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Las edades de Macarena Olona
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Javier Caraballo

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Las edades de Macarena Olona

Tantas son las vueltas que da la vida en política que nada puede asegurarse. Ora azote de ministros comunistas, ora mitinera implacable, ora candidata desnortada

Foto: Abascal y Olona durante un mitin celebrado en Lucena. (EFE/Rafa Alcaide)
Abascal y Olona durante un mitin celebrado en Lucena. (EFE/Rafa Alcaide)
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Macarena Olona dice que se queda en el Parlamento de Andalucía y lo único que no sabemos es por qué. En esto segundo, además, caben tantas interpretaciones que hasta podría considerarse, como se especula desde hace tiempo, que la lideresa andaluza de Vox atraviesa un mal momento en su relación con los responsables nacionales de su partido, que sería la peor noticia para la nueva ciudadana andaluza. Lo primero, lo de dedicarse de pleno a la política autonómica, es una afirmación que conviene conservar porque nada le ha salido como esperaba, ni a ella ni a su partido, en las elecciones andaluzas. Hay quien ha querido ver algo sospechoso en el hecho de que la todavía diputada nacional se mantenga en la nómina del Congreso de los Diputados hasta el mismo día en el que tome posesión como parlamentaria andaluza, pero en esa decisión no parece haber nada más que su deseo de no perder ni un céntimo del dinero público que cobra.

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No es una cantidad menor, además. Olona, por ser secretaria general y portavoz del grupo parlamentario de Vox, tiene uno de los sueldos más altos del Congreso, un total de 117.698,84 euros anuales. Si hubiera presentado su renuncia al escaño cuando anunció que se presentaría a las elecciones andaluzas, hubiera perdido dos meses de sueldo y esa es la razón por la que no lo ha hecho. Se podrá criticar, o no, según las interpretaciones, pero no parece estar relacionado con su indecisión a quedarse en el Parlamento de Andalucía y dedicarse a la política autonómica. Entre otras cosas, porque en Vox, como defensores que son de un estado centralista, sin delegación de competencias territoriales, las decisiones se toman en la sede central de Madrid y, al presentarse a las elecciones andaluzas, Macarena Olona dejó de pertenecer de facto a ese núcleo. Y es ahí, en ese punto, donde arrancan las mayores dudas sobre la verdadera naturaleza de la relación de Macarena Olona con el líder del partido ultraderechista, Santiago Abascal.

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Ya antes de que se confirmase su candidatura a la Junta de Andalucía, comenzó a especularse con las tensiones existentes entre Abascal y Olona por uno de los problemas más habituales de la política activa: la gestión de los egos. La coincidencia en un mismo espacio de dos personalidades tan bien pagadas de sí mismas, como sucede en tantos partidos, unido al espíritu de desconfianza que se desarrolla en política, es siempre una fuente inagotable de enfrentamientos. La llegada de Macarena Olona a Andalucía contenía, además, un elemento inexplicable que fue el que comenzó a desatar las sospechas: carecía de sentido que Vox desmantelase su grupo parlamentario en el Congreso para trasladar a Andalucía a su secretaria general que, en el mejor de los casos, sólo iba a poder desarrollar un papel vicario del PP andaluz, como mucho de vicepresidenta en minoría. Ni siquiera ha sido así y ahora, para redondear lo inexplicable, Vox prescinde de una de sus piezas centrales en Madrid para difuminarla en el anonimato de una portavocía en Andalucía, donde los diputados voxistas ni siquiera tendrán el protagonismo de la anterior legislatura. Tan inexplicable resulta esa decisión que, como se aventuró aquí —como mera conjetura, no más— quizá la ‘Operación Olona’ contenía una segunda parte, fundamental, como era la candidatura dentro de un año a la alcaldía de Granada, en la que Vox puede tener serias opciones de ganarlas con una gran apuesta. Y sería, además, su representación institucional más importante en España. ¿Será así? Ya está dicho que es una simple conjetura que solo busca encontrarle sentido a lo que parecía un absurdo. Ya veremos…

placeholder Olona, vestida de flamenca, saluda a Moreno en la Feria de Sevilla. (EFE)
Olona, vestida de flamenca, saluda a Moreno en la Feria de Sevilla. (EFE)

