Es noticia
El tufo antiandaluz de los debates andaluces
  1. España
  2. Matacán
Javier Caraballo

Matacán

Por

El tufo antiandaluz de los debates andaluces

En la polvareda, enorme y ruidosa, levantada por el anuncio del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, de aprobar una reforma fiscal, ha pasado inadvertida una decisión insólita del Gobierno de Pedro Sánchez

Foto: El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, tras la firma del decreto ley de bajada de impuestos. (EFE/José Manuel Vidal)
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, tras la firma del decreto ley de bajada de impuestos. (EFE/José Manuel Vidal)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Existe un sabor agrio, algo repelente, en muchos de los debates andaluces que se plantean en España. Es un tufo antiandaluz, quizá imperceptible para quien no sea de esta tierra, pero tan evidente como constatable. A menudo, incluso, es como una inercia, no una reacción premeditada; más bien un movimiento inconsciente, mecánico. No siempre es desprecio, muchas veces se limita al menosprecio; no tiene por qué ser humillante, basta con que sea paternalista o prepotente. Aunque siempre los hay toscos, grotescos, como el periódico nacional que esta semana ilustraba la noticia de la rebaja fiscal con una foto del presidente de Andalucía abrazado a un señor con sombrero de ala ancha en una romería andaluza. Indescriptible… La cuestión, en suma, es que muchos de esos debates andaluces acaban siempre contaminados por esa trama de complejos y tópicos nacionales.

En la polvareda, enorme y ruidosa, levantada por el anuncio del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, de aprobar una reforma fiscal, ha pasado inadvertida una decisión insólita del Gobierno de Pedro Sánchez contra la capital de Andalucía, de forma que mientras hablaba de pobres y ricos, ha aprovechado para birlar de un gran proyecto de infraestructura unos cientos de millones de euros, pero eso ya lo vemos al final. Avancemos tal y como ha sucedido, en el orden cronológico adecuado que, al cabo, nos desvelará qué se oculta tras tanta demagogia inflamada.

Foto: Juanma Moreno, en una conferencia en Madrid. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

El eje fundamental del discurso antiandaluz en el anuncio de la rebaja fiscal se sostiene sobre la afirmación de que la idea de que Andalucía pretenda competir con Madrid, o con Cataluña, es una insensatez por las diferencias existentes entre esas tres comunidades. Luego, sobre esa afirmación, se añade que hacerlo desacredita las reclamaciones de financiación futuras que pueda exigir Andalucía. Como ha dicho el presidente Pedro Sánchez, usando como metáfora las dos manos que nos sugiere sutilmente la imagen del egipcio, que recibe por todos lados: "Con una mano bajan impuestos y con la otra piden recursos a Europa y a la Administración General del Estado". Los andaluces, esos insensatos y aprovechados. Pues bien, vamos a verlo con más detenimiento.

Que Andalucía es una de las regiones más pobres de Europa, pese a ser la tercera economía de España en PIB, es una evidencia estadística incuestionable y, por tanto, está lejos de la realidad socioeconómica de Cataluña y, sobre todo, de Madrid. A las razones históricas de planificación del Estado en los últimos 150 años, que han primado el desarrollo de algunas regiones españolas en detrimento de otras, se ha unido en las últimas décadas un fenómeno de 'metropolización', como se reseñaba aquí hace unos días, que ha agravado las diferencias existentes. Se concentran las inversiones en Madrid, sobre todo, y se genera una inercia centrípeta que atrae población y talento hacia la capital del país.

Sentado eso, lo que no se le puede negar a una región como la andaluza, ni a ninguna otra, es la legítima aspiración de prosperar y situarse al nivel de las regiones europeas más prósperas. Pongamos un ejemplo que puede servir, de la misma Andalucía: Málaga. Nadie niega en la actualidad que Málaga es una ciudad emergente y atractiva para muchos inversores, algo que hace tres décadas ni siquiera se planteaba. "Barcelona es una ciudad brillante que ahora se siente acomplejada porque la comparan siempre con Madrid y algunos, yo creo que para pinchar, hasta dicen que la tienen que comparar con Málaga", como decía aquí uno de los exconsejeros de Puigdemont, Santi Vila. Para pinchar, como si fuera una broma de mal gusto.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (d), y el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE/Mariscal) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Juanma Moreno y el paraíso madrileño
Javier Caraballo

En fin... ¿Qué ha ocurrido en Málaga que no haya pasado en Andalucía en los últimos treinta o cuarenta años? La gestión política, fundamentalmente. El PSOE, en las dos primeras décadas de gobierno en Andalucía, supo acometer la transformación que se necesitaba para sacar a Andalucía del subdesarrollo ('Andalucía, ¿tercer mundo?', como el ensayo de Antonio Burgos en aquellos años), pero a partir de entonces se dedicó a la propaganda y al clientelismo político. En Málaga, por el contrario, la acción política ha modernizado la ciudad, ha apostado por la innovación y la cultura, y, sobre todo, ha conservado el poder financiero de Unicaja. En el resto de Andalucía, en ese tiempo, la red de cajas de ahorro existente ha desaparecido, arrastrada por la crisis financiera de 2007, tras una pésima gestión de años y años por parte de los dirigentes socialistas del Gobierno andaluz.

