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Andalucía, cloaca de Europa
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Javier Caraballo

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Andalucía, cloaca de Europa

¿En qué parte de la tan cacareada ‘Agenda 2030’ y de la ‘Estrategia para el Desarrollo Sostenible’ de este Gobierno del PSOE figura que España se convierta en vertedero de residuos tóxicos de Europa?

Foto: Llegada residuos de Montenegro al vertedero de Nerva provoca protesta alcalde y vecinos. (EFE/Julio Muñoz)
Llegada residuos de Montenegro al vertedero de Nerva provoca protesta alcalde y vecinos. (EFE/Julio Muñoz)

Un barco cargado de granalla y rocas remonta el río Guadalquivir y cuando atraca en el puerto de Sevilla surgen, al instante, varias paradojas estupefactas. El carguero que llega al corazón de Andalucía, después de bordear la mayor reserva natural de Europa, el parque de Doñana, resulta que viene desde el mar Adriático y ha cubierto esa ruta de más de 3.000 kilómetros para trasladar diez mil toneladas de residuos tóxicos que proceden de un astillero en Montenegro. No es el primero; empezaron a llegar en junio del año pasado y seguirán llegando más barcos hasta completar cien mil toneladas de esa basura toxica. ¿Es que no había vertederos más cercanos para guardarla, cómo es posible que se atraviese toda Europa, con los peligros potenciales que ello conlleva, para traerlos hasta Andalucía?

Y, además, ¿por qué en Andalucía? La perplejidad sigue en aumento cuando, a continuación, averiguamos que no se trata de ninguna operación privada, mucho menos clandestina, sino que el traslado de todos esos desechos cuentan con todos los parabienes del Gobierno de la nación, del pomposo Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, cuya titular, Teresa Ribera, tiene rango de vicepresidenta. ¿En qué parte de la tan cacareada ‘Agenda 2030’ y de la ‘Estrategia para el Desarrollo Sostenible’ de este Gobierno del PSOE, de Podemos y de Izquierda Unida figura que España se convierta en vertedero de residuos tóxicos de Europa? ¿Cómo se ha podido autorizar una operación así?

Foto: Residuos en Nerva. (Ecologistas en Acción)

Cuando el carguero de los Balcanes sale del puerto de Sevilla, pone dirección a Huelva y llega hasta Nerva, un pequeño pueblo de la antigua comarca minera de la provincia onubense, y deja allí los miles de toneladas que transporta, en una especie de explanada de aspecto inquietante, entre humos, colores grisáceos y pálidos, a poca distancia de las primeras casas de la localidad, apenas setecientos metros. Los ecologistas aseguran que, con la normativa vigente en España, tan cerca de un núcleo urbano no se podría autorizar ni una granja de pollos y, sin embargo, ahí está ese vertedero con los residuos tóxicos que durarán décadas enterrados. ¿Alguien da más? Pues recapitulemos.

Ese pequeño pueblo de Huelva, Nerva, forma parte, como se decía antes, de la rica comarca minera, la de Minas de Riotinto, que ha vivido en la historia varios momentos de esplendor. Fenicios y romanos, y antes Tartessos, ya se asentaban en la zona o llegaban hasta la costa española atraídos por la riqueza de esas minas en Huelva, el cobre, la plata, el oro... Una compañía inglesa, Rio Tinto Company Limited, adquirió la propiedad a finales del siglo XIX -por eso el Recreativo de Huelva es el decano del fútbol español- y ese fue quizá el momento de más prosperidad de la cuenca.

A falta de completar las cien mil toneladas contaminantes de Montenegro, el vertedero está ya colmatado, a punto del colapso

Pero hace muchos años que todo aquello no es más que un reflejo nostálgico en las excursiones turísticas que organiza una Fundación con la idea de explotar esa beta, la turística, con recorridos por aquellos paisajes impactantes, algunos lunáticos, como las tierras rojizas en las que se puede recrear un viaje a Marte, como dice la publicidad. “¡Ya es posible llegar en tren a Marte! El Parque Minero ha creado una nueva experiencia que permite a los visitantes recorrer los lugares en los que la NASA, la Agencia Espacial Europea y otras instituciones llevan años realizando investigaciones y pruebas relacionadas con la exploración de Marte y otras misiones espaciales”.

