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Madrid, allí donde Ayuso coincide con sus ex
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Javier Caraballo

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Madrid, allí donde Ayuso coincide con sus ex

Isabel Díaz Ayuso​ va a comprobar ahora, en su propio partido, que en Madrid también te puedes tropezar con un ex por la acera o, peor, en una reunión de trabajo, frente a frente

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (d), y el secretario general del PP, Teodoro García Egea. (EFE)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (d), y el secretario general del PP, Teodoro García Egea. (EFE)

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, revolucionó en las últimas elecciones autonómicas las definiciones que existían sobre la capital de España cuando le dijo a Alsina aquello de que es la ciudad “donde puedes cambiar de empresa o de pareja y no te la encuentras nunca más; esa libertad no se da en todas partes”. Por supuesto, se trata de una exageración propia del personaje y de las campañas electorales, además de un medidor imposible de la libertad, por la sencilla regla de tres de que, por esa lógica, Pekín, con 22 millones de habitantes, sería la ciudad más libre del mundo. Pero lo dijo y, como hay cosas que se dicen en esta vida que actúan como maleficios, que acabarán cayendo sobre nosotros, Isabel Díaz Ayuso va a comprobar ahora, en su propio partido, que lo que dijo no se sostiene: en Madrid también te puedes tropezar con un ex por la acera o, peor, en una reunión de trabajo, frente a frente, los dos, con la mirada fija en la cínica sonrisa que no consigue disimular las tormentas de rayos y truenos que estallan en la cabeza, como en un cómic de Mortadelo y Filemón.

Reparará en ello en cuanto se tropiece con Teodoro García Egea, el secretario general del PP, al que ha bloqueado en su cuenta de WhatsApp como se bloquea a los exnovios, a los pesados o a los plastas. En una de esas tres categorías debe tener Díaz Ayuso a García Egea, no cabe otra. De modo que, estirando el símil, la presidenta madrileña podría incorporarse al amplio abanico de líderes políticos que han dejado para la posteridad frases sobre la enemistad de la política, cínica y venenosa. Lo mismo que Andreotti, Adenauer, Churchill o Pío Cabanillas establecieron una escala de enemistad con distintas versiones, Díaz Ayuso puede añadir la suya: “En política hay novios, amantes, exparejas y compañeros de partido”. Y te los acabas encontrando.

Foto: Teodoro García Egea, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. (EFE)

En la entrevista que ha concedido a El Confidencial, la presidenta de Madrid, que no menciona a su compañero por su nombre en ninguna ocasión, lo que espera es que, al final, todo se resuelva “como ocurre en las cosas de la familia”, pero ya sabemos también que, en ese caso, los divorcios y las separaciones tienen la misma carga explosiva que las herencias, que dejan a hermanos del alma sin volver a hablarse en toda la vida. Con lo cual, aun cuando sepamos que la política crea familias mal avenidas, hermanadas por intereses personales, la pregunta que no se ha contestado ni se contestará es qué necesidad tenía el PP de Madrid de haber llegado a este punto de enfrentamiento entre sus principales referentes políticos. Y que la pelea se produzca justo en este momento, al poco de barrer en unas elecciones autonómicas y de haber noqueado al líder socialista y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Solo puede ser porque los miedos en política cieguen más que las ambiciones, que es en el fondo una prevención muy propia de la mediocridad. Desconfianza ante todo lo que triunfe alrededor. Puede ser, sí, quizá porque va implícito en la propia maquinaria de las organizaciones políticas, hacedoras de endogamias. La cuestión es que, en la pugna siempre presente en todas las estructuras de los partidos por controlar el poder, Pablo Casado y su secretario general, Teodoro García Egea, han llegado en Madrid más lejos que en ningún otro territorio. Eso es lo más inexplicable, sobre todo si se toma al pie de la letra la afirmación con que Pablo Casado acompaña siempre sus respuestas sobre la crisis de Madrid: “Nadie ha apostado por Ayuso más que yo”. Entonces, por qué esta desavenencia agria cuando la apuesta ha resultado ganadora.

