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Ciudadanos se llama ahora Liberales
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Javier Caraballo

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Ciudadanos se llama ahora Liberales

No se trata de un mero cambio estético, como a veces sucede en los partidos políticos, sino que nos encontramos ante una verdadera declaración de principios

Foto: La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)
La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)
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Ciudadanos quiere salir del hoyo con un vestido nuevo. El proceso ha comenzado en la convención política que han celebrado con la difusión de una denominación distinta, que deja en segundo plano la de Ciudadanos, y que, a medio plazo, si prospera este intento de refundación, acabará convirtiéndose en la marca de esta fuerza política: Liberales. No se trata de un mero cambio estético, como a veces sucede en los partidos políticos, sino que nos encontramos ante una verdadera declaración de principios con la que Ciudadanos pretende, por lo que puede deducirse de sus movimientos, dos objetivos fundamentales: superar la etapa que comenzó en Cataluña, sus orígenes, y alcanzar la mayoría de edad como proyecto político nacional y, en segundo lugar, conectarse ideológicamente con los liberales europeos para ofrecer aquí, en España, la misma oferta política.

Por el momento, como ya podemos apreciar, la imagen del escenario ha cambiado y la palabra Liberales ocupa un lugar preferente. Y no es cosa de un congreso o una convención, sino que la idea de los dirigentes de Ciudadanos es que, en adelante, esa palabra aparezca siempre, en todas las apariciones públicas que se realicen. Si Ciudadanos, como pronostican todos los sondeos, es un partido político en un proceso acelerado de descomposición, si estos son los estertores, lo que han decidido sus líderes actuales es aplicarle una terapia de choque, un desfibrilador ideológico, convencidos de que la reanimación electoral es posible.

Foto:  Inés Arrimadas tras su intervención este domingo en Madrid en la clausura de la primera Convención política de Ciudadanos. (EFE) Opinión
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El primero de los propósitos que se adivina, el de alcanzar la mayoría de edad como proyecto político, pretende superar la marca original de Ciudadanos como un partido catalán, pegado a una figura política, la de Albert Rivera. Desde su fundación en Barcelona en 2006, consecuencia de una reacción de protesta cívica contra los abusos del nacionalismo catalán, Ciudadanos se había limitado preferentemente a las elecciones autonómicas en aquella comunidad hasta que, en 2014, en plena crisis económica e institucional en España, la ‘tormenta perfecta’ que arrasó el bipartidismo, el proyecto político se traslada con fuerza al ámbito nacional. Pero nunca perdió su perfil catalanista, como se confirmó en las elecciones a la Generalitat de 2017, en las que Ciudadanos, con Inés Arrimadas de candidata, alcanzó su mayor logro político: convertirse en el primer partido no nacionalista que ganaba unas elecciones en Cataluña.

La denominación de Liberales entierra ese pasado de preferencia catalana, lo sitúa mentalmente en Madrid, como sede de las Cortes Generales, y se sobrepone a la figura omnímoda de Albert Rivera como referencia política del partido. Liberales no tiene ninguna connotación o recuerdo que rescate a Rivera. No es nada extraño ni tiene que verse como vengativo: en muchas ocasiones, los procesos de transformación de un proyecto requieren de esa figura que conocemos como ‘matar al padre’ para que el cambio se pueda hacer efectivo; es como romper ataduras y prejuicios para poder recomenzar o reciclarse. En política, también se llama ‘catarsis’.

Foto: La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)

La ‘mayoría de edad’ de Ciudadanos y la ruptura con las referencias mentales a los orígenes catalanistas nos conducen al segundo de los objetivos que se adivinan, este más explícito que el primero: la plena incorporación al grupo de los partidos liberales europeos para anclarse a esa referencia y, además, poder huir de la perniciosa inercia de la política española de adscribir a todo el mundo en alguno de los bandos, la izquierda o la derecha. Tan potente es esa fuerza gravitatoria, que el propio Ciudadanos es el ejemplo más claro y reciente de cómo acabó siendo arrastrado hacia una de las trincheras. El giro brusco hacia el centro derecha, no solo lo condujo a designar al Partido Popular como ‘socio preferente’, sino que trazó una línea roja, un cordón sanitario, con el PSOE y, por supuesto, con todo lo que se situaba a la izquierda de los socialistas.

Con Liberales, el propósito es volver a una cultura de ‘centro radical’, equidistante de socialistas y conservadores para que, como partido bisagra, puedan evitar que unos y otros, el PSOE y el PP en el caso español, caigan en la extrema izquierda y en la extrema derecha, respectivamente. “No podemos ser una gran mayoría, pero sí podemos garantizar el equilibrio de los países. Los liberales pueden proteger al PSOE de Podemos; y al PP de Vox. Necesitamos a Ciudadanos para hacer de España y de Europa un lugar mejor”, dijo en la convención Dacian Ciolos, presidente de Renew Europe, el grupo de los liberales europeos.

Foto: La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE) Opinión
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El principal problema de toda esta planificación, de esta refundación de Ciudadanos, es que lo único que se ha comprobado estadísticamente aquí —“en España, el respeto es revolucionario”, como dijo Fernando de los Ríos— es que el centro político suele interpretarse como una irritante indefinición, antes que como una apuesta de moderación. Si a toda esa carga sociológica se le añade que el sistema electoral español favorece que el papel de ‘partidos bisagra’ recaiga sobre los partidos nacionalistas vasco y catalán, mientras que penaliza a los partidos de implantación nacional que podrían desempeñar esa función, el futuro de un partido como Liberales se complica extraordinariamente. De hecho, si nos fijamos, el centro político solo ha triunfado en España de forma episódica, nunca constante, cuando ha tenido al frente a un gran líder. Adolfo Suárez, primero, y Albert Rivera, después, en circunstancias muy distintas y con finales diversos, pero en ambos casos se reconocerá el liderazgo. La pregunta es si Inés Arrimadas, tan alejada como está ahora de su triunfo en Cataluña, podrá convertirse en ese mismo líder del centro liberal en España.

Ciudadanos quiere salir del hoyo con un vestido nuevo. El proceso ha comenzado en la convención política que han celebrado con la difusión de una denominación distinta, que deja en segundo plano la de Ciudadanos, y que, a medio plazo, si prospera este intento de refundación, acabará convirtiéndose en la marca de esta fuerza política: Liberales. No se trata de un mero cambio estético, como a veces sucede en los partidos políticos, sino que nos encontramos ante una verdadera declaración de principios con la que Ciudadanos pretende, por lo que puede deducirse de sus movimientos, dos objetivos fundamentales: superar la etapa que comenzó en Cataluña, sus orígenes, y alcanzar la mayoría de edad como proyecto político nacional y, en segundo lugar, conectarse ideológicamente con los liberales europeos para ofrecer aquí, en España, la misma oferta política.

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