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El increíble tesoro que buscan los talibanes
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Javier Caraballo

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El increíble tesoro que buscan los talibanes

Nadie parece haber reparado en el Tesoro de Bactria y nada sabemos de lo que ocurre. Pero, el nuevo régimen talibán querrá utilizarlo para financiarse y para destruirlo

Foto: Talibanes desfilan por las calles de Kabul. (EFE)
Talibanes desfilan por las calles de Kabul. (EFE)
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Estuvo oculto durante años, en una cámara acorazada cerrada por siete llaves que guardaban siete personas desconocidas entre ellas, para que los talibanes no pudiesen destruirlo. Es el mayor tesoro encontrado a lo largo de la historia, el tesoro de Bactria, y se salvó gracias a la determinación de un puñado de hombres, con una historia de intriga y heroicidad ante la que palidecería el mejor relato de ficción. Eso ocurrió hace más de veinte años, cuando los talibanes se hicieron con el poder en Afganistán y comenzaron a arrasar con todo vestigio del pasado, ningún destello de civilizaciones anteriores al Islam, como dictaba la fatua religiosa que ordenó poco antes la destrucción de las estatuas gigantes de los Budas de Bamiyán, de mil quinientos años de antigüedad.

Los talibanes llegaron a Kabul, buscaron el tesoro, torturaron y asesinaron a decenas de personas, pero no consiguieron nada. El tesoro se salvó y, ahora que los talibanes han vuelto a tomar el poder, veinte años después, es muy probable que mantengan fija en la mente la imagen de aquella burla y querrán vengarse con la incautación de los miles y miles de piezas de oro. Tras la enorme confusión de los últimos días, el impacto brutal de las imágenes de camionetas de barbudos en las ciudades disparando al aire con sus fusiles, los desesperados que se arrojan al vacío agarrados al tren de aterrizaje de un avión o la ferocidad de las mujeres encarceladas en un burka, nadie parece haber reparado en el Tesoro de Bactria y nada sabemos de lo que ocurre. Pero, en cambio, sí podemos estar seguros de que el nuevo régimen talibán querrá utilizarlo para financiarse y para destruirlo como tal, una de las señas de identidad del pasado milenario de Asia.

Foto: Los talibanes destruyeron los budas de Bamiyán durante el régimen de 1996-2001 (EFE)

Uno de los mayores expertos españoles en protección patrimonial, Jesús García Calderón, relata en su ensayo 'La defensa Penal del Patrimonio Arqueológico' la extraordinaria aventura que salvó el tesoro hace veinte años. A su juicio, "es urgente que la comunidad internacional se interese por el Tesoro de Bactria, a pesar de las innumerables urgencias humanitarias que se suscitan en este momento, porque son muchas las posibilidades de que el régimen talibán pretenda vender en el mercado negro esas piezas arqueológicas, de un valor incalculable, para financiar actividades terroristas", ha dicho a El Confidencial. En el citado ensayo, García Calderón, que es fiscal y académico de Granada, recuerda la historia del tesoro del legendario Reino de Bactria, fundado a la muerte de Alejandro Magno, en el siglo segundo antes de Cristo, en la no menos legendaria Ruta de la Seda, que centraba el comercio entre Europa y Asia.

Karzai hizo un llamamiento para que volvieran los portadores de las siete llaves

El tesoro se descubrió en 1978 y, cuando estalló la Guerra de Afganistán por la que los talibanes llegaron por primera vez al poder, a finales del siglo pasado, su descubridor, el arqueólogo soviético Viktor Sarianidi, ideó un plan perfecto para evitar que pudieran destruirlo. Lo escondieron en la cámara acorazada del Banco Central de Kabul, un prodigio de la ingeniería que se abría con siete llaves que fueron entregadas a siete personas notables, cuyas identidades nadie conocía, ni siquiera entre ellas, para que se las llevaran a algún lugar del mundo, fuera de Afganistán. Sin una sola de las siete llaves, la cámara acorazada, inexpugnable, no podía abrirse. Mohamed Najibulá, el presidente afgano depuesto por los talibanes fue detenido, torturado, castrado y, finalmente asesinado, pero no dijo ni una sola palabra sobre los poseedores de las llaves. Los talibanes colgaron de un poste su cadáver y el de su hermano para escarmiento público.

