parece que ya ha pasado todo, que el escándalo está liquidado políticamente, incluso amortizado electoralmente, vuelve de nuevo y se descubre todo aquello que se pretendía silenciar o que permanecía oculto. Es lo que le ha ocurrido ahora a los dos dirigentes de Podemos, Pablo Iglesias e Irene Montero, cuando se han conocido las declaraciones de bienes de los diputados del Congreso y hemos sabido la notable situación financiera y patrimonial de ambos, con el chalé de Galapagar como emblema; un patrimonio que está muy por encima del de otros miembros del Gobierno que llevan muchísimo más tiempo que ellos en política, como Carmen Calvo, la vicepresidenta primera, que ya fue ministra con Rodríguez Zapatero tras haber sido consejera en Andalucía. O Nadia Calviño, que es una alta funcionaria del Estado, del Cuerpo Superior de Economistas, y ha ocupado altos cargos en la Unión Europea. O el propio Pedro Sánchez, que es presidente del Gobierno desde 2018, pero lleva en política 20 años.

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