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La huelga política de Canal Sur
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Javier Caraballo

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La huelga política de Canal Sur

Las protestas debieron comenzar en los tiempos de vacas gordas cuando la televisión pública andaluza se convirtió en el maná que hizo ricos a unos pocos, siempre bien relacionados y allegados al PSOE hegemónico

Foto: Canal Sur cortó la emisión en la huelga convocada en diciembre de 2020. (EFE/Julio Muñoz)
Canal Sur cortó la emisión en la huelga convocada en diciembre de 2020. (EFE/Julio Muñoz)
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Los sindicatos de Canal Sur también cierran hoy la campaña electoral andaluza con un pronunciamiento político claro, una huelga, la tercera que le convocan a los nuevos directivos de la RTVA, que no llevan todavía ni tres años en el cargo. En tres años han convocado más huelgas contra la dirección de la RTVA que en los treinta años anteriores, lo cual ya nos ofrece una idea precisa del sesgo político que tienen estas protestas por muy justificadas que puedan estar las reivindicaciones, aunque no es el caso de esta huelga, como veremos luego. Sencillamente, no se trata de eso porque lo que es insostenible es el interés real de esos sindicatos por el deterioro de Canal Sur. Si de verdad estuvieran preocupados por la calidad de los servicios que ofrece Canal Sur, tanto en la radio como en la televisión, se habrían comenzado a movilizar hace muchos años, no hacía falta esperar a que llegase un Gobierno del Partido Popular para comenzar con las protestas. Las huelgas debieron comenzar incluso en los tiempos de vacas gordas cuando la televisión pública andaluza se convirtió en el maná que hizo ricos a unos pocos, siempre bien relacionados y allegados al PSOE hegemónico, mientras que se descuidaba la constante modernización de un medio de comunicación como este. Que hay muchas formas de hundir a una cadena pública, sin llamarse Macarena Olona.

Foto: Los seis candidatos en el debate del Canal Sur. (EC)

Si no protestaron antes, también tendremos que verlos como responsables directos del desgaste enorme que padece esa casa en casi todos los sectores, el tecnológico, el humano y el instrumental, las infraestructuras propiamente dichas. En lo primero, el retraso en la incorporación de medios técnicos avanzados es evidente con sólo pasear por las instalaciones y, en lo segundo, nadie discute que la plantilla está envejecida (supera los 55 años de media) porque jamás se ha hecho nada para evitarlo con planes de mejora y renovación. Lo último, los medios materiales, es un despropósito incomprensible, sólo a la altura de alguno de los grandes disparates que se han cometido en esta autonomía. Una televisión y radio repartida en tres sedes distintas, inoperantes y costosas, además de mal conservadas y, en algunos casos, con apariencia de abandono. ¿Hay motivos, por tanto, para que los trabajadores de Canal Sur estén preocupados e indignados? Sin duda alguna, pero que empiecen por mirar a sus sindicatos que en todos estos años sólo se han preocupados de mantener el statu quo existente y poco, o muy poco, por el futuro de la cadena. Que hay muchas formas de hundir a una cadena pública, sin llamarse Macarena Olona.

placeholder Trabajadores de la RTVA y empleados del INFOCA, entre otros colectivos se manifestaron este lunes a las puertas de Canal Sur antes del último debate electoral. (EFE/Raúl Caro)
Trabajadores de la RTVA y empleados del INFOCA, entre otros colectivos se manifestaron este lunes a las puertas de Canal Sur antes del último debate electoral. (EFE/Raúl Caro)