Tras el atentado de las Torres Gemelas en 2001 y la invasión de Estados Unidos, el presidente del nuevo Afganistán, Hamid Karzai, hizo un llamamiento público para que volvieran al país los portadores de las siete llaves: por fortuna, todos ellos regresaron, entregaron sus llaves y la cámara acorazada pudo abrirse. Pero no acaba ahí la increíble historia: en medio de una gran expectación, descubrieron que dentro solo había 90 millones de dólares en lingotes de oro, pero ni rastro del tesoro. Uno de los funcionarios de seguridad del Banco desveló entonces que, siguiendo las últimas instrucciones del presidente Najibulá, el tesoro se trasladó a una segunda cámara secreta, más pequeña y oculta, que se había construido siguiendo las técnicas de las pirámides de Egipto. Y allí estaba, en efecto, intacto, el increíble tesoro de Bactria formado por 21.618 piezas arqueológicas, de las que 20.478 son de oro, con una antigüedad de 2.200 años.

Foto: Los Budas de Bamiyán escondían las pinturas al óleo más antiguas del mundo

En las 'guerras de identidad', como se denomina en el ámbito penal, la destrucción del patrimonio no se guía por un solo objetivo. "Las motivaciones en estos conflictos —afirma García Calderón en su ensayo— alternan las cuestiones religiosas o ideológicas para la destrucción de la moral del enemigo o la destrucción de su identidad, con intereses puramente materiales de mero enriquecimiento personal, sin olvidar la financiación de grupos criminales o terroristas mediante la venta de valiosos bienes expoliados", que es lo que, a su juicio, puede ocurrir con el tesoro si no se actúa rápido. Sin mención expresa a este tesoro de Bactria, quizá de forma intencionada, la UNESCO ha difundido esta semana una escueta declaración en la que "pide que se preserve el patrimonio cultural de Afganistán en toda su diversidad, respetando plenamente el derecho internacional, y que se tomen todas las precauciones necesarias para proteger el patrimonio cultural de los daños y los saqueos".

En revistas especializadas, como 'National Geographic', se han publicado algunos reportajes, en el mismo sentido, sin mención expresa al tesoro, en el que se muestra una enorme preocupación y escepticismo ante la supuesta 'moderación' de los talibanes y 'el compromiso' de no atentar contra el patrimonio arqueológico del país. De forma paralela a todo ello, también se han publicado algunas informaciones sobre las reservas de oro del Banco de Afganistán que, al parecer, se enviaron al exterior al comprobar el rápido avance de los soldados talibanes. Quiere decirse, en suma, que la búsqueda del oro se habrá convertido en uno de los objetivos prioritarios del nuevo régimen talibán en su regreso triunfal al poder. Lo que nadie, en este momento, puede confirmar es si el extraordinario Tesoro de Bactria ha sido, de nuevo, escondido y puesto a salvo de los talibanes o si, por el contrario, ya es demasiado tarde para protegerlo de las garras fundamentalistas.

Estuvo oculto durante años, en una cámara acorazada cerrada por siete llaves que guardaban siete personas desconocidas entre ellas, para que los talibanes no pudiesen destruirlo. Es el mayor tesoro encontrado a lo largo de la historia, el tesoro de Bactria, y se salvó gracias a la determinación de un puñado de hombres, con una historia de intriga y heroicidad ante la que palidecería el mejor relato de ficción. Eso ocurrió hace más de veinte años, cuando los talibanes se hicieron con el poder en Afganistán y comenzaron a arrasar con todo vestigio del pasado, ningún destello de civilizaciones anteriores al Islam, como dictaba la fatua religiosa que ordenó poco antes la destrucción de las estatuas gigantes de los Budas de Bamiyán, de mil quinientos años de antigüedad.

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