Foto: El puerto de Sevilla, donde se descargarán los residuos.

Pero el turismo, ese tipo de turismo, no cubre, obviamente, las expectativas, ni puede contemplarse como alternativa económica de la zona. Además, se trata de una iniciativa relativamente reciente, después de varias décadas de intentos baldíos por revitalizar la zona. Esa búsqueda de planes de futuro, de un sustento económico, es lo que explica que en la década de los noventa se convenciera a la mayoría de la población para que aceptara la instalación en sus afueras de un vertedero de residuos industriales. Los grupos políticos municipales, encabezados por el PSOE, y la Junta de Andalucía, gobernada también por los socialistas, lo respaldaron por unanimidad y sólo algunos vecinos se mostraron contrarios. La promesa entonces era doble: que solo atendería residuos de las provincias occidentales de Andalucía, Huelva, Cádiz y Sevilla, y que supondría una importante ayuda para el pueblo, pero no era verdad.

Ni una cosa ni la otra. Los grupos ecologistas aseguran que el vertedero da menos empleos en la zona que uno de esos centros comerciales de las afueras de las ciudades. Además, nada de residuos de algunas provincias andaluzas porque en todos estos años ha estado llegando basura industrial de varios países de Europa, como Francia, Italia o Portugal. Tantos residuos que, a falta de completar las cien mil toneladas contaminantes de Montenegro, el vertedero está ya colmatado, a punto del colapso.

Tan colmatado como el debate político, que ya no admite más contradicciones. Las principales, las del Gobierno de la nación, porque no es posible entender que haya autorizado el traslado de esos residuos tóxicos y, de forma paralela, mantenga un discurso de defensa del medio ambiente y la sostenibilidad. Todo es tan cutre, además, que lo que se sospecha es que la empresa de los Balcanes ha acabado eligiendo el vertedero de Nerva para trasladar esa basura tóxica porque es era la oferta más barata que ha encontrado, tanto que le compensa llevar la carga hasta el otro rincón de Europa en vez de a los vertederos de otros países más cercanos.

En los astilleros de Montenegro que están desmantelando quieren construir un puerto deportivo de gran lujo

En los astilleros de Montenegro que están desmantelando quieren construir un puerto deportivo de gran lujo y la basura la envían a España… Como si la polémica no fuera con ellos, como parte del Gobierno de España, ha habido diputados de Unidas Podemos que han exigido explicaciones y una investigación porque “no podemos aceptar ni permitir que Nerva se convierta en un sumidero de residuos peligrosos”. Igual que ha ocurrido con el PSOE en el Parlamento andaluz, cuando recrimina al Partido Popular, que ahora gobierna en la comunidad, que no apruebe un plan para cerrar el vertedero que ellos impulsaron y autorizaron. En Andalucía ya existe el único vertedero de residuos nucleares que hay en España, el de El Cabril que, como se ha denunciado aquí en otras ocasiones, lo construyó clandestinamente el régimen franquista, utilizando, precisamente, una mina abandonada. Luego, en democracia, se consolidó la instalación y nunca se desmanteló.

Sólo faltaba que, encima, se hayan construido otros vertederos como este de Nerva que, como dicen los ecologistas, acaba convertido en “cloaca de Europa”. Que es la misma expresión que podría, en consecuencia, aplicársele a Andalucía, que es la segunda región más industrializada de España, por detrás de Cataluña, casi al mismo nivel que Valencia, pero la que soporta más carga de residuos tóxicos, como si la hubieran condenado a jugar el papel de vertedero nacional.

Un barco cargado de granalla y rocas remonta el río Guadalquivir y cuando atraca en el puerto de Sevilla surgen, al instante, varias paradojas estupefactas. El carguero que llega al corazón de Andalucía, después de bordear la mayor reserva natural de Europa, el parque de Doñana, resulta que viene desde el mar Adriático y ha cubierto esa ruta de más de 3.000 kilómetros para trasladar diez mil toneladas de residuos tóxicos que proceden de un astillero en Montenegro. No es el primero; empezaron a llegar en junio del año pasado y seguirán llegando más barcos hasta completar cien mil toneladas de esa basura toxica. ¿Es que no había vertederos más cercanos para guardarla, cómo es posible que se atraviese toda Europa, con los peligros potenciales que ello conlleva, para traerlos hasta Andalucía?

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