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Rubiales, un 'pegasus' ilegal y cínico
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Rubiales, un 'pegasus' ilegal y cínico

¿Quién iba a decir en ese momento, cuando Rubiales se daba golpes de pecho por su intimidad violada, que era él el que espiaba a todos aquellos que se interponían en su camino?

Foto: Luis Rubiales. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Luis Rubiales. (EFE/Rodrigo Jiménez)
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“Este país es un puto desastre”. Eso es lo único en lo que se puede estar de acuerdo con el todavía presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, cuando lo menciona en la conversación telefónica que mantiene con Irene Lozano, la anterior secretaria de Estado para el Deporte. “Este país es un puto desastre”, sí, y solo cabe añadir que es así por culpa de gente como él, carente de escrúpulos y de miramientos con tal de mantenerse en el cargo y, según vamos sabiendo, también por engordar groseramente su cuenta corriente. “Este país es un puto desastre”, pues claro; un puto desastre por culpa de quienes lo consienten, de este Gobierno de Pedro Sánchez, que llega ya al colmo del bochorno cuando se conoce que hasta un tipo como Luis Rubiales ha estado grabándoles conversaciones telefónicas y ni siquiera entonces es capaz de reaccionar.

Hasta la propia Irene Lozano admitió ayer la catadura moral del personaje cuando, al desvelarse la grabación, dijo al diario 'El País' que ella lo sospechaba desde que llegó al cargo: “Enseguida vi cómo las gastan en el sector del fútbol y particularmente algunos. Siempre tuve las sospechas de que me habían grabado o espiado”. Lo publicado por El Confidencial es la confirmación de sus sospechas y lo alarmante es la pasividad del Ejecutivo de Pedro Sánchez, que ni siquiera en estas es capaz de reaccionar. El espionaje de Pegasus lo ha dejado tan desnortado, tan noqueado, que todo es un traspiés. Se plegó ante los independentistas catalanes, traicionó a quienes habían actuado legalmente en el CNI y miró para otro lado cuando se sospechó que Marruecos pudo ser quien estuvo espiándolos a él y a varios de sus ministros. Ahora, con este Rubiales, que en sí mismo es un ‘pegasus’ ilegal y cínico, ni siquiera parece reaccionar. Pero si no lo hace, por la catadura y el nivel del personaje; si ni siquiera ante Rubiales es capaz este Gobierno de imponer la dignidad institucional que se merece, es posible que no pueda explicárselo ni a los más fieles de su partido.

Foto: Ilustración: Laura Martín.
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Cuando se habla de la catadura moral del todavía presidente de la Real Federación Española de Fútbol, conviene recordar cómo empezó todo, hace un mes, cuando El Confidencial dio a conocer los detalles de la relación extraprofesional entre Luis Rubiales y el futbolista Gerad Piqué, en su faceta fulgurante como empresario, dueño de la próspera Kosmos Global Holding SL. Los dos mantenían conversaciones con asiduidad para, entre bastidores, cerrar el traslado de la Supercopa de España a Arabia Saudí. Geri y Rubi, como se llamaban con indudable familiaridad, hablaban del importe de la comisión a los saudíes porque ambos, de forma directa o indirecta, se iban a beneficiar del pelotazo que estaban tramando. De aquellas conversaciones, se recordará el lenguaje, tan propio de la corrupción política, esa jerga de mangantes, que diría el otro, pero lo trascendente fue su respuesta, su justificación a lo que habíamos conocido.