De todas formas, el problema fundamental de Macarena Olona es que, si son ciertas sus desavenencias con Santiago Abascal, la campaña andaluza no le ha ayudado en nada. Todo lo contrario, ha empeorado su potencial, su credibilidad y su consistencia como líder política. Olona sale de la campaña andaluza mucho peor de lo que entró, porque ella misma, o quienes la asesoraron, se han encargado de hundir sus expectativas con una campaña algo peor que absurda, ineficaz y contraproducente. Contraria a los intereses electorales de Vox, que es lo más grave que le puede ocurrir a un candidato en política: que en vez de sumarle a las siglas, le reste. En el caso de estas elecciones andaluzas, además, está muy claro y se puede ya demostrar con cifras. Con Olona de candidata, Vox ha perdido a uno de cada cinco votantes, que se ha ido al PP, y ha sido superado claramente por Juanma Moreno en la recuperación de votantes de derecha que se abstuvo en las últimas elecciones. El presidente andaluz, además de eso, ha absorbido completamente a Ciudadanos y ha atraído a mucho votante socialista, precisamente por la desastrosa campaña tanto del PSOE como de Vox que convirtieron al PP en el mejor voto útil. El partido de Santiago Abascal partía en las encuestas, sin contar con Olona como candidata, con una horquilla de escaños que, de forma reiterada, todos los sondeos estimaban entre 20 y 24 diputados. El 24 de mayo pasado fue el propio Abascal el que lo confirmó: aseguró contar “con datos” que le otorgaban a su formación política 26 escaños en el Parlamento andaluz, los mismos que obtuvo el PP en las elecciones de 2018. Tan seguro estaba que se permitió, incluso, recomendar a los dirigentes del PP “que asuman la realidad cuanto antes” y dejen de “fabular con la idea de formar un gobierno en solitario”.

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En las filtraciones que comienzan a deslizarse en distintas noticias se repite que el principal resquemor de la dirección de Vox con la campaña electoral de Macarena Olona es que ha desoído casi todas las recomendaciones que se le hicieron, tanto de discurso, como de imagen. La más cuestionada es la excesiva teatralización de su andalucismo, con traje de flamenca, abanico de pose piconera y capote de torero en el albero de la plaza. El exceso floral, aun cuando se busque un guiño de empatía, puede acabar de la peor manera, como una ridícula impostura. Tanto es así, que la campaña de Olona ha recordado en Granada, su provincia adoptiva, la fabulosa anécdota ocurrida cuarenta años antes, en las elecciones generales de 1982, en las que se presentó como ‘paracaidista’ de la Alianza Popular de Manuel Fraga un político madrileño, que había sido embajador, Guillermo Kirkpatrick Mendaro. El cronista granadino Andrés Cárdenas recuerda lo vivido con la estupefacción del momento. Cuando Kirkpatrick llegó a Granada, al Alhambra Palace, a presentarse ante la prensa, lo vieron bajarse del coche con un sombrero cordobés, unas botas de cuero de Ubrique o de Valverde del Camino y un puro en la mano. Hay quien recrea la escena hasta el detalle de un zapateado flamenco y una sonrisa. Lo mejor de todo es que cuando le preguntaron por la indumentaria, el buen hombre contestó: “Es que quiero pasar desapercibido”. Ya en la rueda de prensa, seguro de sí mismo, aseguró que el principal problema de Granada era la pesca. Olona, es evidente, no ha llegado a eso, pero le debemos el favor de habernos recordado aquella maravillosa anécdota. Pase lo que pase. "No puedo asegurar cuáles son los designios de Dios", dice la nueva líder andaluza de Vox sobre su futuro. Tiene razón, tantas son las vueltas que da la vida en política, como ha podido experimentar ella misma en estos meses, que nada puede asegurarse más que los cambios repentinos que influyen en la percepción pública, como si un mismo personaje se transmutase. Ora azote de ministros comunistas, ora mitinera implacable, ora candidata desnortada… Las edades de Macarena Olona, que se diría.

Macarena Olona dice que se queda en el Parlamento de Andalucía y lo único que no sabemos es por qué. En esto segundo, además, caben tantas interpretaciones que hasta podría considerarse, como se especula desde hace tiempo, que la lideresa andaluza de Vox atraviesa un mal momento en su relación con los responsables nacionales de su partido, que sería la peor noticia para la nueva ciudadana andaluza. Lo primero, lo de dedicarse de pleno a la política autonómica, es una afirmación que conviene conservar porque nada le ha salido como esperaba, ni a ella ni a su partido, en las elecciones andaluzas. Hay quien ha querido ver algo sospechoso en el hecho de que la todavía diputada nacional se mantenga en la nómina del Congreso de los Diputados hasta el mismo día en el que tome posesión como parlamentaria andaluza, pero en esa decisión no parece haber nada más que su deseo de no perder ni un céntimo del dinero público que cobra.

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