¿Es posible que Pablo Casado y su fiel escudero García Egea se hayan arrepentido de haber apostado por Díaz Ayuso, porque la ven volar sola, con aspiraciones ocultas? Otro verso suelto que amenaza la rima del poeta… Si es así, mejor harían en confesarlo antes de seguir poniendo excusas baldías que solo minan la credibilidad de la organización. Vayamos a un ejemplo revelador: la fecha de los congresos provinciales y autonómicos. En el caso de Madrid, lo que se esgrime desde la Junta Directiva Nacional es que se había aprobado y pactado un calendario de congresos para que el de Madrid, por ser una comunidad uniprovincial, se celebrase a partir de enero de 2022. Es posible que haya sido así y que, efectivamente, Díaz Ayuso quiera anticiparlo o fijarlo en una fecha que ella considere oportuna para sus propios intereses políticos, teniendo en cuenta que en la primavera de 2023 tendrá que acudir de nuevo a las urnas en las elecciones autonómicas.

Pero nada puede reprocharle, en ese sentido, la Junta Directiva Nacional, porque también en Andalucía había un calendario pactado con el presidente andaluz, Juanma Moreno, y fue el secretario general del PP, Teodoro García Egea, el que lo vulneró para poder derrotar al también presidente de la Junta de Andalucía en el congreso de Sevilla. Casado y Juanma Moreno pactaron que el congreso de Sevilla no se celebraría hasta que hubiera una lista de consenso y, a la semana siguiente, se autorizó el adelanto para aventajar a la candidata contraria al presidente andaluz, según cuentan con notable perplejidad en el PP. Tal era el malestar de Juanma Moreno que ni siquiera acudió a la clausura de ese congreso. Cuando los cuadros del PP andaluz oyen eso del rigor de los calendarios pactados en la batalla de Madrid, deben soltar una sonora carcajada.

Foto: Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. (EFE)

Lo que está haciendo Pablo Casado no es nuevo en política, su problema es que no tiene autoridad en su organización para imponer ese rodillo. Todos los líderes políticos, cuando llegan a la cúpula del poder orgánico de sus organizaciones, atraviesan un largo trayecto en el que tienen que convertir a su nueva lealtad las familias que copan la estructura, todas ellas alineadas por una serie de intereses concretos. Esos caminos se despejan cuando el líder en cuestión gana unas elecciones generales, pero hasta entonces cada golpe de autoridad puede acabar volviéndose en su contra. Mucho más en el caso de Casado, que ya ha perdido dos elecciones generales frente a Pedro Sánchez, mientras que algunos de los presidentes regionales, como sucede con Díaz Ayuso, han crecido de forma espectacular, arrollando en las urnas.

Por eso, aunque la lógica de toda organización política replique estas batallas internas, a Pablo Casado le resultará imposible explicar que no respalda en Madrid la misma estructura de poder que ya existe en Galicia, en Murcia, en Castilla y León o en Andalucía, donde los presidentes autonómicos lo son, al mismo tiempo, del Partido Popular en esa comunidad. Pedro Sánchez cometió un enorme error político el día en que decidió bajar a la arena para combatir directamente con Isabel Díaz Ayuso. Solo le faltaba a Pablo Casado no aprender de los errores de sus adversarios, que siempre son más fiables que los compañeros de partido, como es sabido.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, revolucionó en las últimas elecciones autonómicas las definiciones que existían sobre la capital de España cuando le dijo a Alsina aquello de que es la ciudad “donde puedes cambiar de empresa o de pareja y no te la encuentras nunca más; esa libertad no se da en todas partes”. Por supuesto, se trata de una exageración propia del personaje y de las campañas electorales, además de un medidor imposible de la libertad, por la sencilla regla de tres de que, por esa lógica, Pekín, con 22 millones de habitantes, sería la ciudad más libre del mundo. Pero lo dijo y, como hay cosas que se dicen en esta vida que actúan como maleficios, que acabarán cayendo sobre nosotros, Isabel Díaz Ayuso va a comprobar ahora, en su propio partido, que lo que dijo no se sostiene: en Madrid también te puedes tropezar con un ex por la acera o, peor, en una reunión de trabajo, frente a frente, los dos, con la mirada fija en la cínica sonrisa que no consigue disimular las tormentas de rayos y truenos que estallan en la cabeza, como en un cómic de Mortadelo y Filemón.

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