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El enigma de Albert Rivera
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Javier Caraballo

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El enigma de Albert Rivera

¿Cómo se pasa de encabezar las encuestas de valoración para presidir el Gobierno de España a arruinar electoralmente a tu partido y a largarte del trabajo, en dos años, con graves acusaciones de vagancia?

Foto: Albert Rivera. (EFE/Zipi)
Albert Rivera. (EFE/Zipi)
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El último mensaje que difundió Albert Rivera en sus redes sociales antes de conocerse el portazo estruendoso de esta semana fue sobre Rafael Nadal. Como tantos otros millones de españoles, amantes o no del tenis, a Rivera le emocionaba sobre todo la capacidad de lucha, la entrega, la modestia y el trabajo inmenso de Rafael Nadal y, por eso, eligió una reflexión de su tío, Toni Nadal, para celebrar su victoria: “Sería bueno que nos preguntáramos si con el modelo actual estamos formando correctamente a nuestros jóvenes. ¿Por qué actúa así Rafa? Sencillamente, porque aceptó la exigencia”.

Es posible que ese mismo día, cuando Rivera resaltó ese mensaje, ya hubiera roto con el despacho de abogados en el que trabajaba, o que estos hubieran tomado la decisión de expulsarlo por falta de rendimiento. Es decir, lo contrario de lo que el exlíder de Ciudadanos proclama como valores fundamentales de una sociedad, el esfuerzo y la exigencia. Con lo cual, a la vista de esa disparidad intelectual, de esa contradicción latente, tras el impacto de la noticia que esta semana hemos conocido por El Confidencial, conviene preguntarse quién es Albert Rivera. Porque ese enigma es, precisamente, lo que ha convertido en extraordinaria la difusión de esa noticia, de la que todo el mundo habla. ¿Quién es? ¿Cómo se pasa de encabezar las encuestas de valoración para presidir el Gobierno de España a arruinar electoralmente a tu partido a largarte del trabajo, en dos años, con graves acusaciones de vagancia?

Foto: Albert Rivera, expresidente de Ciudadanos y de Martínez-Echevarría. (EFE/Chema Moya)

Antes de decir nada más, en todo caso, conviene alejar de cualquier análisis dos aspectos que se nos escapan a todos, que no podemos ni debemos valorar. El primero, que es fundamental, es el que pueda estar relacionado con la vida privada. Ya fueron polémicas en una campaña las mofas que se hacían sobre sus costumbres, desde Malú a la cocaína, pero todo aquello era tan vomitivo que conviene alejarse. Pretendían, sencillamente, desacreditar al líder de Ciudadanos, ridiculizarlo, pero esa práctica, tan habitual, tan miserable, es mejor dejársela a los miserables que la fomentan. Sobre todo esto, lo único que se puede añadir es lo que ya contestó el propio Albert Rivera cuando se lo preguntaron en Onda Cero: "Jamás he probado la cocaína y de hecho he denunciado a gente por decirlo. Hay gentuza que cuando no tiene ideas, difama".

El segundo aspecto es el que tiene que ver con el porqué de su salida abrupta del trabajo. ¿Quién tiene razón y quién miente? Con las versiones que conocemos, absolutamente contrapuestas, no podemos determinarlo. El primero en disparar, eso sí, fue Albert Rivera, según la secuencia publicada en El Confidencial. El lunes pasado a primera hora envió, junto con su colega José Manuel Villegas, un correo electrónico al consejero delegado de Martínez-Echevarría comunicando su decisión de resolver sus contratos por incumplimiento del bufete. Según dicen, ni cumplieron su palabra en cuanto a los cargos y funciones ni cumplieron con el dinero que tenían que percibir, tanto en metálico como en acciones de la sociedad.

Foto: Rivera e Igea en la campaña de 2019. (EFE)

Habrá que suponer que Albert Rivera tendrá algún respaldo documental, algo por escrito en su día, para demostrar ese compromiso incumplido. Porque la empresa mantiene lo contrario, y lo ha expresado con tanta dureza que, en el litigio que vendrá, el expresidente de Ciudadanos también se plantea reclamar “daños morales”. Esto es lo que dice la empresa: “inactividad”, “falta de implicación”, “desinterés”, “desconocimiento”… Lo peor es que, además de pintarlo como un mal profesional, lo retrata como una mala persona, un ser vanidoso y engreído, pagado de sí mismo: "No estamos habituados en nuestra profesión a discursos vacíos, a unas exigencias de protagonismo tan acusadas; ni a unas formalidades de ensalzamiento personal que son inexistentes entre compañeros de profesión y, mucho más, entre compañeros de un mismo despacho".