Si contemplamos los 110 millones que supone dejar de cobrar el Impuesto del Patrimonio como el importe de una campaña de publicidad para promocionar Andalucía, repararemos en que se trata de una cifra ridícula en comparación con la ingente cantidad de dinero y de recursos desperdiciados por la Junta de Andalucía durante los quince años que estuvo difundiendo la 'Segunda Modernización'. No hace falta siquiera recurrir al fraude de los ERE; la 'Segunda Modernización' de Chaves con la que Andalucía iba a ser tan próspera que tendría "miles de Picassos y Garcías Lorca", como dijo Zapatero en un mitin andaluz cuando acababa de llegar a la Moncloa, en el año 2004. Al cabo de cuatro décadas de hegemonía socialista, llega a la Junta de Andalucía un nuevo partido político, el PP, y lo esperable es que intente fórmulas nuevas de gestión.

Foto: Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso flanquean a Alberto Núñez Feijóo, en un acto del PP en Pontevedra. (EFE/Salvador Sas)
TE PUEDE INTERESAR
Juanma Moreno desata una lucha fiscal frente a Madrid con el aval de Núñez Feijóo
Carlos Rocha. Sevilla Ana Belén Ramos

Las reformas fiscales, evidentemente, no transforman por sí solas la realidad, se requieren otras reformas estructurales de calado, pero han conseguido el efecto deseado, siquiera como campaña de promoción publicitaria de Andalucía como tierra de oportunidades y de inversión. Fracasará, o no, el presidente Juanma Moreno en su intento —hasta ahora, tras casi cuatro años, la verdad socioeconómica andaluza no ha sufrido alteración—, pero lo que no parece aceptable es que, por defecto, se considere que a una comunidad como Andalucía no le corresponde este tipo de iniciativas. Como si tuviera que ceñirse al papel subsidiario al que ha sido relegada desde la industrialización de finales del XIX. Para colmo, luego se añade que, por esa rebaja fiscal, Andalucía pierde su derecho a reclamar una mayor financiación autonómica.

Dos cosas sobre ese disparate. Primero: la bonificación del Impuesto del Patrimonio supone, como se ha repetido, solo el 0,66 por ciento de la recaudación total y, sin embargo, hay quien sostiene que Andalucía avanza hacia un sistema de 'fiscalidad cero'. Segundo: fue la propia ministra de Hacienda, cuando ejercía de consejera andaluza, la que cifró en 4.000 millones anuales el déficit de financiación de la comunidad andaluza. Se lo exigía a diario a Mariano Rajoy, con la intensidad de esos debates, "¡nos roban!", pero todo se le olvidó cuando Pedro Sánchez la hizo ministra. Parece evidente que por suprimir 110 millones de recaudación fiscal no se invalida una reclamación de 4.000 millones, que ascienden a 20.000 millones menos desde que María Jesús Montero es ministra.

"En Sevilla, las inversiones en infraestructuras del Estado se eternizan siempre y llegan con rebajas"

Y en todo esto, la coda final, lo que se oculta: el maltrato a Andalucía en algunas inversiones públicas fundamentales para el desarrollo. En plena polvareda por la rebaja fiscal, el Gobierno de Pedro Sánchez ha confirmado que, para abaratar costes, la ronda de circunvalación SE-40, que lleva tres décadas proyectada, no se completará con un túnel bajo el río Guadalquivir, sino con un puente, que sale mucho más barato, aunque la mayoría de los ingenieros, empresarios, arquitectos, políticos y ecologistas lo hayan desaconsejado. Los primeros informes de impacto medioambiental rechazaron el puente, pero ya se están elaborando otros que lo aprobarán. Al contrario de lo que ocurre en Madrid, Barcelona o Bilbao —y que no se cuestiona, hay que subrayarlo—; en Sevilla, las inversiones en infraestructuras del Estado se eternizan siempre y, al final, llegan con rebajas. Como diría Pedro Sánchez, cosas de ricos y pobres.

Existe un sabor agrio, algo repelente, en muchos de los debates andaluces que se plantean en España. Es un tufo antiandaluz, quizá imperceptible para quien no sea de esta tierra, pero tan evidente como constatable. A menudo, incluso, es como una inercia, no una reacción premeditada; más bien un movimiento inconsciente, mecánico. No siempre es desprecio, muchas veces se limita al menosprecio; no tiene por qué ser humillante, basta con que sea paternalista o prepotente. Aunque siempre los hay toscos, grotescos, como el periódico nacional que esta semana ilustraba la noticia de la rebaja fiscal con una foto del presidente de Andalucía abrazado a un señor con sombrero de ala ancha en una romería andaluza. Indescriptible… La cuestión, en suma, es que muchos de esos debates andaluces acaban siempre contaminados por esa trama de complejos y tópicos nacionales.

Reforma fiscal Financiación autonómica Juanma Moreno Partido Popular (PP)
El redactor recomienda