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Operación Cesta (sin Podemos)
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Javier Caraballo

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Operación Cesta (sin Podemos)

La imagen es Yolanda Díaz, el discurso es el de una izquierda pegada a los problemas de la calle y la estructura orgánica es la del PCE e Izquierda Unida

Foto: La ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz (d), y el ministro de Consumo, Alberto Garzón. (EFE/Sergio Pérez)
La ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz (d), y el ministro de Consumo, Alberto Garzón. (EFE/Sergio Pérez)
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En la cesta de productos básicos de la vicepresidenta segunda del Gobierno y del ministro de Consumo, también se han incluido algunos artículos intangibles, que son del máximo interés de Izquierda Unida y del Partido Comunista. También son productos básicos, de supervivencia en la política, para garantizar el futuro en las instituciones y para aprender del pasado, de las apreturas y los sinsabores del pasado. La cesta básica de Yolanda Díaz y Alberto Garzón puede contemplarse así con otro nombre, o con otra dimensión, la ‘operación Cesta’, que podría llamarse, en la que estos dos dirigentes aparecen ya con una presencia y un discurso político diferenciado de sus todavía socios de coalición y de gobierno, los discípulos del extinguido Pablo Iglesias.

La operación Cesta (sin Podemos) es la respuesta callada a un fracaso estruendoso. Izquierda Unida se sumó a la coalición morada cuando Podemos era la fuerza emergente del panorama electoral español y ahora, cuando ya solo le aporta inestabilidad y deslealtad interna, se desembaraza de esa alianza. La experiencia de lo vivido en Andalucía, en las últimas elecciones autonómicas celebradas el 19 de junio, es lo que marca el punto de no retorno, el Rubicón cruzado por Yolanda Díaz, con la certeza de que la suerte está echada; su ‘alea jacta est’ en el que ya no mirará hacia atrás. Con la denominación y la forma que finalmente adopten, porque eso es lo de menos para ellos en este momento, seguirá caminando acompañada de las fuerzas políticas de sus orígenes, el PCE e Izquierda Unida. La política es la imagen de un líder, un discurso político y una estructura orgánica. En ello están y en eso consiste esta operación que ha tomado forma de cesta de productos básicos, quizá la mejor metáfora para quien quiere volver a intentar la unidad de las izquierdas, al margen del PSOE, como hizo Julio Anguita.

Foto: Yolanda Díaz y Alberto Garzón.

Lo ocurrido en las elecciones de Andalucía fue tan traumático para Izquierda Unida y para el Partido Comunista que, todavía en la actualidad, pasados los meses, hay quien le sigue dando vueltas a la ‘trampa’ en que cayeron. Como es muy probable que los propios afectados sean conscientes de que un enfrentamiento público acabaría perjudicándoles también a ellos mismos, lo único que ha trascendido del profundo malestar de Izquierda Unida fue un informe político en el que se analizaban las causas de los pésimos resultados y, en ese contexto, se calificaba de “trágala” las maniobras de Podemos para zancadillear la coalición con la que finalmente se presentaron, que se llama Por Andalucía.

¿Y por qué un trágala? Pues por la sencilla razón de que, según dicen, fue Izquierda Unida la que, ante las amenazas de Podemos de romper la coalición, cedió puestos en las candidaturas con el catastrófico resultado de que, al final, solo le pertenece uno de los cinco diputados que consiguieron en la Cámara andaluza. Sin embargo, Podemos logró tres escaños en el Parlamento, y Más País, aunque es inexistente en Andalucía, consiguió lo mismo que Izquierda Unida. Desde que se celebraron las primeras elecciones andaluzas, en 1982, esta es la primera vez que en el Parlamento de Andalucía no hay ni un solo diputado del Partido Comunista y la única representante de Izquierda Unida es la persona que fue candidata, Inmaculada Nieto, la protegida de Yolanda Díaz y Alberto Garzón.

Foto: Inma Nieto e Irene Montero, en la campaña del 19-J en Málaga

La paradoja reveladora de esa desigual distribución de escaños es que es Izquierda Unida la que puso a disposición de esa coalición la mayoría de los recursos materiales, como la sólida red de militantes y sedes del PCE, para sacar adelante la campaña electoral. Basta con un solo dato: el día de las elecciones autonómicas, Izquierda Unida envió a los colegios electorales a casi 5.000 apoderados (4.726), mientras que Podemos solo dispuso de 644. ¿Cómo asumir que Podemos haya logrado el triple si la verdadera fuerza de la militancia en Andalucía está en Izquierda Unida? Cuando Podemos, con Pablo Iglesias al frente, al inicio de todo, era una fuerza política emergente, podía entenderse la cesión de infraestructura, pero en las circunstancias actuales, con el proyecto achicharrado y dividido, carece completamente de sentido.

Sucede, además, que un fiasco como el de Andalucía, con un solo escaño asegurado, se traduce en una quiebra sensible para las finanzas internas y anula la posibilidad de colocar en la institución a algunos cargos internos que se hayan quedado fuera. Para completarlo, se le puede añadir que, en este mismo periodo de pugnas en Andalucía, las ministras de Podemos, Ione Belarra e Irene Montero, se han desprendido de dos altos cargos de Izquierda Unida (un secretario de Estado, Enrique Santiago, también secretario general del PCE, y una jefa de gabinete, Amanda Meyer).

Foto: La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. (EFE/Rafa Alcaide)
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Cuando Yolanda Díaz asegura estos días, al preguntarle por sus planes electorales, que lo único que tiene claro es que no piensa hacer “una sopa de siglas, porque eso ya lo hemos conocido y no me interesa nada”, debe referirse, ciertamente, a la agria experiencia vivida en los últimos meses. Izquierda Unida y el Partido Comunista han hecho el panolis en Andalucía y no quieren volver a repetirlo. Por eso, esta operación de la cesta de la compra que constituye un acierto para ambos políticos porque, al margen de la incidencia o no en la economía real de las familias y de la repercusión en las empresas; al margen de todo eso, que no compete a este análisis, lo que parece innegable desde el punto de vista exclusivamente político, como queda dicho, es que la maniobra ha sido un acierto estratégico, y así lo demuestra el debate suscitado en España y el hecho de que haya multinacionales de supermercados sumándose a la propuesta. Operación Cesta (sin Podemos) en la que Yolanda Díaz y Alberto Garzón comparecen juntos y alineados, de la misma forma que podemos imaginarlos ya como pareja electoral en las próximas elecciones generales. La política, como se decía al principio, consiste en una imagen, un discurso y una estructura orgánica. La imagen es Yolanda Díaz, el discurso es el de una izquierda pegada a los problemas de la calle y la estructura orgánica es la del PCE e Izquierda Unida.

En la cesta de productos básicos de la vicepresidenta segunda del Gobierno y del ministro de Consumo, también se han incluido algunos artículos intangibles, que son del máximo interés de Izquierda Unida y del Partido Comunista. También son productos básicos, de supervivencia en la política, para garantizar el futuro en las instituciones y para aprender del pasado, de las apreturas y los sinsabores del pasado. La cesta básica de Yolanda Díaz y Alberto Garzón puede contemplarse así con otro nombre, o con otra dimensión, la ‘operación Cesta’, que podría llamarse, en la que estos dos dirigentes aparecen ya con una presencia y un discurso político diferenciado de sus todavía socios de coalición y de gobierno, los discípulos del extinguido Pablo Iglesias.

Yolanda Díaz Alberto Garzón Izquierda Unida
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