Las tres huelgas que se han convocado en estos tres últimos años contra la dirección de Canal Sur comenzaron cuando los nuevos directivos nombrados por el Partido Popular y Ciudadanos llevaban poco más de un trimestre en el cargo. Ahí es nada; en febrero de 2020. El año siguiente, en diciembre de 2021, llevaron a cabo la protesta que más les gusta, la pantalla a negro que, como se ha dicho aquí otras veces, tiene un tufo totalitario que les delata, por lo que supone de control de la información, ahora sí, ahora no, con sólo apretar un botón. Como el teléfono rojo de los misiles nucleares. Aquel día, apagaron la emisión cuando iba a comenzar el sorteo de la Lotería de Navidad y, con interrupciones sucesivas, ‘consiguieron’ el apagón más prolongado de la historia de Canal Sur. Para este viernes de cierre de la campaña electoral andaluza, los sindicatos pretendían repetir la misma protesta, una pantalla en negro sin emisión, pero al final han alcanzado un acuerdo con la dirección de la empresa pública y, a pesar de la insistencia de UGT, la huelga ‘sólo’ se limitará a la desaparición de varios programas de la parrilla, a la realización de informativos reducidos, la reprogramación de espacios grabados y la emisión constante de un lema que recuerde la huelga. En la radio, igual, programas grabados y los informativos reducidos, acompañados de una cuña que se emitirá las 24 horas para recordar que Canal Sur está en huelga.

Foto: Sede de Radio Televisión Autonómica Andaluza.

¿Y cuáles son los motivos y reivindicaciones de la convocatoria? La dirección de la empresa pública suele decir que en este tiempo, pese al recorte de ingresos que han tenido que soportar, no sólo no se ha despedido a ningún trabajador, sino que la inversión en renovación tecnológica ha sido la mayor de los últimos diez años. Pero no es eso… La razón principal de la huelga es que se exige que 55 trabajadores se incorporen como fijos a la plantilla, algo que la RTVA ha reiterado en varias ocasiones que no puede cumplir porque la propia Intervención General de la Junta de Andalucía les ha advertido que, de hacerlo, incurrirían en fraude de ley y que, quien lo autorice, puede ser acusado de prevaricación. Este pronunciamiento no debe extrañarle a nadie porque, hace algo más de un año, la Cámara de Cuentas de Andalucía hizo público un informe demoledor sobre el chanchullo, los enchufes y las prebendas en la contratación de Canal Sur en el último año de Susana Díaz como presidenta de la Junta. Analizó, por ejemplo, 60 contratos por obras y servicios y encontró serias irregularidades en 58. O se puso a repasar los contratos firmados con algunas empresas y detectó que muchos de ellos se hacían sin que esas empresas acreditaran su solvencia técnica para desarrollar aquello a lo que se comprometían. La justificación única de los directivos de entonces para contratarlas es que eran “conocidas en el sector”. En esta huelga de hoy, los sindicatos convocantes y hasta el Consejo Profesional de Canal Sur Radio y Canal Sur TV, dicen apoyar plenamente las reivindicaciones porque “debe frenarse la degradación de servicio público que padecemos”. Lo que no dicen es desde cuándo se padece ese deterioro, ni explican cómo no hicieron nada tan contundente para frenarlo. No lo dicen y deberían explicarlo. Porque hay muchas formas de hundir a una cadena pública, sin llamarse Macarena Olona.

Los sindicatos de Canal Sur también cierran hoy la campaña electoral andaluza con un pronunciamiento político claro, una huelga, la tercera que le convocan a los nuevos directivos de la RTVA, que no llevan todavía ni tres años en el cargo. En tres años han convocado más huelgas contra la dirección de la RTVA que en los treinta años anteriores, lo cual ya nos ofrece una idea precisa del sesgo político que tienen estas protestas por muy justificadas que puedan estar las reivindicaciones, aunque no es el caso de esta huelga, como veremos luego. Sencillamente, no se trata de eso porque lo que es insostenible es el interés real de esos sindicatos por el deterioro de Canal Sur. Si de verdad estuvieran preocupados por la calidad de los servicios que ofrece Canal Sur, tanto en la radio como en la televisión, se habrían comenzado a movilizar hace muchos años, no hacía falta esperar a que llegase un Gobierno del Partido Popular para comenzar con las protestas. Las huelgas debieron comenzar incluso en los tiempos de vacas gordas cuando la televisión pública andaluza se convirtió en el maná que hizo ricos a unos pocos, siempre bien relacionados y allegados al PSOE hegemónico, mientras que se descuidaba la constante modernización de un medio de comunicación como este. Que hay muchas formas de hundir a una cadena pública, sin llamarse Macarena Olona.

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