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Javier Caraballo

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La España vaciada alerta a Vox

En Vox se han encendido las alarmas ante la posibilidad de que esta nueva plataforma, más electoral que política, pueda frenar y arrebatarles su crecimiento en los núcleos rurales

Foto: La España vaciada pide políticas territoriales a las puertas del Congreso. (EFE)
La España vaciada pide políticas territoriales a las puertas del Congreso. (EFE)

La definición que nunca se ha dado de la España vaciada es que se trata de la comunidad con más habitantes de todo el país y en la que se necesitan menos votos para elegir a diputados y senadores. No es un trampantojo político ni electoral; son datos objetivos y el único problema está en pasar del ‘lamento’ al ‘concepto’ y, una vez contemplada la realidad desde esa nueva perspectiva, todo se ve distinto. ¿Qué partido político no iba a mimar a esa comunidad para intentar ganar unas elecciones? Pues lo paradójico de la política española es que, hasta ahora, son precisamente los habitantes de esas provincias los que se consideran peor tratados de toda España, los más olvidados, asfixiados por una lenta depresión y decadencia mientras que otros territorios prosperan, reciben cuantiosas inversiones para infraestructuras y están siempre en el centro del debate político.

A esa España, que se reparte por municipios de siete comunidades autónomas distintas, la llaman vaciada, o despoblada y también silenciada, porque ni siquiera ella misma ha tenido conciencia de serlo ni determinación para reivindicarse como una sola. Y eso es, precisamente, lo que ha podido comenzar a cambiar a raíz de la simple evidencia de que un solo diputado del Congreso, en estos tiempos de empate técnico en las encuestas y en las urnas, puede hacer inclinar la balanza hacia un lado o hacia otro, al bloque de la derecha o al bloque de la izquierda. Ese fue el germen que sembró en la política española el solitario escaño obtenido por Teruel Existe y, tras esa estela de protagonismo inusitado, se han unido ahora 70 colectivos más con la única intención de explotar esa visión hasta ahora ignorada: la pertenencia a la comunidad más influyente de España en unas elecciones generales.

Foto: Manifestación para frenar la despoblación de la "España vaciada" en 2019. (EFE)

La calificación de la importancia de esa ‘comunidad’ se establece a partir de dos datos objetivos: el número de provincias que se incluyen en la España vaciada y los escaños del Congreso y del Senado que se eligen en esas circunscripciones. Según el instituto Funcas, los criterios para determinar si una provincia debe o no incluirse en ese concepto de España vaciada son dos: “Tener una tasa de crecimiento demográfico negativa entre 1950 y 2019, y contar en este último año con una densidad de población inferior a la media nacional”. Con esos parámetros, son 23 las provincias que componen la hipotética comunidad de la España vaciada: las nueve provincias de Castilla y León (Ávila, Burgos, León, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora), las tres de Aragón (Huesca, Teruel y Zaragoza), cuatro de Castilla-La Mancha (Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara), las dos de Extremadura (Cáceres y Badajoz), dos de Galicia (Lugo y Ourense), dos de Andalucía (Córdoba y Jaén) y La Rioja. Como se apreciará, todas son provincias de interior salvo una, Lugo, que limita al norte con el Cantábrico.

Pese a ser todas ellas de la España vaciada, suman 8.497.087 habitantes, es decir, casi igual que Andalucía (8.501.450 habitantes), que es en la actualidad la comunidad autónoma más poblada de España. Pese a la igualdad en habitantes, en la España vaciada se eligen 92 diputados, 31 escaños más de los que le corresponden a Andalucía (61 diputados).

Foto: La coordinadora de la España Vaciada, a las puertas del Congreso. (EFE)

Hasta ahora, en las 23 provincias de la España vaciada, han sido el PSOE y el PP los partidos hegemónicos, auténticos graneros electorales a pesar de que nunca se les ha reconocido como tales, acaso por la seguridad de sus votos. El partido que con más claridad apostó por un crecimiento en la España vaciada fue Vox que, desde su relanzamiento a partir de 2018 (en ese año pasó de 4.800 afiliados a 24.000), ha fomentado su perfil menos ‘urbanita’, el más cercano a los problemas de los agricultores, de los ganaderos o de los cazadores, fácilmente identificables como señas de identidad del mundo rural.

A raíz del éxito de Teruel Existe, y la demostración de que un solo diputado puede decidir un Gobierno, la aparición de una plataforma política que aúne los más de 70 movimientos ciudadanos de la España vaciada ha removido las estrategias políticas establecidas. Por un lado, dentro de ese movimiento, el cálculo que se ha hecho es que, agitando esa sensación de orfandad hacia los partidos políticos de implantación nacional, se puede aspirar incluso a conseguir un grupo parlamentario propio en el Congreso. El objetivo, según piensan, es factible a poco que consigan, por ejemplo, recibir el voto que en su día fue a parar a Ciudadanos en esas provincias (consiguió hasta 19 escaños), lo que denota la volatilidad de una bolsa de votantes en busca de una opción política distinta a las tradicionales.

Foto: Imagen de ddzphoto en Pixabay. Opinión
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Por otro lado, es en Vox donde parece que se han encendido las alarmas ante la posibilidad de que esta nueva plataforma, más electoral que política, pueda frenar y arrebatarles su crecimiento en los núcleos rurales, esencial en los planes estratégicos del partido de Abascal. Si se observa, en las últimas semanas, en Vox han comenzado a organizar de nuevo visitas y concentraciones en los núcleos rurales, como ahora en Andalucía, que es donde primero se van a celebrar unas elecciones, con una convocatoria múltiple y simultánea en todas las provincias, en defensa del mundo rural y de los cazadores. ¿Ha ocurrido algo que lo justifique? No, de hecho, en la convocatoria de la protesta se incluyen reivindicaciones genéricas contra la globalización, muy al uso de la extrema derecha: “Basta ya de políticos, sindicalistas y empresarios arrodillados ante China”, dicen.

También hace unos días, el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, se fue hasta la sierra de Huelva con el mismo objetivo, reivindicar que el partido político que representa al mundo rural en España es Vox. “Algunos se empeñan en hablar de la España vaciada y nosotros decimos que esa España no está vacía, que allí hay agricultores, ganaderos, comerciantes, autónomos españoles que tienen derecho a un futuro. Vox no les va a fallar; levantamos la bandera por la defensa del mundo rural”, dijo Ortega Smith. Estas apariciones andaluzas, justificadas por la necesidad de este partido de obtener un buen resultado en las próximas elecciones de esta comunidad, que supuso su relanzamiento en 2018, se reproducirán, con seguridad, en las demás provincias de la España vaciada ahora que, por primera vez, comienza a contemplarse por su importancia electoral.

La definición que nunca se ha dado de la España vaciada es que se trata de la comunidad con más habitantes de todo el país y en la que se necesitan menos votos para elegir a diputados y senadores. No es un trampantojo político ni electoral; son datos objetivos y el único problema está en pasar del ‘lamento’ al ‘concepto’ y, una vez contemplada la realidad desde esa nueva perspectiva, todo se ve distinto. ¿Qué partido político no iba a mimar a esa comunidad para intentar ganar unas elecciones? Pues lo paradójico de la política española es que, hasta ahora, son precisamente los habitantes de esas provincias los que se consideran peor tratados de toda España, los más olvidados, asfixiados por una lenta depresión y decadencia mientras que otros territorios prosperan, reciben cuantiosas inversiones para infraestructuras y están siempre en el centro del debate político.

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