Pero alejémonos de ese fuego cruzado en el que, al margen del conflicto en sí mismo, podemos considerar que aquí no hay ningún inocente sorprendido. Por lo que entrañan las ‘puertas giratorias’ que van de la política a las empresas privadas y a las multinacionales. El bufete Martínez-Echevarría admite ahora en sus notas que, al ficharlo, “sabíamos de su completa inexperiencia en nuestro sector”, pero aun así le ofrecieron un cargo de presidente ejecutivo. Y, además, contrataron a su mano derecha en el partido, Villegas. En el pecado de fichar a alguien por sus influencias políticas va la penitencia de que el nombramiento salga rana. Que es lo mismo que se le puede reprochar, en sentido contrario, a Albert Rivera, por aceptar un puesto de esa naturaleza, en uno de los despachos de abogados más importantes de Europa, al que llegó, como simple abogado en prácticas, con la misma pinta con la que se dio a conocer en la política: completamente desnudo y las manos atravesadas sobre el pubis.

Foto: Albert Rivera. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Sí llegó a creerse que su paso por la política lo había convertido en un gran especialista en derecho, incluso para exigir un mayor rango en el bufete, es que su desnorte no tiene parangón. Hay quien sostiene, sin embargo, como su leal portavoz de la etapa política, Juan Carlos Girauta, que Albert Rivera es un gran líder y que el problema que existe es que han ido a por él, por lo que representaba; una conspiración de poderes fácticos económicos, políticos y mediáticos. Lo dijo en una entrevista en 'El Independiente': “No hay una sola persona [como responsable]. Hay un 'establishment' al que no le interesaba que hubiese un líder completamente libre que no se somete a presiones y que no hay manera de que lo compres”.

Antes de todo este escándalo, cuando ya estaba en el bufete, Albert Rivera también publicó un libro, ‘ Un ciudadano libre’, y es curioso repasar algunas críticas porque contienen algo muy parecido a lo que dicen en el bufete sobre su ridículo engolamiento. El crítico literario y cinematográfico José Ignacio Wert, hijo del exministro, fue demoledor cuando leyó el libro. En su crítica incluye algunas demostraciones de la insustancialidad del personaje, además de frases concretas que, como dice, no las escribe en una redacción ni un chaval de la ESO, y, sin embargo, Rivera las incluye como epílogo revelador, como una gran confesión: “Puedo decir que el tiempo que me he dedicado a la política me ha dado la oportunidad de crecer como persona porque he tratado a grandes personas”.

Entre lo que opina el despacho y lo que afirma este crítico, lo extraordinario y demoledor para Albert Rivera es la coincidencia del concepto

Todo en ese libro del expresidente de Ciudadanos, según Wert, es superficial, nada que pueda asemejarse a un ensayo sobre política de un líder que pudo ser presidente de España. Admiraciones adolescentes de líderes mundiales, como Obama o Macron, como quien tiene el póster de Michael Jordan en la habitación. En definitiva, la nada con sifón. El crítico resume en una frase el problema de Rivera: “Un ensayo, por pocas pretensiones que tenga, no es una respuesta en una entrevista de Pablo Motos. El expresidente de Ciudadanos sigue expresándose como si continuara en ella. Está envarado. Plantea temas interesantes que se quedan en meros apuntes”. Mi compañera Ángeles Caballero, que fue a la presentación del libro, sacó una impresión similar y tituló su crónica: “Rivera, un ciudadano libre (de autocrítica)”. Y añadía: “Pero, Albert, ¿para esto hemos venido a Cibeles, con la que está cayendo en Madrid?”.

Entre lo que opina el despacho y lo que afirma este crítico, lo extraordinario y demoledor para Albert Rivera es la coincidencia del concepto. En fin, que, con el estallido de esta polémica, todas las opciones están abiertas, desde las teorías conspirativas que volverán a surgir contra los poderes fácticos que lo alejaron de la política hasta el cruel retrato de este hombre como una especie de ‘juguete roto’ de la política española, que se creyó un supermán sin despegar de la acera. Así que el enigma continúa.

El último mensaje que difundió Albert Rivera en sus redes sociales antes de conocerse el portazo estruendoso de esta semana fue sobre Rafael Nadal. Como tantos otros millones de españoles, amantes o no del tenis, a Rivera le emocionaba sobre todo la capacidad de lucha, la entrega, la modestia y el trabajo inmenso de Rafael Nadal y, por eso, eligió una reflexión de su tío, Toni Nadal, para celebrar su victoria: “Sería bueno que nos preguntáramos si con el modelo actual estamos formando correctamente a nuestros jóvenes. ¿Por qué actúa así Rafa? Sencillamente, porque aceptó la exigencia”.

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