Lo primero fue el desahogo, el desparpajo con el que hablan de dinero: “Os quedáis con seis kilos y apretamos a Arabia Saudí, que a lo mejor le sacamos un palo o dos palos más”. Lo segundo fue la rueda de prensa que ofreció Rubiales para desacreditar a este periódico y, además, presentarse como víctima de una conspiración criminal. Dijo el tipo, como apenado por lo que le habían hecho unos meses antes, que fue la supuesta sustracción de su teléfono móvil, en el que se contenían sus conversaciones con Piqué. “Quiero ser una persona normal que pasea por la calle, me cocino, que voy a comprar, pero si hay alguien que es tan mafioso como para robar la información y filtrarla... Me han robado lo más íntimo que puedes tener. Me duele por mis hijas. Es una cuestión más de sentimientos. Me emociono al hablar de ellas (…) No puedo garantizar que mañana no me vayan a meter un saco de cocaína en el maletero. Esto es una mafia”.

Foto: El presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales. (EFE/Rodrigo Jiménez) Opinión
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¿Quién iba a decir en ese momento, cuando Rubiales se daba golpes de pecho por su intimidad violada, que era él el que espiaba a todos aquellos que se interponían en su camino? El sistema de grabación que utilizaba nos desvela, además, algo sustancial, la premeditación y alevosía con que actuaba contra sus víctimas. Según lo publicado, usaba la cámara de vídeo de otro móvil, para que constase el nombre que aparece en su pantalla, además de la conversación mantenida, y un bolígrafo con un sistema de grabación incorporado, que se camufla en el bolsillo de la chaqueta o se coloca sobre la propia mesa. Es decir, que cuando Luis Rubiales, en su defensa de hace un mes, denunciaba la existencia de comportamientos mafiosos, sabía muy bien de lo que estaba hablando.

En la huida hacia adelante en la que se encuentra, la excusa que utiliza ahora Luis Rubiales para intentar defenderse es que se trata de alguno de sus colaboradores, a los que culpa sin más. La escueta nota informativa que ayer hizo pública la Federación se limita a decir al respecto que ha abierto una investigación para identificar “qué colaboradores internos y personas externas hayan podido filtrar a este medio de comunicación con el objetivo de atribuir falsamente determinados comportamientos al presidente y construir una campaña de acoso y desprestigio contra Luis Rubiales”. En fin…

Foto: Aficionados del Deportivo de La Coruña lamentan la derrota de su equipo. (EFE/Cabalar)

Ya se dijo aquí hace un mes que el comportamiento conocido, por su trato con Piqué, los acreditaba como dos granujas de libro. Ya veremos si, con lo que hemos conocido ahora de sus espionajes, los tribunales de Justicia no acaban incluyendo algún término más. Por ahora, nos detenemos ahí, solo con una coda final, por lo que se decía antes de su intimidad vulnerada y el daño a su familia. Por mucha invocación lastimera que haga Luis Rubiales al mencionar a sus hijas, que sin duda alguna estarán sufriendo por su padre, es importante matizar que solo conocemos de la existencia de esas jóvenes, y de la universidad en la que estudian, por sus propios comentarios, que, por cierto, nadie le ha pedido, porque jamás ha trascendido ni un solo detalle de su vida privada o familiar, sino todo lo relacionado con sus tramas como presidente de la Federación de Fútbol. Con lo cual, conviene centrarse en su comportamiento y solicitarle, por respeto a su propia familia, que no las incluya más como excusa en este escándalo que, necesariamente, debe costarle el cargo.

“Este país es un puto desastre”. Eso es lo único en lo que se puede estar de acuerdo con el todavía presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, cuando lo menciona en la conversación telefónica que mantiene con Irene Lozano, la anterior secretaria de Estado para el Deporte. “Este país es un puto desastre”, sí, y solo cabe añadir que es así por culpa de gente como él, carente de escrúpulos y de miramientos con tal de mantenerse en el cargo y, según vamos sabiendo, también por engordar groseramente su cuenta corriente. “Este país es un puto desastre”, pues claro; un puto desastre por culpa de quienes lo consienten, de este Gobierno de Pedro Sánchez, que llega ya al colmo del bochorno cuando se conoce que hasta un tipo como Luis Rubiales ha estado grabándoles conversaciones telefónicas y ni siquiera entonces es capaz de reaccionar.

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